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E c u a d o r - S u d a m é r i c a

viernes, 28 de febrero de 2014

LA HIPOCRESÍA NORTEAMERICANA


Por Leonardo Parrini

No sorprende, pero indigna, el “informe” de EE.UU que “denuncia las restricciones a la libertad de expresión en Ecuador”, y mete en el mismo saco “la represión de disidentes en Cuba y China, la concentración de poder en Venezuela”. No sorprende, porque habitualmente el Gobierno norteamericano juzga la situación de los derechos humanos en aquellos países con los cuales quiere tener, o tiene, conflictos de orden político o económico. Así esta vez el informe hace referencia a lo que sucedió en el 2013 en relación a “la falta de elecciones libres en Irán, la situación de derechos en Corea del Norte y los atroces abusos en Siria, que consideró deplorables”.

La pregunta obvia es ¿quién confiere autoridad moral, legal o política a los EEUU para arrogarse el derecho de juzgar a otros países? El documento emitido por el Departamento de Estado norteamericano, destaca 24 países en los que los DDHH “se deterioraron más durante 2013”, sin que exista organismos internacional alguno que haya solicitado dicho juzgamiento. Al presentar el informe, el  secretario de Estado, John Kerry, señaló "Hoy reafirmamos nuestro compromiso de mantenernos del lado de los muchos que buscan dignidad y contra aquellos que se la niegan".

La dignidad es una palabra que en boca del funcionario estadounidense suena a una ironía que raya en la burla. La potencia capitalista del norte es, precisamente, el país menos indicado para pretender darnos lecciones de dignidad, cuando su historia indica que el propio país ha sido construido sobre la explotación de razas y pueblos sojuzgados por los gobiernos norteamericanos. Es más, su sistema político y económico, es expresión de la indignidad y atropello a los países del mundo en los que la geopolítica de EEUU ha intervenido por la fuerza, en detrimento de la libre autodeterminación de los pueblos.

La prestigiosa revista estadounidense Foreign Policy, cuestionó las sanciones unilaterales impuestas contra Irán bajo el pretexto de violaciones de derechos humanos y escribió: "Desde luego, no importa que Estados Unidos haya invadido dos países extranjeros (Afganistán e Irak) y que soldados estadounidenses hayan torturado y violado a miles de personas en las cárceles de Guantánamo, Bagram y Abu Ghraib, porque la atención y las miradas están dirigidas a Irán y no a los prisioneros en Afganistán y Guantánamo que, esposados, son colgados del techo y son golpeados hasta dejarlos sin vida". La publicación concluye en que esta es una muestra de “algunos ejemplos de violaciones de los derechos humanos en EEUU y la realidad de que los militares norteamericanos ignoran los derechos más elementales en otros países”. No es casual, entonces, que los informes anuales del Departamento de Estado norteamericano sobre las violaciones de los DDHH siempre están concentrados en los países con los que Estados Unidos busca tener una confrontación. 

El sistema de justicia norteamericano no es precisamente una muestra de transparencia y equidad. Bajo el imperio de leyes antiterroristas el Gobierno norteamericano mantiene un régimen de terror en cárceles fuera de su territorio, como el caso del campo de concentración de Guantánamo, en Cuba. Informes de la ONU señalan que “existen evidencias de que algunos detenidos han sido torturados y denuncian alimentación forzosas a prisioneros en huelga de hambre -docenas de ellos protestaron de este modo en 2006 - e interrogatorios llevados a cabo tras confinamientos solitarios prolongados o en condiciones extremas de temperatura, luz y ruido”. Guantánamo es sólo una parte del sistema de campos de detención que mantiene Estados Unidos en el exterior, y que incluye otros campos en Irak y Afganistán, como lugares de detención secretos de la CIA.

Numerosas Organizaciones No Gubernamentales norteamericanas, como el Centro de Información sobre la Pena de Muerte y la American Bar Association, y juristas prestigiosos, en los últimos tiempos, han prestado particular atención a las violaciones de los derechos humanos en Estados Unidos. Las Naciones Unidas nombraron un Relator para investigar lo concerniente a las irregularidades en relación con la aplicación de la pena de muerte. Y todas las investigaciones y estudios permiten llegar a la conclusión de que Estados Unidos es el «mayor violador» de los derechos humanos en el mundo.

El sistema de justicia norteamericano incluye la pena de muerte abolida en la mayoría de los países del mundo. Desde que se restableció la pena máxima -hoy está vigente en 38 estados de los 50 de la Unión-, le ha sido impuesta a 3.660 acusados, de los cuales 360 fueron ejecutados y 3.300 se encuentran pendientes de ajusticiamiento, entre ellos 49 mujeres. El pasado año fueron ejecutadas 74 personas. Entre los que perdieron la vida a manos del verdugo en las cárceles norteamericanas, el 59% era afronorteamericano, hispano o perteneciente a otras minorías, cuyo conjunto no sobrepasa el 20% de la población del país. Y en Alabama el 69% de los ejecutados es negro. Por ejemplo, en juicios por homicidio de 1.000 personas blancas fueron condenados a la pena máxima 93 afronorteamericanos, en tanto que por la muerte de 1.000 negros no fue condenado a esa pena ningún blanco.

La represión y ejecución aplicada a las mujeres en los EE.UU, universalmente proscrita, no es precisamente ejemplo de dignidad. Un método de tortura practicado es el denominado “atadura como un cerdo»” que consiste en esposar manos y pies del detenido y atarlos a su espalda, para después arrojarlo al suelo como un balancín. Este tormento ha producido numerosas muertes por asfixia posicional. Los «cinturones de electrochoque» que producen grandes dolores y terror y el uso del gas lacrimógeno que es utilizado por 3.000 departamentos de policía, ya ha producido la muerte a más de 60 personas que fueron rociadas con él.  En el caso de las prisiones de mujeres, EE.UU ocupa un lugar preponderante dentro de estos maltratos y violaciones por parte de los guardianes que, igualmente, cuando son denunciados siempre escapan a la sanción.

La violación de los derechos humanos es un problema que muchos sectores estadounidenses no aceptan, o al menos, minimizan. En el ámbito nacional, el gobierno de Estados Unidos permite la violación sexual en las cárceles de los hombres como atestigua Human Rights Watch. Hombres que violan a otros hombres y las autoridades penitenciarias a lo largo y ancho del país lo desmiente, no lo reconocen y no hacen nada para evitar dichas violaciones. No hay una legislación al respecto. Cada año miles de empleados son despedidos o se toma represalia por intentar sindicalizarse. Especialmente, después de la tragedia del 11 de Septiembre, leyes como la Ley Patriótica son un instrumento que permite violar el derecho a disentir y la privacidad de grupos o personas que denuncian la política de Estados Unidos. Antes de juzgarnos como país, el Departamento de Estado norteamericano debería investigar si en Ecuador existe la pena de muerte, se practica la tortura en las cáceles y cuántos presos políticos reprimidos, fuera de la ley, existen en el país. La presunta denuncia de EE.UU contra Ecuador, no pretende sino ver la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el ojo propio en un flagrante e inaceptable acto de hipocresía.

jueves, 27 de febrero de 2014

¿UNIDOS JAMÁS SEREMOS VENCIDOS?

Por Leonardo Parrini

El pueblo unido jamás será vencido. Esta frase, verso o slogan, como se la quiera llamar, tiene origen made in Chile y ha regido la vida de los procesos políticos desde hace ya cuatro décadas a nivel latinoamericano. Funcionó en Chile en septiembre de 1970 cuando Salvador Allende ganó la Presidencia y no funcionó en Chile, el 11 de septiembre de 1973 cuando Allende perdió la Presidencia y la vida por un golpe de Estado militar. 

En Ecuador se la canta, se la grita, se la cree vigente y necesaria, pero no se la práctica en los hechos: en las elecciones del 23 de febrero quedó demostrado que el pueblo desunido si fue vencido. O al menos el frente oficial no fue con todas las fuerzas alineadas en un mismo propósito electoral. Lo reconoció el Presidente Correa al señalar que la falta de alianza con Avanza, al menos mermo fuerzas. Desunido en los frentes amplios y desunidos en el frente interno del propio movimiento de Alianza País donde las rencillas, los resentimientos han impedido esa unidad, el desastre electoral se veía venir aun cuando no en la magnitud que se ha dado.  

Si no fuera así, el gabinete seguiría intacto pero, saludable decisión presidencial ha sido renunciarlo en pleno para quedar con las manos libres de seleccionar mejores cuadros, no solo ministros, sino cuadros que lleven adelante el proyecto revolucionario ciudadano con éxito. Es una prerrogativa presidencial, pero que intuimos por elemental criterio de verdad y de inteligencia que la decisión el Presidente no la tomará en solitario. En primer lugar, porque los procesos políticos son cuestión de equipos y porque, en este caso, los responsables de la derrota del domingo son muchos, no sólo el líder.

Decir que se ha ganado cuando las cifras indican otra cosa, puede ser una sobredosis de imaginación, pero los porfiados hechos dicen lo contrario; es mejor tener sentido político realista que sentimientos políticos subjetivos. Según últimos datos del conteo rápido del Consejo Nacional Electoral (CNE), Alianza País perdió en todas las capitales de provincias de la Sierra, ganó apenas una en la Costa y una en el Oriente. Esto quiere decir que se pierden los GADs con poder de decisión y acción local que entrarán en contradicción con la política pública central del régimen. Los que es peor, el resultado refleja una correlación de fuerzas adversa en calidad y en cantidad. El Gobierno ha ganado en lugares de segundo orden electoral.

¿Qué se obtiene con mayorías poco influyentes, en términos de educación política, gobernanza, poder adquisitivo, o decisión de voto? Quedó demostrado que para influir en las masas influyentes, hace falta más que un aparato de movilización de masas al estilo de las grandes concentraciones cubanas o venezolanas. Para aquello, nada más, se requiere de aparatos de choque, de un equipo de propaganda eficaz y de una orgánica a nivel provincial, cantonal y barrial. Pero gobernar un país y multiplicar el apoyo demanda de esfuerzos superiores, ya implica el uso de otros elementos ideológicos, recursos educativos y comunicacionales de movilización masiva. El mejor ejemplo es la cruzada que llevó al poder a la revolución ciudadana hace siete años: objetivos claros con resultados claros. Se nos dijo para dónde ir, porqué hacerlo y cómo hacerlo. Hoy día aquello está difuso y confuso.

Cambios estratégicos

Rafael Correa es un líder indiscutible, ¿eso quiere decir que no se puede discutir con él, que no se deja asesorar o que las decisiones primeras y últimas pasan por su escritorio sin ser analizadas en colectivos de consenso? No queremos pensar que es así. Pero sí pensamos que existe una falta de cuadros estratégicos capaces de diseñar, o al menos, implementar una estrategia, una vez que se la ha definido en el Buró dirigente. El equipo ejecutor y asesor debe ser político y técnico, dijo Correa y es correcto, y por lo demás obvio. El proyecto revolucionario ciudadano no requiere políticos por osmosis, ni tecnócratas insensibles, si no cuadros comprometidos con una estrategia y capacitados para defenderlo con acierto.

No basta con subirse a la tarima y cantar que estamos unidos y que jamás seremos vencidos o sonreír indefinidamente para la foto al lado del Presidente. Claro, el pueblo unido jamás será vencido, a condición de que exista un proyecto político claro, con estrategias diáfanas que nos digan qué país queremos, para dónde vamos y cómo conseguirlo sin ser vencidos en el intento. Para eso se requiere reestructurar la orgánica, más allá del gabinete. Lenin decía que nuestros errores son la continuación de nuestras virtudes y eso es muy cierto. Virtud del Presidente Correa es liderar con liderazgo fuerte, error es que eso no permita el desarrollo de nuevos cuadros. Virtud presidencial es aparecer en todas, error que eso opaque o vuelva facilistas y oportunistas a los colaboradores que sólo aportan con la sonrisa para la foto. La reestructuración ministerial debe ir mucho, mucho más allá de un simple, enrroque político, un cambio de oficina del mismo tipo de  funcionarios que se han mostrado ineficientes.  

Las fichas están a la vista. No es difícil concluir en que María de los Ángeles Duarte,  “no ha podido crear un tejido social en Guayas, capaz de cuestionar el poder de Jaime Nebot”. El Presidente Correa deberá examinar la eficacia de Galo Mora, a la hora de  organizar las huestes y bases de apoyo social y político de Alianza País. Betty Tola, Ministra de la Política, debe ser evaluada en su gestión de ampliar la base de apoyo del régimen y ver si es real su fracaso como estratega. Las alianzas provinciales no funcionaron por “sectarismo”, ha dicho el Presidente Correa y lo confirman los protagonistas de ese fracaso. El caso cuencano es evidente muestra de aquello que señala el Presidente. Por principio, a la hora de los cambios de gabinete, no se debería premiar a los que fracasaron renombrándolos con otros cargos estratégicos.

Llegó la hora de repensar la revolución. Se requiere que una nueva actitud revolucionaria que empiece y pase por el movimiento Alianza País y se refleje en la nueva composición del gabinete. Ahora se estrechó el margen de error y no hay todo el tiempo del mundo para mostrar capacidad de gobernanza revolucionaria. Una revolución que genere nuevos liderazgos de cara al 2017. Mandos centrales alineados con el líder que encabece la lucha por el poder en el próximo periodo y mandos medios que soporten el peso de la responsabilidad de movilizar las voluntades ciudadanas. Ya se demostró que no se es invencible. Para recuperar la capacidad de influencia política sobre un país en proceso de cambio, con amplias bases sociales y mandos medios de calidad, hay que hacer una profunda reestructuración, incluso ideológica, del estilo y orgánica política. Y así ver si la ciudadanía generosa otorga una nueva oportunidad, gracias a eso que llaman mística y fidelidad popular. Eso que permite que unidos jamás seamos vencidos.

miércoles, 26 de febrero de 2014

PACO DE LUCÍA ENTRE SEIS CUERDAS QUE CANTAN

Por Leonardo Parrini

Hacia cantar las cuerdas, dijo un crítico al referirse a Paco de Lucia. Y tenía razón. Nunca otro guitarrista clásico pudo sacar tales acordes del instrumento de madera y seis cuerdas. Y eso es poco decir. Paco de Lucía, a la postre, es el instrumentistas excelso del siglo XX que interpretó todos los géneros, a partir del ancestral flamenco hasta encumbrarlo a las esferas de la polifonía clásica. El músico de 66 años, Francisco Sánchez (Algeciras, 1947,) sucumbió a un infarto al miocardio mientras jugaba con sus hijos, a la orilla del mar, en la costa de Cancún donde se había afincado en un refugio hace ya veinte años. ¡Vaya forma de morir, acorde con su forma de vivir!

Y vivió como quiso, con la vida a flor de piel y la capacidad de aprender de ella sin dejar de vivirla. En una mirada de sí mismo, Paco de Lucía, en sus últimos tiempos, dijo: según me hago más viejo, descarto más elementos, busco la esencia. ¿Quién soy yo? Un guitarrista flamenco. Pero desde la piel hasta el fondo de su ser, era un niño, en el sentido lúdico, hasta hiperbólico del término, exaltaba la vida como un loco, pero con ese desvarío que es sabiduría pura: No me enorgullezco de la vida que he llevado, ya no tengo tantas ganas de salir por las noches. Aquellas giras en las que nunca dormía lo suficiente, que llegaba a tocar corriendo…

No tuvo líos con las trascendencias inmanentes. Dios estuvo en su lugar y Paco en el suyo. Me veo más agnóstico que ateo. Yo rezaba mucho hasta que me di cuenta de que era un ritual infantil, confesó un día. A partir de entonces la armonía de actos e ideas rigió su vida, como un acorde de guitarra. El amor se le dio con sentires de placeres encontrados, no buscados. Amó con el corazón en vilo y gozó la vida como un adolescente, a riesgo incluso de la vida: Yo no he sido muy putero, pero me encantaban aquellos ambientes, donde siempre pasan cosas. Y me vi varias veces con una pistola en el pecho.

La música, la vida

La música fue su vida, en el más rotundo sentido del término. Con una trayectoria de cinco décadas dejó grabado 26 álbumes y un itinerario azaroso e intenso. Ahora estoy en una situación vital en la que me siento a gusto y quiero aprovechar las energías para componer, reconoció el músico, en armonía con el ser humano. La vocación musical suya nació en la infancia, estimulado por su padre, un artista popular a tiempo completo. Mi niñez se pareció mucho a la de los gitanos, que eran mis vecinos. Además, mi padre llegaba de mañana con sus amigos, que eran grandísimos artistas, y a cantar en el patio. El padre gravitó en el artista como una corriente vital insoslayable: En mi familia, era la ley. Cuando yo iba con mi hermano de gira por América, siempre me amenazaba: "A papá vas, a papá". Y es que yo me largaba con lumiascas, y, claro, de lo que se trataba era de llevar dinero a casa y no de gastarlo en orgías. Mi padre era muy serio, pero estamos hablando de años de hambre, de pobreza. Le veía irse, aunque estuviera enfermo, a tocar en fiestas de señoritos. Igual volvía a las diez de la mañana, le daba a mi madre los 20 duros que había sacado, y a vender ropa o lo que fuera. No entendía que sus hijos perdiéramos el tiempo, había que ensayar y aprender. Mi sentido del perfeccionismo es herencia suya.

El performance de Paco de Lucia incluye una serie de formatos, desde el dúo sesentero de guitarras que forma con su hermano Ramón de Algeciras o con Ricardo Modrego, musicalizando versos de García Lorca, hasta el coplero que recorre todos los sustratos del arte flamenco. En los años setenta el artista edita Fuente y Caudal (1973) al que pertenece Entre dos aguas. En ese periodo incursiona en retos personales y se adentra en la recreación de partituras clásicas de Manuel de Falla (1978) y en el célebre Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo (1991). Luego toman forma otras experimentaciones musicales, de fusión jazzística, junto a músicos cultores del género como Pedro Ruy Blas, Ruben Dantas o Carlos Benavent, que intervienen en su obra hasta Cositas Buenas. Es el tiempo de creación pura con obras tan representativas como Almoraima (1976), Sólo quiero caminar (1981), Siroco (1987), Ziryab (1990) y Luzia (1998). Y los vibrantes directos registrados en Europa (Live… one summer night, 1984) o Estados Unidos (Paco de Lucía & Sextet live in América, 1993). En una fase internacional integra dos tríos con John McLaughlin y Larry Coryell: Castro Marín (1981). Luego intervendría Aldi Meola, en reemplazo de Coryell. Notable fue su asociación con el pianista Chic Corea en los temas Chiquito y Chick.

El ocaso de su vida lo sorprendió en plena vitalidad. Lúdico, amante del mar y junto a los seres que amó. En ese instante aun fabulaba sueños: Quiero ver si tengo algo nuevo que decir desde algo tan minimalista como es la guitarra. A la larga, eso es lo que se va a quedar y eso es lo que realmente esperan los aficionados y los profesionales, que son finalmente la razón de mis esfuerzos. Y los gitanos, los mejores jueces de lo que yo hago. Su corazón se detuvo sin aviso, como se detienen las cosas buenas, sin estridencias, pero fulminante. Ese instante, Paco de Lucía retozaba junto a sus hijos, como si la vida fuera un soplo, un fugaz juego de divertimento.

martes, 25 de febrero de 2014

ECUADOR HOY: ALGO ANDA MAL


Por Leonardo Parrini

El anchor del noticiero local, Alfredo Pinoargote, mira a su entrevistado con gesto circunspecto. El banquero sonríe. Y en seguida responde al requerimiento de explicar el resultado electoral del domingo 23 de febrero con una idea-fuerza: El pueblo ecuatoriano pidió y votó por libertad, democracia y solidaridad, responde Guillermo Lasso con una naturalidad que sorprende. A continuación, hace un llamado a seguir demandando estas categorías que, según su discurso, se habrían perdido en el país.

Cuando una sociedad reclama libertad en lugar de pedir pan, algo anda mal. Y esto no quiere decir que el pan sea más importante que la libertad. Cuando una sociedad demanda democracia y, al mismo tiempo, participa en un proceso eleccionario sin restricciones, algo anda mal. Cuando ambas peticiones se formulan, sin ambages, en un noticiero de televisión, estamos en presencia de una estrategia de comunicación política de nuevo cuño, pero de vieja data. El banquero entrevistado reitera varias veces la idea-fuerza, y no satisfecho con su alocución concluye: Ecuador es un país que tiene esperanza de que un día la libertad y la democracia brillen con plenitud. No basta la obra física, porque no da libertad. Sonríe pletórico. El anchor sonríe cómplice. La entrevista da paso a comerciales.

Nueva estrategia de la derecha

Oír al banquero Guillermo Lasso no sorprende, puesto que esta trilogía de libertad, democracia y solidaridad es una parodia del ideario reaccionario en defensa de los fundamentos del capitalismo: libertad de empresa, democracia formal y solidaridad de clase. Lo que llama la atención es que se proclamen estos principios en una sociedad que se jacta de ser incluyente y democrática, cuyos derechos colectivos e individuales están claramente amparados en la Constitución del 2008, la más garantistas de la historia del Ecuador. Algo anda mal.

Cuando Rafael Correa ascendió al poder inauguró un proceso de revolución ciudadana con la promesa de profundizar la democracia, a través del ejercicio de derechos colectivos que condujeran al Buen Vivir. Proclamó la libertad, como una forma de recuperar la soberanía del país en la toma de decisiones y en el manejo de la política pública nacional e internacional.  Al cabo de siete años, el Gobierno de Rafael Correa sufre “un revés electoral” en algunas ciudades importantes, mientras que en otras mantiene el liderazgo político. Las elecciones seccionales ratificaron la participación ciudadana en un proceso con plena libertad y en democracia, como confirmaron los observadores electorales internacionales. Pero el banquero opositor nos dice que el pueblo ha votado luchando por la democracia y la libertad inexistentes. Algo anda mal.  

Los vacíos ideológicos

La revolución ciudadana ha dejado un espacio ideológico vacío en la defensa de sus principios y allí la oposición ha clavado sus banderas reclamando libertad y democracia. Algo anda mal en la categorización política de la revolución. No se observa a simple vista un condumio ideológico que refleje el carácter democrático y libertario del proceso, que se deja posicionar como lo contrario de lo que pretende ser.

Pareciera que las demandas sociales ya no son motivo de disputa, así como tampoco las etiquetas partidistas (izquierda o derecha), dado que la ciudadanía ahora busca un diálogo con sus representantes que debe ser atendido, según los analistas. Los episodios desafortunados que protagonizó el régimen son exhibidos como el leiv motiv de la demanda de libertad: la detención de los estudiantes del Colegio Central Técnico, el enfrentamiento verbal con el cantautor Jaime Guevara, el pedido de rectificación al caricaturista Xavier Bonilla ‘Bonil’, la defensa de la minería a gran escala y la luz verde para la explotación del Yasuní; la renuncia simbólica de los médicos en rechazo al Código Penal y el malestar de quienes apoyan la despenalización del aborto. Para algunos analistas, “ahora la derecha está a la ofensiva con un apoyo internacional muy grande” y se proponen virar la tortilla.


¿Cómo pueden los representantes de los conspicuos banqueros rasgar vestiduras por la libertad y la democracia, si el país que gobernaron hasta hace siete años, a través de sus secretarías partidistas, distaba mucho de ser un paraíso de oportunidades libertarias y de participación democrática? Por el contrario, nos heredaron un país represivo y con ciudadanos desaparecidos, con graves falencias en servicios básicos de salud, educación, vivienda, un país sin trabajo para millones de personas que tuvieron que emigrar, un país con una crisis económica sin precedentes y banqueros prófugos de la justicia, un país sumido en complejos de inferioridad política y social. Ese pasado oprobioso de huasipungos, guasmos y cordones periféricos de marginalidad urbana y rural, habla de un Ecuador sin libertad, encadenado a la miseria y sin democracia participativa real.

Hoy que el Ecuador enfrenta el desafío de consolidar el cambio de historia. La oposición al Gobierno, frente ese cambio, pareciera que no tiene nada que demandar en términos de salud, vivienda, oportunidades laborales, educación, participación ciudadana, soberanía internacional, redistribución de la renta petrolera, etc., entonces apela, como una panacea, a reivindicaciones manidas como la “falta de libertad y democracia”. Algo anda mal cuando la derecha política en el Ecuador orquesta una estrategia -según el Presidente Correa- que busca desestabilizar un Gobierno que se propone liberar al país de la dependencia del capital internacional y democratizar la convivencia nacional. Algo anda mal, cuando en ausencia de una didáctica estatal que enseñe los fundamentos libertarios y democráticos del proceso de cambio, los enemigos de la transformación social pretendan imponer un discurso agitador, de fantasía sin imaginación, que insita a asaltar el poder en nombre de una libertad y una democracia que nunca antes les interesó.