GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

jueves, 26 de febrero de 2015

VENEZUELA ¿LA HISTORIA SE REPITE?


Por Leonardo Parrini

La historia se repite una vez como y tragedia, otra como farsa. Esta sentencia histórica del marxismo clásico parece cobrar fuerza en Venezuela. ¿Qué historia es la que se repite en Venezuela? Sin duda la de Chile de los años setenta, cuando un golpe de Estado militar orquestado por las fuerzas conservadoras contrarias al régimen socialista de Salvador Allende, con patrocinio y financiamiento del gobierno norteamericano y sus organismos del Pentágono, pusieron fin al proceso de transformaciones sociales que vivía el país de la estrella solitaria. Que Nicolás Maduro no es Allende, ni Obama es Nixon, está claro. Sin embargo el símil de la situación venezolana con la crisis chilena que precedió al golpe militar chileno de 11 de septiembre de 1973, permite auscultar elementos comunes puestos en marcha en un proceso de desestabilización con carácter golpista en la tierra de Bolívar.

La intervención internacional en Chile en apoyo al golpe de Estado de 1973 que terminó con la vida de Salvador Allende y con el proceso revolucionario de ese país, se enmarca en un contexto en que EE.UU consideraba como prioritario de su geopolítica impedir el avance del socialismo y del marxismo en América Latina. El apoyo norteamericano a la contrarrevolución chilena consistió en aporte económico a medios de comunicación, partidos políticos y organizaciones opositoras, con el propósito de crear las condiciones para un golpe militar amparado en el creciente descontento de la población contra el régimen. En esa línea de acción se propiciaron y financiaron paros de sectores estrategicos como el transporte, empresas productoras de productos estratégicos, acaparamiento de víveres para provocar desabastecimiento, y de este modo generar el descontento ciudadano. Creación de organizaciones armadas de ultra derecha, como el grupo facista Patria y Libertad. Organización de asonadas de violencia callejera por parte de  estos grupos, con utilización de estudiantes secundarios y universitarios. Asesinato de personajes públicos, civiles y militares de alto rango para provocar la reacción de las FF.AA contra el Gobierno. Y finalmente, la ejecución del golpe de Estado, con la puesta en marcha de un plan de acción que incluyó reuniones secretas entre militares, sectores de oposición y agentes de la CIA norteamericana, acción que prosiguió con los ataques aéreos y terrestres a la sede de gobierno y posterior represión violenta durante 17 años de dictadura a los opositores al régimen de Augusto Pinochet.

Venezuela de Maduro

Venezuela en el 2015 enfrenta una crisis provocada por la oposición política que impulsa un proceso de desestabilización en ascenso, caracterizado en los actuales momentos por un clima de violencia generalizada y una marcada polarización de la lucha política. En todo proceso de contrarrevolución la violencia es un detonante que desencadena una escalada que no se detiene hasta conseguir los objetivos desestabilizadores. A la muerte de Hugo Chávez la oposición venezolana identificó los puntos débiles de un Nicolás Maduro -que aún no estaba maduro para gobernar- y, que con el paso del tiempo, no ha mostrado un liderazgo político capaz de consolidar el proceso revolucionario iniciado por su antecesor. De hecho, Maduro ha sido duramente criticado por el opositor Henrique Capriles como “corrupto” y por expedir una ley habilitante para gobernar al margen de la Asamblea Nacional con la que hizo posible el control de precios y uso de divisas. Con esa medida Maduro enfrentó lo que llamó “la guerra económica”, desatada por los sectores productivos que provocó el alza de precios y el desabastecimiento de productos básicos. El país bolivariano enfrenta una crisis con un 56% de inflación y escases del 28% de productos y alimentos básicos, según cifras de enero. El papel higiénico, la leche, el aceite y el café destacan entre los productos faltantes, en tanto el gobierno atribuye la escasez a un boicot de la oposición, pero los empresarios la consideraron “una consecuencia de políticas como el control de precios, de cambios y otras que espantan a los inversionistas”. Los comerciantes especulan estableciendo precios hasta 200 por ciento por encima del costo real a determinados productos de la canasta básica. Un informe sobre Venezuela señala que “el sector privado representa alrededor de 70 por ciento de la producción venezolana, es decir, una mayoría considerable que tiene parte en la estabilidad o inestabilidad económica de la nación. El conglomerado del sector privado, liderado por Fedecámaras y Consecomercio, ha sido históricamente contrarios al modelo socialista venezolano. Ambos organismos fueron parte del fracasado golpe de Estado de 2002 contra Hugo Chávez. De hecho, el entonces presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, fue quien “tomó posesión” de la presidencia de Venezuela de forma arbitraria”. Lo cierto es que en 2014 fueron incautadas más de 28 mil toneladas de alimentos que estaban destinados al contrabando. Esta semana fue intervenida temporalmente la empresa distribuidora Herrera C.A. que acaparó en el estado de Zulia más de mil toneladas de alimentos y productos básicos. Hace pocos días fue intervenida la sede de esa empresa en el estado de Anzoátegui donde escondían rubros de necesidad básica por más de 45 días.

Un golpe en marcha

Uno de los hitos que marcó el inicio del actual clima de desestabilización fue el asesinato de la artista Mónica Spear, que puso la violencia en Venezuela en las portadas de medios internacionales. Las actuales sonadas de violencia callejera comenzaron en el estado Táchira, en el oeste del país. José Gregorio Vielma Mora, representante del Gobierno denunció el 6 de febrero que un grupo de estudiantes “asediaron su residencia con bombas, piedras y balas que generaron daños en la sede oficial, situación que causó la detención de un grupo de jóvenes de entre 16 y 20 años de edad”. En los siguientes días las protestas violentas continuaron con un saldo de tres muertos y decenas de detenidos y heridos. El ministro del Interior, Miguel Rodríguez, acusó directamente a políticos de oposición y a activistas de estar detrás de un plan que se gesta desde hace "bastante tiempo para conducir al país a una salida irracional, inconstitucional y violenta". La connotada periodista Eva Golinger,  en una inquietante declaración sostiene: Hay un golpe de Estado en marcha en Venezuela. Las piezas están cayendo en su lugar como una mala película de la CIA. A cada paso un nuevo traidor se revela, una traición nace, llena de promesas para entregar la papa caliente que justifique lo injustificable. Las infiltraciones aumentan, los rumores circulan como reguero de pólvora, y la mentalidad de pánico amenaza con superar la lógica. Titulares en los medios gritan peligro, crisis y derrota inminente, mientras que los sospechosos de siempre declaran la guerra encubierta contra un pueblo cuyo único delito es ser guardián de la mayor mina de oro negro en el mundo.

Nicolás Maduro en una reacción de molestia dijo: “Yanquis del carajo, a Venezuela se respeta” y emplazó a Barack Obama a que rectifique y ordene el caos de su acción política hacia ese país y que cese "la conspiradera y golpes de Estado". El alcalde de Caracas, el opositor Antonio Ledesma fue detenido por orden de la fiscalía por promover un presunto golpe de Estado en Venezuela. Miles de venezolanos se volcaron a las calles nuevamente para exigir su  liberación. Como prueba del eventual golpe de Estado, Maduro citó un documento firmado por Ledezma, el dirigente opositor Leopoldo López, encarcelado desde hace un año, y María Corina Machado, destituida de su escaño de diputada en 2014, denominado "Acuerdo nacional para la transición", difundido por la prensa local el pasado 11 de febrero y que plantea una serie de propuestas políticas y económicas. Los últimos hechos de violencia cobraron la vida del estudiante de 14 años Kluiverth Roa a manos de la policía, en un confuso incidente callejero que incrementó el clima de enfrentamiento.

Lo sorprendente es el “clamoroso” silencio internacional sobre la situación de Venezuela. Las reacciones de los países de la región son disimiles. Colombia, México, Brasil y España ensayaron una tibia condena. La CELAC manifestó “su preocupación y solidaridad” con Venezuela. Bolivia, Cuba y Argentina toman partido por la teoría conspiratoria auspiciada por EEUU. Unasur, a través de su presidente José Mujica, se pronunció en una ambigua denuncia: "hay el peligro de un golpe de Estado izquierdista en Venezuela, con lo que la defensa democrática se va al carajo”, dijo Mujica como Presidente de Uruguay.

El proceso venezolano evidencia una situación innegable: A América Latina le falta aún carne y hueso para defender principios de fondo y a los procesos de cambio con gobiernos que deciden separarse de la geopolítica norteamericana. Frente a la coyuntura en Venezuela no caben el silencio ni las posturas abstractas de solidaridad y preocupación, sin identificar a los responsables de la crisis. Una oposición aupada por intereses foráneos e internos frente a un gobierno que difícilmente mantiene control sobre la situación política local. Ojala los acontecimientos cambien el curso de una historia que de repetirse en Venezuela, será como tragedia.

miércoles, 25 de febrero de 2015

LA DERECHA UNIDA…PODRIA SER VENCIDA



Por Leonardo Parrini

Dios los cría y el diablo los junta, expresó una anciana en la puerta del local donde se realizaba la convención nacional de Sociedad Unida Más Acción SUMA en Cuenca. En ese contexto la derecha política ecuatoriana hacia un nuevo intento por reagrupar fuerzas para enfrentar a la testaruda revolución ciudadana que no da tregua. Hasta esa ciudad arribaron Jaime Nebot y Mauricio Rodas, alcaldes de Guayaquil y Quito, respectivamente, convocados por el conclave derechista en el marco de la rendición de cuentas del Prefecto del Azuay, Paúl Carrasco.

Las intenciones eran claras, pero las explicaciones no lo fueron tanto: Nebot dijo “Hemos venido a sellar un compromiso conjunto y sellar la unidad, la indispensable Unidad Nacional, que hace años venían “comentando y cuajando”.  A confesión de partes relevo de pruebas. La derecha busca unificar fuerzas para lidiar en la arena política con el oficialismo de cara a las elecciones del 2017. No obstante, esta intención es desmentida por Cynthia Viteri quien aseguró a pie juntilla que “nadie ha hablado de elecciones ni de hacer oposición al Gobierno”. Y a renglón seguido dejó en claro sus propias intenciones: “Queremos decir al mundo o al país que solamente con la descentralización y con el respeto de las autonomías se podrá progresar”, indicó. Afuera del recinto, algunos partidarios de la tendencia derechista coreaban: “Viva la democracia”, haciéndose eco de las palabras de la ex parlamentaria. Al grito unificado de una barra traída de Guayaquil, Jaime Nebot alzaba las manos en señal de popularidad.

Entusiasmado con los gritos proferidos por las barras, Paul Carrasco subió al escenario, habló de la democracia y de su triunfo el pasado 23 de febrero, en un panegírico de la libertad, según él conculcada. Nebot, en declaración de réplica, se apresuró a decir que el frente unido no tiene aún un protagonista principal. Mientras que Carlos Vera, el ex presentador de noticias, en su habitual desenfado, se negó a dar declaraciones para los medios públicos.

Mauricio Rodas, más político que de costumbre, se limitó a decir que hace un año él tuvo que enfrentar “un aparataje gubernamental y que participó en forma abierta en las elecciones”. Y agregó que ahora es hora de defender y promocionar los principios del 23 de febrero. En otras palabras, el discurso de oposición al régimen de Rafael Correa. Aunque la unidad acusó dos ausencias notorias, el Alcalde de Guaranda, Ramsés Torres, y el Alcalde de Cuenca, Marcelo Cabrera, ambos inasistentes por motivos ajenos al encuentro.

La celosa unidad

Este no era el primero ni el último conclave derechista sin humo blanco. Anteriormente, el 12 de septiembre del 2014 habíanse reunido en Guaranda los Prefectos y Alcaldes de la tendencia. En esa ocasión, y encajonados en la ciudad de la siete colinas, habían asistido a "una falsa posición separatista entre los GADs y el Estado ecuatoriano”, según la visión de Alianza País.  

Lo cierto es que desde Guaranda el discurso de la derecha unida aún no se unifica. No exhibe coherencia programática aun cuando refleja, precisamente por reflejo, un común denominador ideológico que siempre ha estado presente en el ideario de la reacción. Un estatuto de declaraciones abstractas y generalizantes referidas a la defensa de la libertad y la democracia como adalides del capitalismo neoliberal. Así las cosas, podemos colegir que la derecha unida si podría ser vencida en las próximas elecciones de continuar a la deriva política, con predominio de posiciones personalistas o regionales, o con énfasis en declaraciones sin carne ni hueso.

La derecha unida podría ser vencida porque no tiene proyecto político sólido ni innovador. Carece de un discurso que vaya más allá de la defensa de "las libertades y la democracia" -vigentes por lo demás-, maquillando de esta forma sus verdaderos intereses de clase. El no proponer un plan de gobierno factible y coherente, acorde con los grandes intereses nacionales y ciudadanos, acusa una falencia que se observa hace rato en la tendencia derechista ecuatoriana. Reincidir en el pecado social del neoliberalismo económico y político, es poco menos que un suicidio electoral. Si a eso se suma un innegable instinto de revanchismo, estamos en presencia de un proyecto de unidad derechista que nace abortado, en el intento de restauración conservadora. A estas alturas del partido el pueblo ya no come cuentos en base a los discursos de patéticos cadáveres políticos que saltan a la palestra con cinismo sin igual, o de aquellos imberbes activistas que aún no se ponen pantalones largos en una arenga política de alta competición. Aunque el pueblo siempre tiene la última y sabia palabra.

domingo, 22 de febrero de 2015

LAS CINCUENTA BRAGAS DE BERTA


Fotografía Flickr
Por Aitor Arjol 

La primera. ¡Ay la primera! De nylon. Tan blanca como una china sin tomar el sol. Colgada y puesta a secar. Todavía con aquella mancha que eran los resabios del amor. Una alba picardía cuyo paraíso la distinguía el viento. En la azotea. En la polvorienta mugre del centro histórico. La única claridad que venía de mi sexo oscuro. Y allí se quedó. La costumbre de olvidar que nunca se me fue. Ni por duelo ni por ser distraída. Es que aquel en cuyas narices dejé mi primera braga era de lo más fetichista. Un negro como una cueva de grande. Venga para acá, mi Berta, mi caliente Portuondo. Qué gracia le hacía mi apellido. Tanta gracia que aquel negro, como si bajara del Olimpo, y con su sonsonete, me dijo que Portuondo, por tu hondo vientre se irá de visita mi boca. Y tanto que se fue. Sobre un sol regalado con tanto peine. Y ahí se quedó. La braga que más ganó el norte.

No como la segunda. Menuda suerte la segunda. Bordada con la aguja de mi abuela. Un suculento azul de olas a lo largo del trecho para tan largos muslos. La tuve que dejar despacio. No sé por qué. Tal vez me escocía la suerte. O tuve que salir temprano sin pedir un taxi. Porque aquel rumano roncaba. Parecía una guerra abierta por el ruido de tanto cerro. Un hospital de gritos. Sé que había bebido. Unas cuantas cervezas sin esquina a las que rompimos la etiqueta. Y entonces es cuando me dijo, no tan sonriente como aquel negro pero sí tan serio como un catedrático de filosofía, que si desprendía la etiqueta es porque tenía problemas con mi sexo, o con el de él, así que para comprobarlo necesitamos un par de horas después de haber roto el protocolo nocturno de aquel garito. Dos horas para gritar. Para determinar al contado el perímetro de tanto exceso. Dos kilómetros de amor en línea recta. Pero cuando se quedó dormido. Qué estrépito. Me quité su pierna de en medio y, con cuidado y sin mucha solera, traté de vestirme pero no encontré mis bragas bordadas que, según los fantasmas, echaría a volar por la ventana, hasta el patio, aquel espacio rendido por la mirada de una abuela en el segundo y una mala suegra en el tercero y un par de trasnochadores enfrente.

Y después la tercera. De un rojo decente. A prueba de pasiones pero el terror de los becerros. De estas anchas, y bien cacheteras, que si las viera un toro de lidia con ese par de cuernos tan impenitentes y eso que les cuelga detrás del rabo sin malos tratos porque yo también tengo sentido del humor y en cualquier rato se me entregan las ganas de tener la mente tan sucia como la pastilla de jabón de un delincuente de la limpieza. Pobres bragas para tan rico toro. Porque las dejé colgando de un cuerno derecho en aquel cortijo. Porque me apetecía. Porque quería demostrarle al del traje de luces que para cuernos mis bragas rojas. Toma toreo. Me embistió de frente. Sin esperar. Después de una tarde loca tras el ruedo. Pues en la feria fue la que más aplaudí. Y le había vertido mi sombrero gris y mis labios prietos. Esos labios que gritan cuando gusto de aquel estoque con el que pasaba revista a tanta faena. Olé por aquí. Olé por allá. Y después le pedí un autógrafo con ánimo. Y Berta véngase conmigo. Como una mariposa. No me sea arrabal de pueblo. Y me tomó. En pleno viaje a la campiña. Lejos de las encinas. En aquella casa con olor a oro y grana. Con tanta escalera. Con el pozo exclusivo. Un agujero profundo hacia la primera línea de agua en la que alcanzaba un velorio de sed.

Y así prosiguió mi costumbre. Una letanía de bragas. Una sombra de ropa íntima. A veces por descuido. Otras por simple trance. Unas mordidas. La sexta completamente desbaratada. La undécima arrancada de cuajo. La duodécima entre los dientes de su presa. Y yo sin cardenales ni obispos ni tacones divinos y sin medias blancas hasta la duodécima, que me llegó hasta el culo con sus lágrimas. Así me rogó. En el malecón. En la orilla donde algunos pescadores arriendan la suerte a los camarones. Medio sordomudo. De tez curtida por las redes. Un tragaluz de cadencias. Cierto día, a las ocho de la mañana, con veinte minutos de retraso por parte del de la braga anterior, por eso de las plañideras, me fijé en él, mientras me pintaba las uñas sentada en el banco más próximo. Hastiada porque el otro llegara tarde. Después me diría. Es que se me pinchó la llanta del malévolo carro. Miré hacia otro lado. Al que descargaba la caja de media docena de corvinas cuya piel estaba rasgada por el hielo. De músculos anchos afanados por aquel sombrero amarillo. Una caricatura de fieltro gastado por el mal viento de la costa.  Y el también clavó sus ojos en mí. Y dejó la caja en el suelo. Y el destino sopesó su violencia. Me columpió sobre la barca. Y los remos se rompieron en un espejismo. Y abrí las piernas como si recibiera un puñal con olor a pescado. Y los cangrejos soñaron que aquellos gemidos eran la sangre que por mis venas resucitaba bien acompañada por tanto golpe de cadera. Y la braga a dentelladas. Dios mío. Tanto alarido. Se le quedó trabada entre dos duras muelas después de tanto exceso. Algo parecido a lo que le sucediera a la trigésimo segunda. De par en par. Con otras tres que le antecedieran. Una en el pomo de una puerta. La otra dentro del congelador. Y luego otra de la que nunca hubiera sabido, porque me robaron el bolso camino del centro, entre las apreturas del autobús que no era precisamente de lujo, sino una cama mal puesta con cuatro ruedas en no sé qué parte de tu grueso firmamento.

Pero la trigésimo segunda fue uno de los mayores triunfos. Con un payaso de circo que en sus ratos era cocinero. Pues instalaron la carpa no sé qué acerados machos de torso desnudo, junto al parque de cierto arbolito, todos ellos con la piel morena, a los que no les faltarán besos salvo un par de ellos que iban en busca de guata de su mismo género. Y yo que acostumbraba a trotar por allá, antes de entrar a un frío despacho donde el jefe no era más que un pobre desgraciado con su familia en Estados Unidos y aún se atrevía a flirtear hasta con la rata que salía de su agujero en busca de algún trozo de queso sin vástago. Y ahí estaba él. Limpio de escoria. Íntegro. De una pieza. Esfumándose en la gracia de su tenue sonrisa. Al aire libre. Sentado en un escritorio de plástico al que habían dotado de un espejo poco más que provisional. Vacilándose frente al espejo. Que feo eres. Más feo que el pecaminoso mudo que aligera las horas locas de la farándula en los cumpleaños que concluyen con una orgía de lo más caliente. Pero mejor feo y honrado que con holgura en la entrepierna. Y le escuché decir esto. Cómo eso que no te vale la holgura. Y me la mostró. Vaya que si me la mostró. Y no me quejé nunca de malos tratos, sino que ahí le dimos y, en prueba de ello, le obsequié con esa braga, negra y rugosa como el grano más bello de la naturaleza, que él, como no tuvo otro sitio donde esconderla, la metió en la paila, recién limpia, donde acostumbraba a hacerse unos patacones antes de cortarse las orejas y después de tener más hambre que una marmita de sedientos armadillos.

Y así fui sumando las bragas. Unas en plan caliente. Alguna que otra, producto de la casualidad. La de la semana pasada, en la lavandería, puesto que no la limpiaron bien, y mira que les insistí. Que era una mancha de chocolate. Cosas de la fantasía. Mire usted. No tengo culpa de que me repasen una manada de lenguas. Hasta que pasé por la Librería Española. Y por otra que coleccionaba miserias sobre la felicidad y el éxito. Y otra donde un montón de nuevos autores se esforzaban en atraernos con el morbo de soeces y groserías. Que si el semental del pantano. Que si los besos de la araña en el ombligo de tu belleza. Que si el rabo que te azota como el látigo de un negocio. Que si la sed de los pezones. Tontos escritores que se piensan que escribir es como coser el botón de mi blusa. Y llegué a un libro. Uno que tenía cierto número. Y alguna sombra. Y algo así como un centenar de mujeres de toda edad y circunstancia, con la boca sedienta, con ganas de abrir sus páginas, con la piel húmeda producto no sé si de la espera o de lo inútil de la adicción madura. Unas que si los hombres son un funeral. Las otras que no les necesitamos. La rubia que me basta con plata. La chiquita que le dije que no a un banderillero. La más morena que iban a hacer una noche de chicas para hablar de los miembros de sus maridos. Pero todas ahí, aprendiendo a malvivir de un triste cuento al que llamaban literatura. Y yo, que ni corta ni perezosa, le dije al dependiente. Véngase para acá. Deme la dirección del baño. Y él me indicó. Y yo le tomé de la corbata como si fuera la soga de un preso. Y le metí dentro. Bien guapo. Todo mi prisionero. Si capacidad de fuga. Y le di tan duro que gritó como si yo fuera su musa. Como si en vez de lástima le diera bombilla para sus luces. Y le dejé blanco. Tendido sobre el lavabo. El perfecto retrato de un amante exhausto. Y me recompuse. Solo la falda. Luego las medias. A continuación los zapatos de medio tacón. Me acomodé el cabello lo mejor que pude. Me fundí en una sonrisa. Salí como si nada. Pero antes. Llevaba mi braga. La intimidad que llegaba al medio siglo de experiencias sexuales sin desperdicio. La braga número cincuenta. Con etiqueta sin marca conocida. Una nube de bocados. Verde como la selva. Con una gatita jugando con una pelota de nieve en uno de los costados. Y así como traspasé aquella larga cola de mujeres sin clave. Encima del mayor grueso en la pila de aquellos libros con el mismo título que ellas estaban esperando con el ansia que desean lo que yo me callo. Alcé el brazo. Tiré mi braga. La braga más literaria. Ahí tienen. La braga de Berta. La del número cincuenta.

sábado, 21 de febrero de 2015

EL WEBEO EN LA POLÍTICA


Por Leonardo Parrini

Cuando el sociólogo canadiense Marshall Mc Luhan anunciara en la década de los sesenta la globalización de la comunicación en una gran “aldea global”, hacía referencia a “las consecuencias socioculturales de la comunicación, inmediata y mundial de todo tipo de información, que posibilitan y estimulan los medios electrónicos”. En otras palabras, aludía a un medio que permitiera ver y oír personas en el momento y lugar donde ocurre la comunicación y en tiempo real. El concepto, mencionado por primera vez en el libro Guerra y paz en la Aldea Global, 1968, sugiere una aldea global que reproduce las condiciones de comunicación de una aldea real donde suceden acontecimientos cotidianos y personalizados. El cambio sugerido por Mc Luhan lo estamos viviendo hoy con el advenimiento de un fenómeno mediático virtual que pasó a formar parte de nuestra vida cotidiana. El ancho mundo se ha convertido para nosotros en “una pequeña aldea global, cuyas características de los medios hacen emerger en la sociedad comportamientos tribales”.

Y ese comportamiento ha dado paso a lo que podríamos denominar la ciudadanización de la política y la personalización de la comunicación, que mucho antes de que fuera enunciada como un derecho, se vino gestando en la práctica diaria, cocinando en la fragua de la vida democrática de la sociedad. Ambos son fenómenos caracterizados por la participación activa y directa de la gente común en el hecho político y comunicacional. Este nexo comunicativo, sin intermediación, se acentúa con el surgimiento de las redes sociales que son el medio ciudadano y personalizado por excelencia. A partir de este hecho, dos instituciones acusan una merma de clientela, los partidos políticos y los medios tradicionales de comunicación que ven cómo la ciudadanía prescinde de ellos, en un momento determinado, para ejercer el derecho a la participación política y a la comunicación de manera directa.

En este contexto asistimos en el Ecuador al fenómeno que denominaremos intencionalmente el webeo en la política, es decir, la práctica electrónica de ejercer opinión política en la web, valiéndose del humor en los llamados memes o fotos con uso de textos satíricos. Esta circunstancia devino en la trivialización humorística de acontecimientos y personajes políticos con una difusión temática de hechos intrascendentes, como aquel que hace alusión a que si el Presidente Correa puede o no hacer compras en sus viajes al exterior, publicado en uno de los nemes de Crudo Ecuador

La cuenta de Facebook y Tweeter llamada Crudo Ecuador, página de sátira política puesta al aire en un “sitio de opinión y libre expresión con toque humorístico y sarcástico”, ha generado una polémica sobre el libre uso de las redes sociales. Las imágenes de esta página “no representan una realidad, todo es manipulado”, dice en su descripción en Facebook, principal plataforma que utiliza. Según  información disponible en su perfil, la página funciona desde julio del 2012. Allí básicamente se postean memes que se burlan del Gobierno, práctica que el Presidente Rafael Correa ha calificado de “ataque sistemático y financiado”, con vinculaciones con un partido político, cuyo autor mantuvo el anonimato hasta hace poco luego de ser investigado. En respuesta el mandatario ecuatoriano anunció la activación de  “10 000 voluntarios” para que actúen frente a estas páginas que, en sus palabras, tienen a una organización política detrás y que usan sistemas de inteligencia.

La trivialización de la política

La trivialización o el webeo en la política cuenta con otros actores anónimos como la cuenta Ecuatoriano hasta las huevas que se burla del Gobierno, de la Policía y del Alcalde de Quito. El Mercioco es otro sitio web que difunde noticias distorsionadas en un formato de periódico virtual. Junto a estos medios está El Republicano, definido como un pseudo medio informativo de circulación en la web. Ante estas manifestaciones, el Presidente Correa no duda en su respuesta: “cada vez que se haga una de estas tonterías, se mandará a las redes un mensaje (para) acudir a tal página. Se verá toda la explicación del caso para que la gente rebata tanta mentira y tanto abuso en las redes sociales”. Por eso el Gobierno estimuló la creación de la web Somos + para enfrentar dicho “desprestigio” y que sean los mismos internautas quienes respondan: “Si ellos mandan un tuit, nosotros mandaremos 10. 000”, advirtió Correa.

Esta guerra mediática virtual no declarada, pero asumida en las redes sociales con sarcástico tono de crítica, amerita algunos interrogantes: ¿por qué es desestabilizador su mensaje satírico, acaso toda crítica al orden imperante supone una suerte de subversión política? Y ¿cómo es que -según Gustavo Abad, profesor de Comunicación en la Universidad Central- el discurso del poder es tan restringido y empobrecido que le hace imposible dialogar con campos semánticos más amplios, como el de la metáfora, la parodia, la risa, la poesía y el periodismo? Si la ciudadanía se ha empoderado comunicacionalmente con la presencia de medios electrónicos alternativos de uso diario y directo,  esto debería fortalecer la convivencia social, a partir de una profundización de la democracia. Pero, contrariamente, este empoderamiento por el fenómeno de la ciudadanización de la política y la consecuente personalización de la comunicación, hace pensar a algunos funcionarios del Estado en la posibilidad de legislar el control de las redes sociales en el Internet. Así lo deja entrever Mauro Andino, presidente de la Comisión Ocasional que procesó la Ley Orgánica de Comunicación, cuando se apena que “el Internet y las redes sociales se utilicen para causar daño a las personas”. No obstante que existen activistas virtuales que se esconden “en páginas falsas creados desde ciertos centros clandestinos para atacar la reputación” de las personas”, según la Ley de Comunicación, las redes sociales no pueden ser reguladas ni sancionadas. Sin embargo el Superintendente de Comunicación, ha sido claro: “más temprano que tarde” será necesaria una legislación.

En tanto, en las últimas horas se conocía que la cuenta de Crudo Ecuador había sido suspendida luego de que el autor, ya identificado, recibió amenazas en su domicilio. El activista cibernético anunció en Facebook, como administrador de la página satírica, su retiro de carácter definitivo de las redes sociales: “Bueno señores, hasta aquí llegó todo”. Simultáneamente circuló en Facebook un manifiesto por la libertad de expresión, el anonimato y la privacidad en la red: La sátira y el anonimato no deben ser objeto de intimidación, online u offline. Considerando que los derechos humanos garantizan la libertad de expresión, la intimidad (privacidad), entre otros derechos que se encuentran reconocidos en la Carta Universal de Derechos Humanos, en la Constitución, en el Código Orgánico Integral Penal, en la Ley de Comunicación y en el proyecto final de Ley de Telecomunicaciones, y diversos acuerdos internacionales. Sin duda, sería un síntoma de descomposición e intolerancia política llegar a controlar el uso de las redes sociales por medio de una ley que regule el uso del Internet. La democracia es una marea que sube y baja al ritmo de la participación ciudadana, aun cuando esa participación sea satírica y se traduzca en trivial webeo en la política.