GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

lunes, 27 de abril de 2015

SER PERIODISTAS


 
Por Leonardo Parrini

La pregunta clásica que solemos hacer los periodistas a quienes queremos perfilar en su semblanza profesional, es inquirir cuándo sintió el llamado de su vocación y descubrió que sería tal o cual cosa en la vida. Y hacemos la pregunta a ciertos personajes, como si todos los seres humanos estuvieran llamados a escuchar su voz interior, la vocación, y acaso ésta existe. Claro, cuando nos preguntan a quemarropa eludimos la respuesta fija y específica. No nos gusta revelar que somos producto de varias fuentes y diversas vidas y experiencias. Preferimos dejar abierto un campo por donde transitar sin cortapisas ni salvoconducto profesional, sin título de especialidad alguna, para dar cuenta de todo como testigos de cargo.

Evocando días de descubrimientos y revelaciones, recuerdo que de niño animaba personajes ficticios atribuyéndoles palabras, sentimientos, ideas y actitudes. Prolijamente diseñaba escenarios con figuras de papel recortadas que iluminaba con una pequeña linterna, en un balbuceo en ciernes de una producción audiovisual. Con los años adquirí la manía de llevar un diario, una bitácora cotidiana donde registraba circunstancias periódicas, ideas, anécdotas e imprecaciones. Fui forjando ese testimonial consuetudinario, al punto de vivir un guión preestablecido en lugar de hacer una crónica de vida. Y ahí nacía mi primera disyuntiva: ¿la vida es un acontecer o un deber ser?

Comencé narrando la vida en imágenes, con la cámara fotográfica en la mano y una idea de contarlo todo en la cabeza. Inspirado en la vieja creencia de que la fotografía cuenta historias, impregnaba en celuloide todo aquello que resultaba ser relevante a mis ojos de fotógrafo aficionado, es decir, amante de las imágenes atrapadas furtivamente. Fui registrando escenas cotidianas de la gente haciendo su trabajo, jugando, caminando por las calles, gritando en un sitio público. Capté sus rostros expresivos e inexpresivos sorprendidos, sin previo aviso, por la lente de mi cámara réflex. En ese momento componía la imagen fotográfica con un ojo puesto en la realidad y otro en mi conciencia, con la convicción de que la fotografía era mitad historia descubierta, mitad ficción recreada. Al paso de los años, desde septiembre de 1973, la dictadura pinochetista me obligó a un trabajo clandestino de denuncia y de anuncios, de ofensivas y defensivas vitales bajo el clima de terror imperante en Chile. Me acerqué a los desvalidos, perseguidos o silenciados, a los marginados y torturados y compartí con ellos un espacio en publicaciones clandestinas impresas en mimeógrafo.

En Ecuador definí mi situación como un vocero en el exilio. Hasta que un colega me dijo: hazte periodista en verdad, e ingresé a la Universidad Central. En las aulas oí diversas opiniones acerca del oficio, cuyo pilar era la famosa trilogía aristotélica de quién dice, qué dice y a quién lo dice; el emisor, mensaje y perceptor. Aprendimos a no creer en la imparcialidad, sino como un acto de narrar tal cual sucedieron los hechos, con la contaminación propia de la pasión y la convicción, con la decisión de buscar la verdad. Compartimos la idea de que ”soñar con un periodista imparcial es como soñar con mentes desencarnadas, sin pasado y sin prejuicios, que serían capaces de observar, como una cámara digital, lo que ocurre en este mundo. Lo cual, como sabemos, es imposible”.

Tempranamente combatimos esa afirmación de Antonio Caño de “estar al margen de las causas políticas, al margen de todas las causas”. Si bien es cierto que “los periodistas de investigación no son policías, ni fiscales, ni auditores -como afirma Geannina Segnini-, no ejercen el periodismo para resolver homicidios, ni para probar delitos o desfalcos. El periodismo de investigación busca probar y revelar hechos de interés público que alguien pretende mantener ocultos”.

Estamos convencidos de que hay que contar formando conciencia y de manera amena, interesante y suscitadora; creo que nuestra labor es persuadir, más allá de informar, entretener o educar, como pretendieron inculcarnos en las escuelas de periodismo. En ello invertimos tiempo en el uso de recursos como investigar con un método de indagación de la realidad, proveniente de las ciencias sociales, o del propio periodismo. La entrevista, el manejo de fuentes, la observación de campo, la investigación bibliográfica, etc., son herramientas de nuestro trabajo cotidiano. No obstante, la actitud es vital en esta profesión: Seguir causas por las cuales inmolarse, apoyar actitudes, criterios ideas sentimientos humanizadores, justos, reveladores de un mundo mejor. Y ese seguimiento tiene que ver con el proceso de cómo evolucionan las noticias en desarrollo.

Nos hemos definido como francotiradores en la red de la era digital. Eso implica creer en la investigación, la reflexión, la información y en la opinión periodística como fases de un mismo meollo. Eso da lugar a una actividad que es criticada por considerarse intrusa, que se inmiscuye en todo y habla de todo. Creemos, sin embargo, que sí es posible hablar de varias cosas a la vez, bajo un método, un procedimiento organizado y sistemático. Nuestra especialidad es la variedad con profundidad, oportunidad y proyección futura. Infodiversidad, término acuñado en el camino, significa contraste de fuentes en que los propios hechos verifican la opinión de las fuentes y las fuentes se confrontan entre sí.

El periodismo profesional es un proceso de producción simbólica en el que interviene un profesional procesador de la materia prima obtenida en las fuentes, una herramienta de transformación de ese material primario y la elaboración de un producto final que llega a un consumidor. Este es un proceso más asimilado a la economía que a la creación estética o literaria, pero que se asemeja a la actividad creacional como un proceso similar al de producir cualquier otro producto de consumo masivo.

En esa tentativa el estilo juega un rol individualizado como la manera de contar, con bemoles propios en un tono de atmósfera íntima, con luces y sombras proyectadas en un sello personal. El estilo es a la postre un asunto de tesitura, timbre de voz, afinación y de armonía individual. No obstante, enamorarse del estilo propio es peligroso, como afirma Leila Guerriero. Pero más peligroso es asumir imposturas ajenas. No somos mercenarios ni muñecos de ventrílocuos, tampoco oráculos ni jueces o sumos sacerdotes. Somos indagadores, contadores y formadores de opinión. Oímos y contamos la voz de la gente y nuestra propia voz interior. Nuestra vocación de servicio es una actitud, un instinto de compartir lo que sabemos para generar la reacción colectiva, emocional y racional. Si quieres vender una idea, vístela de persona, dice un principio básico de la comunicación. En esa tentativa humanizadora, es preciso no confundir el medio con el fin. El fin consiste en movilizar a la gente, los medios son todos los recursos válidos para informar, persuadir y motivar. Una verdad simple señala que “no se puede ser, al mismo tiempo, periodista y asesor de prensa del alcalde”. Por antonomasia, suscribimos una tarea esencial: Nuestra principal función social como periodistas es evitar el abuso de los que tienen el poder, como sugiere Jorge Ramos.

Alcanzamos los doscientos mil lectores en nuestra revista digital LAPALABRABIERTA. No sólo contactos o visitas, como alegaba un experto en márketing digital. No somos una página pornográfica de apertura vertiginosa, ni un video clip de YouTube de visita fugaz. Somos un blog de lectura consciente, una revista digital con diversos contenidos que reclaman concentración y dedicación del lector. Decimos las cosas por su nombre, sin anonimatos en forma directa y sin ambages. Nuestra impronta es sincera y comprometida, sin eludir nuestra posición frente a la vida. Somos una palabra abierta, es decir, sin tapujos, dobleces, ni cerraduras. Somos una palabra plural, convocamos a diversos talentos reflexivos. Nos motivan doscientos mil lectores reales alcanzados y millones de lectores potenciales por alcanzar. Queremos ser parte de una congregación y un peregrinaje colectivo de travesía social. Nos inspiran los grandes temas y las grandes historias. Creemos en un periodismo responsable con el público y consigo mismo. Junto a Gabriel Celaya decimos, a propósito de nuestra creación periodística: Maldigo la palabra concebida como un lujo cultural por los neutrales que lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo de quien no toma partido hasta mancharse. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

jueves, 23 de abril de 2015

CORTÁZAR Y EL NIÑO QUE FUIMOS


Por Leonardo Parrini

Volver a ser como niños después de vivir un siglo, suele ser un aspiracional humano comprensible. Pero la infancia es la edad más idealizada por el adulto; sin ese detalle, la primera edad sería acaso más encantadora. A los infantes se atribuye toda clase de cualidades que el ser humano no logró amalgamar en la batea espiritual de su existencia. Inocencia, sentido lúdico, afán de descubrir, ausencia de sentido de futuro, amor a sí mismo. En fin, la impronta de una existencia mágica, sin importar que, al fin y al cabo, la magia sea mero truco desembozado. 

Julio Cortázar, en uno de sus escritos, acuñó la idea de que los “niños son por naturaleza desagradecidos, cosa comprensible puesto que no hacen más que imitar a sus amantes padres”. Y viene al caso, puesto que según el cronopio, uno repite individualmente el proceso de la especie humana, su historia. Los primeros balbuceos guturales son poéticos, metafóricos, como originarias obras de la humanidad. Los presocráticos y metafísicos, fueron poetas en la cosmogonía. Con el devenir del tiempo el hombre se vuelve prosaico y la inteligencia que funciona de analogías y animismos, deja atrás la era de la intuición, es decir, el deslumbramiento, que sugiere Cortázar.

El proceso en el niño es similar, en su descubrimiento del mundo. Sin embargo, un malhadado día la inicua instrucción primaria impartida por maestras que, en todo caso no son culpables, anula el sentido lúdico en el niño. Una condena tácita lo proscribe de jugar. Si se le dejara travesear libremente, sin fórmulas previas ni presiones, el infante se relacionaría mejor con su entorno. Y ese juego no excluye la palabra como elemento primoroso. Con la palabra hablada el niño narra lo que vive y lo dice figurada, poéticamente. Del mismo modo el menor adopta un tipo de narración en la que asocia libremente los elementos del contenido. Por el contrario, la ausencia del juego simbólico en la niñez, en un escenario actual típicamente dominado por los avances tecnológicos y comunicaciones virtuales, hace que los niños pasen a ser consumidores-clientes.

Si uno tuviera la oportunidad de cerrar los ojos y evocar en la memoria poética juegos infantiles, seguramente transitaría un territorio colorido y conmovedor. Mientras más lejos se fuere uno en la memoria, hallaría juguetes manufacturados con materiales nobles como madera, cartón y hojalata. Signos de un tiempo analógico, carnal y esencial en el que el hombre se relacionaba en sentido organoléptico, íntimo con su hábitat. La pérdida del valor de uso de los elementos hace que inutilicemos nuestra capacidad de jugar. En su origen, los artefactos fueron utilitarios y decorativos a la vez, luego cosificaron como meros adornos, sin vida posible. Este divorcio entre el ser y el quehacer acusa la mala relación que tenemos con los componentes del juego como acto recreativo, para convertirse en jactancia de fatua competición. Dejamos de jugar y nos ponemos a desafiar el destino, malamente a  competir. Y esa competitividad esta estimulada por la tecnología, como un espiral en ascenso. Esa tecné, el saber hacer, tiene una influencia directa sobre el desarrollo de la inteligencia, el nivel de atención y pensamiento, la producción simbólica y la posibilidad de crear e imaginar.  

La cultura audiovisual que desplaza a la cultura textual, -en que la información viene dada en imágenes vertiginosas-, conduce a que los niños prefieran los juegos guionados en los cuales hay un objetivo puntual y personajes debidamente establecidos. “De esta forma -afirman investigadores- se pierde el juego del como sí, el juego dramático basado en recrear el juguete y jugar a armar historias o ficciones. Los juegos de computadora o celular desplazan a los juguetes reales y se pierde la posibilidad de que puedan armar una ficción para recrear una historia que incentive su imaginación, les sirva para tolerar la frustración y resolver situaciones conflictivas”.

¿Qué deben reconocernos aquellos niños desagradecidos que habla Cortázar? Sin lugar a dudas, el dejarlos ser niños. La libertad de ejercer su puericia sin límites. La valiente algarabía de vivir el mundo a su medida. Pero esa idea que responde a una forma de idealizar la relación con los progenitores, tiene sus bemoles. Ningún padre está dispuesto a dejarse rebasar por su hijo. Pocos se atreven a revelar misterios de su autoridad. Y casi ninguno está en capacidad de mostrar un camino desinteresado y de libre albedrio. En definitiva, los padres temen a sus niños. Su temor radica en la imposibilidad de domesticar a sus vástagos. De hacerlos entrar en vereda, de socializarlos en algún sistema imperante. Olvidan la importancia de que los padres dejen a sus hijos disfrutar del aire libre desde la primera infancia, de que los dejen aburrirse y organizar juegos.

No en vano J.P. Sartre sugiere que los padres deberían morirse jóvenes. Y tiene razón. La mórbida relación entre el progenitor y su descendencia confiere razón al pensador francés. Esa parentela laxa que no moldea el sentido de los roles entre padres e hijos, es a la postre un camino de descalabro sembrado de rosas. El persistente atrapamiento de los padres sobre los hijos. La inseguridad y el temor transmitido hasta en los genes. La pusilánime idea de no saber decirles no. La injusta proyección de imposiciones sobre un ser distinto y ajeno. La falsa creencia de que un hijo es un cheque en blanco. La torpe heredad de frustraciones, neurosis y ansiedades sobre nuestros hijos. A la postre, la injusta modelación de un hijo a imagen y semejanza de sus padres, hace que los niños sean desagradecidos, precisamente, por sobredosis de sobreprotección. Por anulación de facultades particulares y aniquilamiento de la iniciativa íntima, personal. Cría cuervos que te sacarán los ojos, dice el dicho popular. La forma más fácil de engendrar seres humanos espiritualmente discapacitados, es forjar niños-adultos, sin la encantadora prerrogativa de la niñez.

FOTOPERIODISMO POR LA PAZ: DENUNCIA Y PROPUESTA


 
Foto El Telegrafo
Por Leonardo Parrini

Las blancas telas suspendidas en lo alto cobijan el patio interior del Centro de Arte Contemporáneo en Quito. Los acordes de Yesterday de Los Beatles, ejecutado en trío por violín, contrabajo y piano electrónico, confieren una atmósfera poderosa y simbólica de avenencia entre los elementos. Es una noche especial. Se otorga el Premio Fotoperiodismo Por La Paz Juan Antonio Serrano, organizado por el colectivo Paradocs, tercera edición 2015. Coco Lasso viste informal con camisa blanca fuera del jeans, cabello en rebeldía y palabras pausadas, todo contribuye a su mensaje: entender que la fotografía es una herramienta potente, que las imágenes tienen que ver con esa necesidad urgente de proponer un debate de premura y público sobre la violencia que vive nuestra sociedad en todas sus formas.

Y se invoca en ese sentido el nombre del fotógrafo Juan Antonio Serrano, asesinado en Cuenca el año 2012. Sobre una pantalla led la imagen de Juan Antonio sonriente, es el icono de su loable propósito, promover la convivencia armónica entre los seres humanos. El ministro José Serrano, hermano de Juan Antonio, ratifica ese sentimiento: es como aprender a contar las historias desde esos procesos que pueden ser tenebrosos, oscuros y dolorosos y sacar desde esa lógica los momentos de alegría y felicidad. Cómo uno se aproxima a la vida y a la muerte, que es parte de la vida no como un punto final, sino como un paso propio de la vida. El Ministro del Interior considera que el Premio puede tener una versión más allá de las fronteras nacionales: esperamos tener muchos años de premio a nivel nacional y regional. Luego de los discursos formales llegó el momento esperado. Paula Parrini de Paradocs, activa el infocus. Los nombres de los ganadores de la tercera edición del Premio de Fotoperiodismo por la Paz 2015, se proyectan en la pantalla ante el silencio expectante de los presentes: Santiago Arcos, Categoría Profesional y Carmen Santillán, Categoría Estudiante.

Las imágenes del trabajo fotográfico de Santiago, "La orilla de un desalojo", pueblan la pantalla. Isla Trinitaria, Guayas 2015. Desalojo de una ocupación de tierras. Primeros planos de destrucción, escombros. Segundos planos de gente lamentándose ante la intervención policial. Panorama de desolación y violencia. Una serie de imágenes encadenadas a un solo acontecer. Un desalojo que violó, según la denuncia de Santiago, el debido proceso: el 27 desalojaron sin previo aviso 40 familias y aún quedan 117 por desalojar. Habían quedado para el 30 ir con la Defensoría del Pueblo y la Secretaría de Asentamientos Irregulares y una delegación de los habitantes a inspeccionar el lugar.

Santiago define su rol profesional como fotoperiodista con meridiana claridad: En esta etapa sirve de denuncia, ahora lo que quiero hacer es evitar que sigan pasando cosas malas. Yo quiero estar ahí como veedor, documentando y publicando todo lo que pase para que en público no pueda haber más atropellos. La actividad de creación de imágenes, en el concepto de este joven fotógrafo, es preventiva y pretende anticiparse a los hechos. Santiago usa las fotos para re contextualizar la historia, para que se logre algo:no me interesa tener fotos bacanes, espero que la fotografía sea mucho más eficaz, antes que fotografiar las cosas cuando ya sucedieron. Este joven guayaquileño de 24 años se inició hace siete como fotógrafo, en un acto de rebeldía ante la negativa de su padre de prestarle su cámara SLR profesional. Hay un nuevo género que se denomina Peace Photographer. No es solo la denuncia, mi idea es evitar que esto vuelva a suceder, concluye Santiago.

Carmen Santillán viste informal, con pelo corto y un gesto de seguridad propio de su juventud, afiatada en su quehacer fotográfico, "Yo soy homosexual", realizado con absoluta conciencia. En la pantalla surgen imágenes austeras de jóvenes homosexuales, hombres y mujeres, situados en entornos abiertos minimalistas que dan cuenta de un drama vivencial de nuestra sociedad. Un testimonio que busca poner fin a la desigualdad de género y discriminación de las minorías sexuales. Salta a la vista la armonía, el tono y la atmósfera logradas con certeza en la ubicación de la cámara, tanto como el sentido de la historia narrada: Me encanta el minimalismo, jugar con el sujeto en un entorno grande pero hacerlo sobrio. Jugar con la profundidad. Empecé con el tema un poco a la defensiva, estaba herida con la sociedad porque tengo muchos amigos que han sido discriminados. El hecho de que yo soy homosexual soy una más, mi proyecto es algo personal en primera persona. Carmen gesticula para acentuar su expresión y concluye: Propongo elevar un mensaje de conciencia. El homosexualismo es lo más normal. En mi caso he sido insegura, he luchado con mis miedos. Mi miedo es el futuro, me preocupa el pasado, no puedo vivir el presente. Un tiempo que, no obstante, esta joven fotógrafa asume con cabal decisión: La fotografía es una propuesta, no es estética ni denuncia, es mostrar la realidad.  Es abarcar un mensaje de lo que vivimos. Si no hay texto no hay foto. No es una foto en acción, sino el entorno de dónde pasó, más el antecedente de que pasó ese día.

Stephen Ferry, jurado internacional, considera que “el nivel de este año no fue superior al del año pasado. Queremos enfocar en ciertos temas de edición, hay problemas narrativos de unidad en el tema, redundancias innecesarias, falta de claridad. Yo creo que el trabajo de Santiago tiene un valor de denuncia y yo veo una unidad, pero son composiciones más complejas y más inquietas. Narró lo que tenía que narrar, con fotografías bien interesantes y con vida. Eso como una especie de violencia, lo mismo la discriminación con los homosexuales. Manolo Sarmiento, cineasta galardonado con premios internacionales por su filme La Muerte de Roldós, confía en el jurado: Me impresionaron, las fotografías. Lo de la chica me gustó mucho, es conmovedor, porque los chicos y las chicas van a los lugares donde fueron agredidos. Juan Martin Cueva, cineasta fundador de EDOC y Director del Consejo Nacional de Cinematografía, CNCine, considera que el jurado ha sabido mantener libertad en los criterios de premiación y selección…estos eventos unen a un sector, en este caso a los fotógrafos. Los dos premiados son muy sólidos, más allá de la calidad y de la prestancia de los jurados, el evento tiene una importancia para el sector. Cae el telón en el Centro de Arte Contemporáneo en Quito. Las luces atenúan la intensidad. El rumor de voces coloquiales se funde a una melodía urbana de fondo. En mi mano se entibia un vino para brindar por un evento que, con tres años de existencia, denuncia y propone. Y ya se pone pantalones largos.

martes, 21 de abril de 2015

VOCES INCONSECUENTES


Por Leonardo Parrini

La situación de Venezuela divide al continente, más de lo que en su momento lo hizo Cuba con los militantes de la izquierda. En aquellos días de los albores de la Revolución cubana  existió mucho más consenso izquierdista, respecto de que el proceso castrista debía ser apoyado. Un hermoso libro Cuba Sí (1961) del escritor Vicente Parrini, recogía una antología de poetas chilenos, desde Pablo Neruda al joven vate Hernán Miranda Casanova- que “cantaban a la revolución cubana”, entre otras manifestaciones solidarias de intelectuales latinoamericanos con el proceso revolucionario de la isla de Fidel.

Venezuela no ha corrido la misma suerte solidaria de parte de la izquierda. El solo hecho de un enfrentamiento radicalizado en la tierra de Bolívar, divide a los militantes y adláteres del socialismo internacional, entre quienes simpatizan con la revolución llanera y aquellos que cuestionan la existencia, por ejemplo, de presos políticos. Esta situación cuenta con la más supina incomprensión de parte de quienes, con tal o cual intención, rasgan vestiduras por una democracia y una libertad cuestionables y relativas en Venezuela.

El militante del socialismo y ex presidente español Felipe González, decidió ofrecer sus oficios de abogado de los presos políticos venezolanos en una extraña postura, conforme sus principios ideológicos. El político aceptó hacerse cargo de la defensa de “los dos principales presos políticos del régimen chavista a petición de sus familias: el líder opositor Leopoldo López, encarcelado desde hace más de un año, y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, detenido el pasado 20 de febrero por agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin)”. Los mencionados personajes están acusados de ser responsables del desenlace violento de las protestas del año pasado contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, que se saldaron con más de 40 muertos en las calles. González justificó en estos términos su intervención en el proceso venezolano: “El Presidente Maduro dice que allí no hay presos políticos sino políticos presos; yo diría que hay políticos presos por ser políticos”.

Lagos y su frase célebre

Ahora un nuevo exponente del socialismo rasga vestiduras por los presos políticos venezolanos. Ricardo Lagos Escobar, abogado y ex presidente de Chile -entre marzo del 2000 y marzo del 2006-, se reunió con familiares de los detenidos en Caracas y emitió polémicas declaraciones. Ideólogo de la Concertación de Partidos por la Democracia, ex ministro de Educación y Obras Públicas de los democristianos Patricio Aylwin y Eduardo Frei, respectivamente. Sus obras presidenciales son de dominio público, como los tratados de libre comercio con EE.UU, Unión Europea y China; y un acuerdo para reformar la Constitución pinochetista de 1980. En su cuestionada hoja de vida aparece la política de su régimen frente a las demandas del pueblo Mapuche, el plan Transantiago de transporte público y la instauración del crédito con Aval del Estado.

Lagos dejó entrever una confusa postura cuando en el marco de su visita a Caracas dijo: “Es obligación de todos los demócratas de América del Sur tener claridad de lo que está ocurriendo. Entendemos los planteamientos que hace el presidente Maduro, pero es indispensable una solución política...Hay más de 80 presos políticos, creo que debe pedirse que la Cruz Roja sea aceptada por el gobierno de Maduro para visitar las cárceles y ver las condiciones en que están los detenidos…No sé si digo una impertinencia, pero Pinochet aceptó en su momento que la Cruz Roja viniera a Chile…”

La impertinencia fue dicha y tiene su precio. Un costo político que, suponemos, preocupa al ex presidente chileno, puesto que comparar a Nicolás Maduro con Pinochet, insinuando que este último fue “humanista y demócrata”, significa simplemente un despropósito o desconocer la historia y torcerle la nariz a los hechos irrefutables provocados por una dictadura sanguinaria, intolerante y antidemocrática que asoló a Chile durante 17 años. Una dictadura que dejó heridas sin restañar aun en Chile. Cicatrices de torturas, magullones en el alma nacional por construir un modelo de sociedad que excluye día a día a enormes sectores de nuestra sociedad. Y no se trata de una descripción intelectual, sino de una denuncia: el sistema de concertación chileno –producto del acuerdo entre socialistas y democristianos- ha dejado hacer. Un quehacer secuaz con una democracia a medias que debe ser cuestionada, porque no se ha tomado el esfuerzo de liberar a Chile de la inequidad.

Ante la exquisitez intelectual de la infeliz afirmación del señor Lagos, huelga decir que las posturas mediáticas hacen mucho daño cuando no van acompañadas de una reflexión comprometida con los hechos reales. Esa es la mirada de un sistema de dudosa contextura. Esa es la lógica del sistema neoliberal que “pone a resguardo a unos pocos, excluye a muchos y condena a los otros a ser los nuevos sobrevivientes de una lucha impiadosa por el sustento diario”. Este sistema que la dictadura legó, la Concertación –hoy Nueva Mayoría–, lo consolidó. Lagos ignora un asunto esencial: todo debate sobre derechos humanos “en Venezuela debería ser abordado con la conciencia aguda del conflicto que se está dando. Porque los derechos humanos son de todos. También son de las masas excluidas de Venezuela, que nunca generaron una palabra de aliento o de indignación por parte de nuestros gobernantes”. Las afirmaciones de Lagos son, por decir lo menos, indignantes. Lo indigno consiste en pretender estigmatizar la lucha de un pueblo. Inconsecuentes, porque desdicen una historia de lucha. Por sus obras los conoceréis, pero si las palabras van más allá de los hechos, ya es la hora en que los conoceréis de cuerpo entero.

lunes, 20 de abril de 2015

ORFANDAD INTELECTUAL


Por Leonaro Parrini

Vivimos en un territorio yermo, huérfanos de voces influyentes. Desarraigados de las ideas que incuben un condumio de verdades irrefutables. Baldío asoma nuestro país, como infructuosa es la región latinoamericana, en luminarias de la razón por estos tiempos. Ciertamente, tampoco es pan de cada día la presencia de intelectuales de influencia en la toma de decisiones del continente sudamericano. A diferencia de lo que consideran ciertos oficiantes del periodismo, o que algunos opinadores -en prensa y televisión- se distraigan pensando lo contrario, prima la supina pobreza en los espacios de trivialización consuetudinaria de la realidad social. El political show de la llamada “civilización del espectáculo”, es moneda común. Miseria transable en un juego de abalorios insustanciales que llena páginas, pantallas y alimenta el lobby de cocteles organizados, entre gallos y medianoche, para concertar contubernios y embustes a la orden del día. ¿Dónde están los editoriales enjundiosos, orientadores que, manejando categorías de análisis, echen luz sobre la opacidad intelectual de nuestro medio?

Ecuador padece del síndrome que Gabriel Zaid llama “el papel de los intelectuales”, esa especie en extinción que opina “periódicamente sobre asuntos de interés público -con énfasis en política económica- y es atendida por las élites. Si no le hacen caso los poderosos, nuestro hombre no es más que un inconducente opinador, un cantamañanas de página editorial: un inane profeta, un tertuliano”. Y de ellos está llena la viña del señor. Atrás quedaron los días del influjo intelectual del brasilero Fernando Enrique Cardoso, citado por moros y cristianos desde los años sesenta como exponente de la “celebérrima teoría de la dependencia económica”, que subrayaba desigualdades existentes entre el centro desarrollado y la periferia marginada, como una realidad perversamente contrastada del planeta. Tan potente fue la reseña cardosiana, que el propio Eduardo Galeano en su texto Las Venas Abiertas de América Latina, vuelve la mirada agitadora y persuasiva para develar la tramoya de aquello que vivíamos cotidianamente, “la historia del pillaje, los mecanismos del saqueo imperial”. Este “relato convincente de la experiencia local”, ejerce poderoso influjo puesto que, según Tony Judt, “como nadie más parece ofrecer una estrategia convincente para rectificar las desigualdades del capitalismo moderno, el campo ha quedado libre para quien ofrezca un relato que sea, a la vez, prolijo e iracundo”.

Fenómeno único y último en las letras latinoamericanas. A partir de entonces, prima la opacidad en el reino del pensamiento social, circunstancia que tiene reproducción a escala en cada país de la región. Como si fuera poco, a la exigua producción intelectual de nuestros países se suma la confusión deliberada que une, en una misma fanesca, a sirios y troyanos, a conspicuos representantes de la izquierda y de la derecha, extraviados en lo que Orlando Pérez califica de “necesidad de una armonía política, para enfrentar a un enemigo común”. Así no es de extrañar que en una misma fotografía sonrían pletóricos de fulgor unitario, “el socialcristiano Luis Fernando Torres con el socialista Enrique Ayala Mora…mucho menos que el ex trotskista, Fernando Villavicencio, se deslumbre con el exbanquero Guillermo Lasso, o que Lourdes Tibán se codee y celebre su matrimonio con altos dirigentes y legisladores socialcristianos, líderes de CREO y la élite mediática privada”, concluye Pérez.

Y no es que ocurra por estos lares lo que el politólogo norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama, denomina “la muerte de las ideologías”. Fukuyama, asesor del presidente de los Estados Unidos, sostenía en 1989 en el artículo titulado El fin de la historia, que estamos asistiendo “al último paso de la evolución ideológica de la humanidad”. La muerte de las ideologías y el fin de la historia, dieron inicio a un mundo basado en la política y economía de libre mercado que se ha impuesto y en el cual las ideologías ya no son necesarias, porque han sido sustituidas por la Economía.

En lo concerniente a nuestro país, en concreto, las ideologías de “esas derechas e izquierdas, por separado, no han logrado derrotar el proyecto político en el Gobierno desde hace ocho años. Se unen para ese propósito, porque no encuentran otra forma de sumar, desgastar o minar las columnas vertebrales del llamado correísmo”. Lejos de desaparecer las izquierdas y la derecha, como sugiere Mauricio Rodas, “la izquierda necesita de la derecha”, -apunta Pérez-, “porque revela su incapacidad para hacer los cambios en una orientación anticapitalista, revolucionaria y por encima de ese prurito de la armonía y el consenso”.

Frente a la carencia de prestancia intelectual de los opinadores o la vaguedad endémica de nuestros analistas, ahora debemos tragarnos, sin chistar, la festiva amalgama de intereses extremistas de izquierda y derecha unidas que esperan no ser vencidas. Ahora hay que padecer, estoicamente, la inconsecuencia ideológica de una izquierda que necesita de la derecha y de una derecha que necesita de la puerilidad política para sobrevivir.

viernes, 17 de abril de 2015

HUMO BLANCO SOBRE ORO NEGRO


Fotografías Leonardo Parrini PARRINIMAGEN
Por Leonardo Parrini

La noticia tardó casi un año. Los habitantes de Pastaza habían dicho hace algunos meses que el petróleo sería "una realidad movilizadora para la provincia". Y en ese sentido se han venido moviendo las frutas en un proceso de adjudicación complejo y difícil que se inició en el 2013 con la Ronda Suroriente Ecuador. Esta semana salió humo blanco y la espera llegó a su fin con la firma del contrato, por la adjudicación del Bloque 28, entre el Estado ecuatoriano y el consorcio conformado por las empresas estatales Petroamazonas EP (Ecuador) 51%, Enap Sipetrol (Chile) 42% y Belorusneft (Belarús) con el 7%.  

La Secretaría de Hidrocarburos, SHE, autoridad de control administradora del contrato, dio luz verde para que las empresas adjudicadas inicien el proceso de licenciamiento ambiental en esta área del suroriente ecuatoriano. En la fase exploratoria se invertirán 25 millones de dólares y se hará una inversión posterior de 75 millones para el desarrollo del bloque. Se espera confirmar reservas por el orden de los 30 y 50 millones de barriles de petróleo en un area de intervención que abarca una población aproximada de 64.000 habitantes urbanos y 16.000 rurales, con 200 comunidades y 80 habitantes de promedio por comunidad. Las poblaciones del Bloque 28 registran el siguiente panorama, en cuanto a la existencia de servicios básicos: agua potable 20%, luz eléctrica 80%, alcantarillado 10%, letrenización 6%, escuelas 70% y centros de salud 80%.

El acto protocolario contó con la presencia del ministro Coordinador de Sectores Estratégicos, Rafael Poveda; de Recursos Naturales No renovables, Pedro Merizalde y la Secretaria de Hidrocarburos, Ivonne Fabara. Estuvieron presentes, además, representantes de las empresas Oswaldo Madrid (Petroamazonas EP), Marcelo Tokman (ENAP SIPETROL); Eduardo Tapia (ENAP SIPEC), y Andrey Nikonov, apoderado legal de la empresa estatal Unitaria Unión de empresas Productoras Belorusneft. En la ceremonia se firmó una modificatoria al Contrato de Prestación de Servicios para la Exploración y Explotación de hidrocarburos en el Bloque Paraíso Biguno Huachito e Intracampos (PBHI), Bloque 47, con la estatal chilena ENAP Sipetrol. Con una inversión de $ 82 millones de dólares la empresa internacional solventará la perforación de dos pozos adicionales, instalación de facilidades de superficie y un oleoducto.

Todas las voces todas

La firma de los contratos para la exploración del Bloque 28 y 47 ha motivado la opinión de múltiples voces. El Ministro Rafael Poveda destacó el interés que existe por invertir en el área de hidrocarburos en el Ecuador: “Es una alianza estratégica entre los tres países para desarrollar nuevas inversiones, representa la voluntad política para trabajar en nuevos proyectos”. Los amazónicos, conscientes de la importancia que representa para su provincia el inicio de una nueva era petrolera, han sumado esfuerzos por participar de los beneficios de la industria. Leighton Zarria, Director de Radio Interoceánica de Pastaza, en entrevista con el periodista Marco Cabezas, destacó que "Hay voces a favor prácticamente, las voces en contra no tienen preponderancia...ahí es cuestión del tira y jala de qué priorizar como obra y el monto de compensación solicitado, por ejemplo, por una junta parroquial. Por ese lado hay línea abierta y en verde para el paso del tema petrolero”.

Y la luz verde surge del clamor de la propia comunidad amazónica. Marlene Zabala, dirigente de la FICSH, Federación Interprovincial de los Centros Shuar de Pastaza, manifestó que ”sabemos que si hay petróleo, entonces es otro trato, si hay petróleo queremos participar porque tenemos recursos. Estoy luchando como una madre por sus hijos. Necesitarnos ser informados en que se puede apoyar”. El apoyo surge de diferentes sectores interesados. En San Jacinto, Antonio Vargas, legendario dirigente histórico de la CONAIE dijo que “Es un tema que hemos estamos analizando y la era petrolera va por qué va. El pueblo indígena si no se prepara en diferentes áreas, solo quedaríamos de mirones y seguiría lo mismo. Esta vez estamos planteando discutir tema de fondo para ver cómo insertar en el tema petrolero a las comunidades”. Dicha inserción es cuestionada por dirigentes de la mítica Sarayaku. Marlon Santi, curaca del Pueblo del Medio Día, considera que “el tema del petróleo en Sarayaku, es un tema que no está en su agenda. Eso quiere decir que es innegociable, pero si lo hicieran podríamos y buscaríamos hacerlo en igualdad de condiciones”. Felix Santi, Presidente del Pueblo Sarayaku, ratifica que “efectivamente, la resolución es de no permitir el ingreso de las empresas petroleras que afecten a los territorios indígenas…No estamos preparados para hacer un convenido petrolero con el Estado. Un convenio que tenga la participación efectiva de los pueblos.”

La participación es un tema que se plantean las comunidades que no quieren auto marginarse del proceso de la industria del petróleo. Las nuevas políticas públicas del sector ratifican la reivindicación de derechos colectivos y de la naturaleza y la soberanía estatal o popular sobre dichos recursos. Ricardo Obando, asesor del Ministro Rafael Poveda y ex técnico de la SHE, reconoció que: “migramos de un modelo de contrato de participación en la que el 80% se llevaban las empresas y el 20% quedaba para el Estado. Es en este gobierno ejercemos un modelo de prestación de servicios en el que las empresas petroleras operan para nosotros en extraer de manera responsable los recursos naturales y les reconocemos una utilidad razonable, a través del pago de una tarifa”.

Pastaza es la provincia más grande del país y la más mega diversa con siete nacionalidades ancestrales. La mayoría está a favor de la actividad petrolera, pero tienen una preocupación ya que no están firmando un cheque en blanco, sino que solicitan que esa exploración sea bajo la mayor limpieza posible y con el menor impacto ambiental. Franco Viteri de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana CONFENIAE, advirtió que “en Pastaza hay nacionalidades que ya están en el proceso petrolero, respétamos la libre autodeterminación de ellos, pero sin embargo es importante organizarlos para tener algo concreto respecto de cómo vamos a enfrentar el cambio climático”. Edgar Martinez, técnico de la SHE en Puyo, se pronunció diciendo que “es importante que estos temas se comiencen a tratar en estos sectores para comenzar a organizarnos. Cuando hablamos de petróleo eso moviliza mucho, pero debo recalcar que los recursos y servicios que se generen alrededor, seguramente, no nos van a beneficiar a todos, pero sí a una mayor parte”.  

Santiago Peralta, ex Gobernador de Pastaza señala que “no debería haber una oposición radical a la industria hidrocarburifera, cuyo escenario tiene que ver con mejoras económicas para la provincia y optimización de actividades productivas. Para los transportistas, comerciantes y hoteleros es una bienaventuranza el tema petrolero, pero algunos sectores indígenas organizados lo miran con detenimiento y me parece correcto”. El técnico indígena Ruben Gualinga, evoca el tiempo pasado cuando sus hermanos de sangre no veían humo blanco sobre el oro negro. Solo miraban desde lejos a la industria petrolera, en manos transnacionales, que hacía de las suyas en su provincia: “para nosotros los pueblos indígenas de Pastaza, fue una sorpresa observar hace 25 años en nuestro territorio, que ciertos helicópteros llegan sin siquiera habernos anunciado qué es lo que pasaba. Nosotros acudíamos a la empresa privada para saber que sucedía, pero jamás se nos informó, jamás se nos consultó. Y esa es la diferencia que hoy, antes de firmar el contrato, se ha hecho el proceso de diálogo y consulta previa en las comunidades. Ya llevamos tres años aquí y las veces que sea necesario vamos a informar a nuestros hermanos que están en la cabecera cantonal, a nuestros hermanos que están en las nacionalidades, de acuerdo a sus códigos culturales”.