GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

jueves, 24 de septiembre de 2015

ABDÓN UBIDIA Y EL ETERNO RETORNO DEL TIEMPO

Fotografías Leonardo Parrini
Por Leonardo Parrini

En su apartamento de las Torres de Almagro, en Quito, parece no transcurrir el tiempo. El eclecticismo de la decoración, -de exquisito gusto, por lo demás-, remite a una atmósfera atemporal donde es posible encontrar una pintura de Stornaiolo, un panel con íconos de remotos lugares del mundo, un jarrón de porcelana milenaria o un souvenir traído recientemente de Atenas. Me recibe afable Abdón Ubidia, como gran anfitrión a su eterno vecino. Vamos a terciar nuestro segundo conversatorio periodístico, íntimo, suscitador, grato en todos los sentidos. Me ofrece un puñado de sus libros y me parece reconocer textos que han dejado una huella marcada, a fuego lento, en mi espíritu. Lo digo, porque la lectura de Ubidia siempre será reposada, anchurosa como un sobrevuelo a una inteligente diversidad de temas. Esta vez vamos a hablar de su libro Tiempo, que será presentado el próximo 6 de octubre en la Casa de la Cultura. Un texto en el que Abdón Ubidia reflexiona a acerca de los designios de un enemigo silencioso, -el tiempo- y que, en su páginas se convierte en una circunstancia acaso promisoria.  

En tu libro has insinuado que el reloj no es el que marca el tiempo, sino el tiempo marca los relojes. Si esto es así, ¿qué es lo que marca el tiempo?

Yo había escrito un cuento que se llama Relojes, en el que un protagonista compra esos relojes digitales de la década de los ochenta donde desaparecía la esfera de manecillas y solo asomaban como pulsaciones los números. En el reloj de manecillas uno podía ver el decurso del tiempo, el pasado que se va volviendo presente y va hacia el futuro. Que hay una circularidad en el tiempo que promete que volverá con sus días y sus noches. Esta es la promesa del eterno retorno del tiempo. En la esfera de manecillas podíamos mirar el centro y eje que lo organiza todo. Ese reloj marcaba certeza, la idea de un centro ordenador, llámese Dios o llámese racionalidad. De pronto asoma el reloj digital que no nos permite ver el presente instantáneo con un deseo en donde asoma el momento, el instante. El antiguo reloj mostraba una concepción del mundo, no era el reloj lo que marcaba al tiempo, era la época lo que imponía la posibilidad de construir un reloj. Este reloj digital nos está mostrando un tiempo vacío, sin certezas, un tiempo sin pasado y sin futuro, sino sin centros ordenadores. A lo mejor, ese es el tiempo de hoy.  El cuento terminaba con una escena en la que alguien había inventado un reloj que marcaba tu tiempo de vida, lo que te queda. No pueden ser inventados los relojes gratuitamente, sino cuando una concepción del mundo exige que existan.

Dice Bertolt Brecht que las nuevas épocas no comienzan de pronto, ¿puede la literatura adelantar una época?

De hecho, la literatura ha adelantado todas las épocas. El Quijote está anunciando ya la oposición de razón-locura que regiría luego, dos siglos después. Kafka, su literatura, en El Proceso, libro cuyo protagonista es juzgado por algo que no es. Entonces ocurre que su mujer Milena fue ajusticiada, pocos años después, por el hecho de ser judía. Qué decir de Julio Verne y la literatura de ciencia ficción y anticipación. Sostengo que vivimos presos en un palacio de espejos, la mente humana ya está hecha, que no puede inventar lo desconocido, sino que piensa siempre lo mismo. Yo creo que toda literatura se anticipa, porque no requiere de las deducciones lógicas de los aparatos racionales, autolimitados, que la academia impone, sino que se adelanta en la medida en que acude a un elemento supremo: la intuición y los presagios.

Y las utopías…

La literatura está hecha, no solo de utopías, sino de distopias.

“Somos más que nada, tiempo.”

Confronto dos ideas de tu libro: por un lado dices que el tiempo es la incógnita actual, y por otro, que la literatura explica lo inexplicable. ¿En qué medida ésta contribuye a desentrañar el tiempo?

Ahora no tenemos una ciencia que nos diga qué es el tiempo. Un pensador genial como Einstein, escribe en su Teoría de la relatividad que el tiempo es una dimensión más de la materia. Pero la teoría quántica desmiente aquello. Extrapolando una idea de Heidegger, diría que estamos hechos de tiempo, somos más que nada, tiempo. No es el espacio lo que genera el tiempo, es el tiempo lo que genera el espacio; creo eso y más que seguro que estoy equivocado, ojalá que sea así. Tengo una vieja idea que es que la literatura explica lo inexplicable, pero también lo explicable. Pero yo no puedo explicarme muchos hechos como la vida y la muerte, las coincidencias o los destinos macabros. Faulkner explicó lo inexplicable y Balzac explicó lo explicable y lo inexplicable de la sociedad burguesa de Francia. Pero no explica el enigma que eso me provoca. Y también el realismo social tiene un límite, no puede explicar lo que explican las tradiciones orales, otro modo de entender el mundo. Cómo alguien vuelve de la muerte, cómo hay aparecidos en el universo de mitos. Eso para mí es una verdad, y como la literatura explica lo inexplicable, se mete con el tiempo. Ahí solo pueden entrar los literatos a explicar el enigma.

Tu afirmas en el libro Tiempo que los filósofos son un pretexto para expresar los cambios de las relaciones de poder entre ricos y pobres. ¿La literatura puede alterar estas relaciones?

Bueno, de hecho que sí. Brecht se desquitaba de los burgueses de su tiempo en sus obras, por ejemplo en la ópera Tres Centavos.   

La literatura suele ser un temporizador, un catalizador del tiempo que hace que las cosas sucedan, porque se anticipa ellas; pero, al mismo tiempo es memoria. ¿Qué opinas de esta dualidad, o solo existe el presente?

Vuelvo a la idea existencialista que lo que tenemos entre las manos, solo es el presente. El futuro no existe, está hecho de proyectos pensados que se cumplen o no, y llegas al vacío. Galeano decía que las utopías solo sirven para dar un pasito más hacia ellas, pero que se cumplan, difícilmente. El futuro es el presente que va a llegar, y el pasado es el presente que fue. Lo que va quedando es una memoria. El presente es algo que se desplaza, que va dejando una huella que es el pasado, y que va abriendo  promesas que son futuras.

En aquello de cotejar nuestro tiempo y la literatura, permíteme sugerir que hagas una caracterización de cuáles son las señas particulares de nuestro tiempo y de la literatura actual.  

En mi libro La Aventura amorosa sostengo que el pensamiento hegemónico es imposible, y lo que existen son pensamientos fragmentarios. Si los discursos están fragmentados a nosotros nos queda la posibilidad de eclecticismo, de pensar una y otra cosa sin contradicciones. Algunos le llaman posmodernidad, yo no estoy tan acuerdo. Habermas dice que lo que llaman posmodernidad no existe, es un momento de vacilación de la modernidad. Yo creo que esta época, a diferencia de la modernidad que era un proyecto, -del desarrollo de los estados nacionales y del capitalismo-, en este momento es muy difícil establecer promesas, éstas están dadas por los mentirosos, los charlatanes y los negociantes.

"Estamos solos en el mundo"

Hay una idea que manejaste brillantemente en Referentes. En esta incerteza, en estas dudas, en estos vacíos, tú bogas por volver a los grandes referentes, extraviados en el mundo… 

El problema es que en el vacío surge la desesperación y surge la incertidumbre. Vivimos en una época de incertidumbre, pero si te conformas con la incertidumbre y la desesperación, evidentemente tu futuro no sabes que será, pero tu presente podrá ser arruinado porque te aferraras a cualquier idea de promesas redentoras de futuro. Y eso es lo que ha hecho el neoliberalismo, la utopía neoliberal que promete la desigualdad absoluta. La idea es que –como decía la Tacher-, la desigualdad permite el dominio de los mejores. Los resultados del neoliberalismo son dramáticos: el 1% de la población de los EE.UU capta el 99% del crecimiento de la riqueza. Grecia es un ejemplo donde se privatiza todo. Alemania se ha tomado Grecia, sin armas, con una ideología y una economía perversas. Vengo presentando mi segundo libro en Atenas, traducido al griego. Lo que me enorgullece, la industria cultural está bien, lo demas está destrozado. Carlos Slim gana 16 millones de dólares diarios en México, mientras el 60% de los mexicanos no llega a ganar 3 dólares al día. Esa gran diferenciación genera una violencia absurda, mientras los narcos están ahí dispuestos a reajustar, a sangre y fuego, a como dé lugar ese esquema. El neoliberalismo ya está viviendo su utopía de abolir todos los referentes. En el arte se ha suprimido el referente del artista, el artista ya no es nadie. Está sujeto al dominio del curador que se ha vuelto un comisario, que no ordena lo que el artista ha hecho, sino cura lo que debe hacer. Ahora es un refrito que solo permite que cualquiera pueda ser artista, y no es así. 

En la literatura está pasando lo mismo, ¿el editor es otro comisario frente al escritor?

Si, por desgracia sí, porque el crecimiento de las grandes casas editoriales aprobó la edición sin editores. Por suerte hay editoriales independientes y pequeñas que combaten esa idea de que el mercado lo determina todo. Libros que tengan sexo, autoayuda o violencia extrema y algo más, tienen el éxito asegurado. Como escritor, olvídate del mercado; solo importa lo que quieres hacer. Estamos solos en el mundo.

“Un tipo que se pasa la vida tratando de escribir”

En el libro Tiempo adelantas una frase en boca de un personaje: te empieza a preocupar el momento en que el tiempo decrete tu fin ¿Te preocupa la muerte?

Claro, me preocupó siempre desde niño. Decía que quería vivir cuarenta años, cuando cumplí cuarenta años me moría de miedo. Ahora estoy en una edad en la que no quiero reconocerme, pero que los otros me reconocen, y me digo: ¿cuántos años me quedarán de vida? Yo no quiero morirme, quiero vivir hasta los 128 años por lo menos. ¿Por qué? Por curiosidad. 

En tu libro encontramos otra  frase muy significativa, que dice: el deseo es un cisne que canta para morir. ¿El amor es igual?

La frase es de Bachelard: los cisnes cantan una sola vez en la vida, cuando van a morir. La idea es que la pasión tiene fecha de caducidad. Nace, canta y muere y después se transforma en otros modos del amor. Hay una constante, la pasión no dura más de tres años. Es un mandato de la supervivencia y no tiene sentido que se proyecte mas allá. 

Cortázar dice que todo dura un poco más de lo que debiera. ¿Cómo podríamos disponer de un tiempo a nuestra medida, vivir reflexionando, para que el futuro no fuera un volador de luces y el pasado fuera un lastre...? ¿Cómo saltarnos esa sentencia de Cortázar?

Yo creo que es, como los has dicho, una sentencia. Todo debería durar más. Que la muerte es un accidente. No se ha podido pasar de los 90 años, alguien vivirá 120, pero algunos científicos sostienen que el ser humano está equipado para vivir 160 años, pero no los cumple porque hay muchas condiciones adversas, y por eso creo yo que 160 sería una buena cifra, porque la inmortalidad sería otro problema. Sería una cifra que nos permitiría vivir más lentamente, el pecado en la actualidad es el culto a la velocidad.

Vivir significa construir futuros recuerdos, dice Ernesto Sábato. ¿Cómo te gustaría ser recordado, qué te preocupa de la trascendencia, de todas las ofertas existentes para trascender, con cuál te quedas?

Sabes que el tema de la trascendencia, inevitablemente evoca el tema de la muerte. Pero, evidentemente, prefiero estar vivo que ser recordado. Prefiero tener mis amigos como vos, y como mis otros amigos. Yo soy mis amigos. Quiero que me recuerden como un tipo que se pasó la vida tratando de escribir.

Hemos conversado largo y tendido, Abdón, ¿qué pregunta se me quedó en el tintero que te harías tú mismo?

La pregunta que me haría yo mismo es: ¿cómo escribir un poco más? La literatura es vida, pero para escribir literatura tienes que dejar un rato la vida. Hay quienes dicen: enciérrate en un cuarto para escribir y eso será tu vida. Pero, yo me acuerdo una vez que vine deprimido de un gran encuentro que hubo en Alemania de escritores profesionales. Ellos no querían salir de las habitaciones del hotel, porque estaban escribiendo sus catorce horas diarias. Yo no quiero esa vida, yo no voy a ser escritor profesional. Yo tengo que salir a ver el mundo. Tal vez escribo a pesar mío. Tal vez no soy muy buen escritor. Tal vez no me guste tanto escribir. ¿Y qué me hago con las inquietudes que el mundo me siembra todo el tiempo? La literatura es un resultado, un destino que se ha ido dando a lo largo de la vida en función de unas cuantas tozudeces. Hubiera querido ser cantante…y de tangos.                                    

miércoles, 23 de septiembre de 2015

SOBERANÍA E INDEPENDENCIA LATINOAMERICANAS

Por Leonardo Parrini

Latinoamérica ratifica la nueva era de soberanía e independencia que se vive en el territorio continental en el marco de la solución de conflictos regionales. El entente de los presidentes Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro, para dirimir problemas fronterizos, -con facilitación de los presidentes Rafael Correa y Tabaré Vázquez-, confirma que la actuación soberana e independiente del continente respecto de injerencias foráneas, es un hecho real y plausible. La otrora intervención de los EE.UU, y de una OEA dirigida desde Washington, en los asuntos centro y sudamericanos ha quedado en el pasado. Aciagos días en que la organización regional expulsó a Cuba de su seno en una actitud excluyente e insolidaria, ratificada en un bloqueo norteamericano de medio siglo a la isla caribeña, que obligó a obedecer los designios de aislamiento cubano al resto de naciones del continente. Esta vez la OEA no tuvo capacidad de reunir a sus países miembros para analizar el conflicto fronterizo colombo venezolano, en una demostración de falta de gestión y credibilidad del organismo subregional.   

En los actuales momentos las referencias de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC, y de la Unión de Naciones Sudamericanas UNASUR, otorga otra dinámica e imprime distinto tono a la geopolítica de la región. El rol facilitador de ambas organizaciones en el resultado de los diálogos llevados a cabo entre Colombia y Venezuela en Quito, hizo posible la superación de la crisis fronteriza provocada por una situación comercial irregular y medidas migratorias de deportación de miles de colombianos de territorio venezolano. El clima beligerante bajó en intensidad con el cese de las deportaciones, la normalización de los intercambios comerciales y el retorno de los respectivos embajadores de Colombia y Venezuela en las últimas horas. El siguiente paso es la reanudación total de las relaciones diplomáticas bilaterales, concordancia avalada por UNASUR y CELAC.

¿Qué demuestra el entendimiento bilateral entre Colombia y Venezuela, sin injerencia foránea en la región? Es, sin duda, el signo de un tiempo marcado por el nuevo diseño geopolítico continental de la última década, con mayor protagonismo de las naciones sudamericanas y caribeñas en el manejo de sus asuntos y la solución de sus conflictos. Un panorama auspiciado por la voluntad política de mandatarios conscientes de la necesidad de pensarnos a nosotros mismos, sin fórmulas estereotipadas de claro corte intervencionista que buscan el sometimiento incondicional de nuestros países a los intereses de los EE.UU y sus aliados europeos.

La pérdida de influencia norteamericana en Latinoamérica está en proporción inversa con los arrestos políticos regionales por establecer agenda propia, singulares mecanismos de diálogo y proyectar la acción de un bloque compacto unido en la diversidad. Hoy día los latinoamericanos estamos dispuestos a hacer prevalecer nuestros intereses regionales, sin chantajes exteriores, y sin la arrogancia que han demostrado siempre nuestros interlocutores mundiales frente a un continente otrora sumiso. ¿Dónde radica la diferencia de la nueva política internacional de Latinoamérica? En la claridad conceptual de una nueva visión política de prestancia regional y convicción en nuestras propias fuerzas y recursos; sentimiento y razón que nos mantiene de pie con decisión, dignidad y autoridad continentales. Prueba de ello es que los EE.UU, en búsqueda del tiempo perdido, intentan hoy ponerse a tono con esta tendencia independiente y soberana, y lima asperezas con Cuba en la perspectiva de proyectar un nuevo estilo de relación más equitativa con la isla caribeña y el resto de América.   

La soberanía y la independencia políticas tienen firme sustento en la potencialidad administrativa frente al manejo de nuestros recursos humanos, económicos y tecnológicos. Condición previa de ser internamente capaces de disponer nuestra riqueza natural y destinar sus réditos a la superación de contradicciones endémicas como la pobreza, la injustica social y la exclusión internacional. Solo un continente liberado de atávicas taras ideológicas será capaz de sacudirse de injerencias foráneas que nos acechan a destiempo, en un mundo que reclama armonía y entendimiento libre y soberano entre los pueblos.  

domingo, 20 de septiembre de 2015

LA SOLEDAD DE UN POETA

Fotografía Leonardo Parrini
Por Liyanis González Padrón

“El que no esté solo que lance la primera piedra contra él mismo”, dice Xavier Oquendo en su poema Una sola voz, de sus Últimos Cuadernos. Pareciera que en estos versos nada le resultara vergonzoso. El orden, la virtud o los dones, siguen siendo parábola ordinaria y perturbadora de la existencia y, a su vez, lo que desvanece la impasibilidad de un verso al convertirlo en la construcción personal manifiesta, por primera, consecutiva, y última instancia, ante la subjetividad colectiva. Y es en ese proceso que radica la esencia de su poesía. El tiempo no es lo que le inquieta al poeta, sino lo que tendrá que proporcionarse a sí mismo frente a las trampas de la soledad, porque en su interior sabe en qué medida de ese estado fatídico, se encuentran el origen y el desenlace de todas las cosas.

En este libro, Oquendo reúne los cuadernos que ha llevado a cuestas por casi una década. En sus páginas se concatenan el lenguaje y el hecho poético como un periplo que desaloja las poses para no decepcionarse. Una nueva conquista de su autenticidad ante la vida fragmentada que mantiene la intensidad caótica de la sensorialidad, sin perder la belleza de lo significativo- cotidiano. Y así, el poeta nos va afinando los sentidos y nos prepara con sus intenciones líricas en cada búsqueda de lo atmosférico-descarnante. Nos entrega la bitácora. Es entonces cuando iniciamos el viaje con su primer cuaderno Solos, cuando nos manifiesta que: “Los solos se miran las pupilas desde adentro, donde hay un laberinto que termina en sí mismos”. El texto imbrica connotaciones comunicantes. Exquisitez en la hechura de lo lingüístico. Luego, lo reescrito ya deviene en el segundo cuaderno Nostalgia del día bueno, y nos advierte, con una lucidez admirable, que no hay mayor nostalgia que la que subyace en el día bueno, porque “la nostalgia es ciega”.

El hombre permanecerá perpetuamente condenado a explicarse y a entenderse. No hay nada más hondo que liberarse de su propia convulsión. “Como un completo condenado del beso, deslíe su paciencia antes de llegar a su cita con la nieve”, así lo expresa el poeta como rasgo evidenciado en el monólogo interior, donde no se resiste a abandonar el valor significante de su realidad innata.  Porque “el deseo, es ese rincón donde la luz no se refleja”, allí, la voz lírica estalla y nos deslumbra con su tercer cuaderno Nacimiento del dolor. Centro validante que nos demuestra a un poeta sin vestiduras. Define el corpus de su poder de transmisión, la fecundidad de su signo: “Allí, donde Dios pidió perdón a las costillas / la vida es un instante más largo. / Lo demás es sufrimiento”.

El hecho de la creación continúa recobrando el énfasis de la poesía como experiencia de escritura. Los sentidos se agigantan y el texto transmuta, se desplaza en Lo que aire es, el cuarto cuaderno. Vehemencia, necesidad de aislamiento, temeridad, asistencia por intervalos, ternura en la mirada de los hijos, sarcasmos, tintes descontaminantes del poeta; porque el orden, la virtud o los dones siguen siendo parábola, pero se logra recuperar el amor cuando se asume lo sagrado. Oquendo realza las palabras brindándonos el tono de los afectos sin dejar de pegar fuerte en los sentidos, golpea los pulmones, desborda la infección, combustiona la lengua, remueve la saliva. Actos inexorables que contaminan al otro en su deseo de expiación. De esa manera nos dice cuál es “la dialéctica del verbo”. Astuto manejo de lo lingüístico-semántico-desconcertante. El hablante apela a la acumulación de imágenes, a los inesperados giros en la naturaleza y la acción de las metáforas que validan su universo poético: “Cualquier cosa no es felicidad. / Es el momento que sólo el recuerdo perdona”.

El poeta siente, mira, se conmueve, padece, decide, respira, huye, se incorpora. El poema es entonces, rebeldía, vehículo, catalizador para el conjunto textual que examina el mundo, tal y como ha sido concebido. Nos acerca al fracaso, nos lustra las desavenencias, y la postrera batalla que deberá librar contra el tiempo. Su voz se expone ante el rompimiento continuo de su realidad y nos introduce en otras realidades de manera inconcebible. Vitales en este cuaderno son los poemas: LLÁMESE RECUERDO, o DE AQUELLO QUE ES LO VIVIDO Y SUS CIRCUNSTANCIAS, o DE CÓMO SE USA “DOLOR” EN EL DICCIONARIO, PERO SIEMPRE ES ALGO MÁS. En éste último, nos provoca un reencuentro con el poeta peruano César Vallejo: “Así como el dolor de los tuétanos. /Así como la altura y el frío/ y el miedo a morir sintiendo el susto/ de ver al dios compasivo/ sin haberle creído/ una sola palabra”.

Sin embargo, la realidad de la vida no se demuestra tan práctica en La posta, su cuaderno final. En él existen los compromisos con el padre, y es inevitable que reaparezca la marca profunda del desamparo. No por ello el discurso pierde rigor, más bien se reconstruye con el impulso que representa la añoranza de la figura paterna. Lo desvela en la reconstrucción de un juego sin límites ni sutileza. Inquiere la necesidad imperiosa de cambio de roles: padre-hijo-hijo-padre, donde el hogar constituye el mundo que aprehende mediante la absoluta conciencia de las experiencias vitales para su oficio de poeta: “Dejaremos de ser hijos/ de casi todo. / Pasaremos a ser padres/ de casi todo.” Nacimiento, fusión, perspectiva emotiva del lenguaje desde una madurez metafórica, hasta una plenitud emocional y técnica que nos vislumbra.

En Últimos cuadernos, Xavier Oquendo reafirma su voz lírica, comprometida con la intención de la palabra misma. Cada cuaderno nos ratifica que no hay la menor duda de que el hombre es un ser inacabado, incompleto. Que solo le es referencial el ambiente para sobrevivir en sus propias soledades, nostalgias, su continuidad y refugio. El libro nos anima a vivificar y proyectar nuestra sensibilidad, habilidad que nos posibilita quedarnos y trascender en su lectura: “Y que Dios no quiera que el diluvio se haga / Que la poesía sí lo resistiría”.   

Presentación ÚLTIMOS CUADERNOS de Xavier Oquendo Troncoso. CCE. 17 de septiembre 2015.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

DIÁLOGO NACIONAL: EL RETORNO DE LA POLÍTICA A LA CIUDADANÍA












Por Leonardo Parrini

“El diálogo puso la política en la sociedad” dijo Pavel Muñoz Secretario de la SENPLADES, en su exposición sobre los resultados del proceso de diálogo propuesto por el Presidente Rafael Correa. La frase alude a un hecho imperativo: el entendimiento que debe existir entre el Estado y la ciudadanía en la construcción de políticas públicas que respondan a los requerimientos de la sociedad civil. El diálogo propuesto por el Estado se dio en torno del tema de “la equidad y la justicia social”, en el propósito de impulsar la difusión de la Ley de Herencias y Plusvalías y las Enmiendas constitucionales. La visión presidencial consigna que el pecado social de Latinoamérica es la injusticia. ¿Cómo podemos llamarnos el continente más cristiano y ser el más desigual? La insultante opulencia, al lado de la más intolerable pobreza, son balas contra la dignidad humana, dijo el Mandatario. Las cifras hablan solas: el 1% posee lo que el otro 99% necesita. El 25% de las familias poseen el 90% de las grandes empresas. Un ejecutivo gana en dos meses, lo que un obrero en toda su vida.

Vinicio Alvarado, Secretario de la Administración recordó que en la visión del Primer Mandatario, “la mejor herencia que podemos dejar a la familia son capacidades humanas tales como salud, educación, nutrición; y en lo colectivo, una sociedad segura, equitativa y cohesionada”. Esta propuesta es el leiv motive que impulsó al Estado proponer la discusión parlamentaria de las leyes de Herencia y Plusvalía, puesto que la tendencia abusiva hacia la desigualdad se enmienda con la voluntad política de corregir la brecha entre los que tienen más y los que nada tienen. Se trata de una la ley que “organiza la redistribución de la riqueza, grabando el patrimonio heredado y evitando las formas de evasión que existen. Los ricos no tributan por escudos fiscales”, concluyó el Mandatario.

El segundo proyecto graba las “ganancias de la especulación en los inmuebles por la exagerada plusvalía”. Ambas leyes beneficiarían a la inmensa mayoría de los ciudadanos, y aquellos que las desaprueban son opositores de extrema derecha, grupos de presión y acaudalados personajes que sirven a intereses políticos y utilizan estrategias comunicacionales de terror para desinformar sobre su contenido y efecto, y de este modo infundir pánico en los ciudadanos y trabajadores, señaló Alvarado. Correa, en el ánimo de evitar mayor confrontación, decidió retirar temporalmente los proyectos de ley y abrir un gran debate nacional sobre dichas leyes.

Resultados del diálogo

El diálogo nacional encontró eco en la ciudadanía que se sumó, desde distintos sectores, para discernir senderos a seguir en diversos aspectos del acontecer nacional. El Estado activó un engranaje que incluyó instituciones y personas, a la Asamblea Nacional, organizaciones políticas y sociedad en general. A los conversatorios asistieron artesanos, estudiantes, empresarios, indígenas, trabajadores culturales, comités de familias, sindicatos obreros, actores de la salud y educación, entre otros.

Durante el trimestre inicial de diálogo se establecieron 2.173 encuentros y se conversó con 150.160 personas, con participación activa de 840 GADs y 2.019 organizaciones ciudadanas en todo el territorio nacional. Una estadística que se armoniza con el criterio del 80% de la población que considera al diálogo como la mejor herramienta de la gestión política, a diferencia de otras como manifestar violencia callejera o conspirar para provocar el caos.

Los resultados del proceso de diálogo hablan de una consolidación de la convivencia democrática, aun en las condiciones de un país marcado por la inequidad e injusticia sociales, principales amenazas para la democracia plena. En el contexto del proceso se observó una disminución de las dudas y rechazos frente a las leyes de Herencia y Plusvalía, puesto que el entendimiento ciudadano comprendió que dichas leyes no afectan a los sectores medios ni populares. El clamor cívico se manifestó a favor del perfeccionamiento de políticas públicas existentes; por ejemplo, mejorar normativas como el reglamento de la Ley de aguas, decreto de organizaciones sociales y reglamento que regula las actividades artesanales. El Estado frente a los resultados del diálogo que marca el derrotero de las aspiraciones populares, ha respondido, -según Vinicio Alvarado-, con obra social, escuelas del milenio, centros de salud, carreteras, hospitales y becas como una respuesta a un anhelo de toda la vida. "Cuando una sociedad debate sobre equidad y justicia social, se demuestra que la esencia de una sociedad es el acuerdo entre nosotros. La prensa debe sumarse a este gran debate, y no necesariamente enfocarse en particularidades negativas. En el fondo, el periodismo puede ser un actor que contribuya a que todos tengamos un mayor nivel de conciencia social”, manifestó el funcionario. No obstante, siempre saltarán a la palestra “los autoexcluidos, a quienes se les planteó una convocatoria abierta, un espacio de diálogo, pero hay quienes desde primer dia dijeron: no creo en ese diálogo".

Como conclusión del proceso se establece que “este es un año en que los ecuatorianos tenemos que arrimar el hombro y empujar el carro en la misma dirección, con una coyuntura económica internacional compleja”. De lo que se desprenden tres asignaturas pendientes: cuidar la economía y logros sociales, buscar mecanismos que inyecten liquidez al sistema y procurar que siga activa la producción, vigilando la generación de empleo. Estos temas fueron discutidos con sectores productivos, artesanales, pequeños y medianos productores, exportadores y la banca. Todos anotaron en su agenda un denominador común: tener claridad cómo se presentan los tiempos actuales y trabajar por heredar a nuestros hijos un país más justo y más equitativo. La desinformación existente frente a estos temas pasa por vender la peregrina idea de que la situación coyuntural de crisis es un tema endémico del Ecuador. Es necesario romper paradigmas derrotistas y manipuladores para enfrentar la segunda fase del diálogo nacional -hasta fin del año-, con realismo y confianza en el futuro: una manera sana de devolver la política a la sociedad.

martes, 15 de septiembre de 2015

LA LECTURA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Por Abdón Ubidia

Libro electrónico (e-book)  versus libro en papel

Un libro no sólo es un libro. Más  allá de su forma física, o del formato que adopte, un libro es un pacto de entendimiento entre autor y lector. Mejor, entre el lector que lo descifra y el autor que, previamente (quizá siglos o milenios atrás), lo escribió. Un libro es un debate. Un espacio de reflexión. Un hábito. En los tiempos modernos, es una ceremonia solitaria. Se lee en soledad. Se escribe en soledad.  Un libro es un rito. Si juntas tu soledad a la de quien lo escribió ya no estás solo.

No importa si el soporte del libro sea papiro, papel o pantalla: sólo si une lector a autor, sólo si se produce esa “unión dual”, el libro estará completo. Un libro es su escritura y su lectura. Es su escritor y su lector. Solo así, un libro es un libro es un libro. Papiro, papel o pantalla, sólo son medios. Un libro electrónico, un e-book, sólo es uno más de los soportes posibles de un libro.

Medios versus mensajes

Un libro es una promesa en el tiempo. Enlaza el pasado y el presente. El presente y el futuro. Todo libro es, en el principio, pretérito puro: es la huella de lo que ya fue, de su escritura, del trabajo paciente de su autor, acaso ya convertido en polvo y ceniza. El lector lo completará en el futuro. Lo hará presente. Un libro escrito y no leído no es un libro. La lectura lo convalida. No hay libro sin autor. Pero tampoco sin lector. La Odisea, el Antiguo testamento, Don Quijote, Madame Bovary, Cien años de soledad, eternos como son, volverán al presente y se proyectarán en el futuro gracias al papel, la hoja Braille, la pantalla, el formato e-book, o cualquier otro medio que aún no podemos sino entrever en la imaginación. Lo importante no será el medio. Será el mensaje. El medio no es el mensaje.

Imagen versus texto

En las tres últimas décadas, muchos proclamaron la victoria de la imagen por sobre el texto. Se llegó a decir que el texto ya no era necesario porque la imagen lo decía todo. Se dijo que los niños iniciados en los medios audiovisuales, llenas sus miradas de posters, logotipos, fotografías, cine, televisión, dibujos animados y efectos especiales, ya no admitirían el texto, es decir su lectura. Según esos agoreros, la hora del texto había dado paso a la hora de la imagen. El culto a la imagen se había vuelto ideología: la ideología de la imagen. Aquello repercutió hasta en los nuevos formatos de los medios escritos: las revistas se volvieron vitrinas, los periódicos privilegiaron el diseño, los grandes espacios ilustrados y las fotos.

En verdad, la pugna texto-imagen es antigua. Aunque en el principio no fue así. Pues nadie puede decir si los dibujos rupestres de Altamira, 15.000 años antes de Cristo,  eran imágenes puras o signos rudimentarios. La primera escritura, hecha de muescas grabadas en tablillas, 11 milenios después, sí redujo la imagen al solo signo.  Siglos más tarde hubo de todo: druidas que prohibieron la escritura,  iconoclastas que hicieron lo mismo pero con las imágenes y, en el siglo XX, la pantalla de cine y luego la de la televisión proclamaron el reinado de la imagen. La victoria fue vendida como definitiva, sin reparar que incluso el cine juntaba a la imagen, un discurso sonoro y un discurso específicamente literario, es decir, textual.

Sin embargo, la propia tecnología dio un viraje imprevisto: primero el fax y luego la computadora y el correo electrónico, pusieron, de nuevo, en primer plano al texto. Y nunca se ha escrito y leído tanto como hoy.   

¿Qué significa la aparición, en estas circunstancias, del libro electrónico? Hay que reconocerlo bien: es el asalto del texto a la pantalla. La toma del reino de la imagen por el texto. El e-book, no amenaza el libro. Todo lo contrario, lo prolonga y propaga, más allá de él, en otro medio, hasta hace poco, hostil y enemigo. Vistas las cosas así: un e-book es sólo un libro.

Oralidad versus escritura

En el principio fue el verbo. Pero el verbo oral. La escritura vino muchos milenios después. Las tabletas de arcilla nacieron 4000 años antes de Cristo, entre el Tigris y el Éufrates  (justamente en la región asolada y tomada ya por los bárbaros de Bush). Luego vinieron: el papiro egipcio, los rollos hebreos y romanos, los códices latinos y cristianos, los manuscritos del medioevo, los primeros libros artesanales del siglo XII. Pero, asombrémonos, todos esos textos estaban diseñados para ser leídos en voz alta. La escritura no había sido hecha para matar la oralidad sino para reforzarla. Incluso esos textos fueron escritos, dictándolos a los escribas, en voz alta. La lectura silenciosa fue un descubrimiento tardío2, un simple modo de leer que asombró a San Agustín y que mucho más de un milenio después habría de imponerse. La prueba es que, hasta el siglo once, la escritura era continua, pues solo el lector oral separaba las palabras al decirlas.

La lectura silenciosa es un hábito de la soledad. De la individualidad y el individualismo. La oralidad, en cambio es conjunta, es gregaria. Necesita más de uno para que tenga sentido pleno. Es un placer compartido que tiende a perderse, como las propias tradiciones orales. ¿Por qué, luego del teléfono, de la radio, de los sistemas de grabación, de los grandes avances de la industria del sonido, no disfrutamos con mayor  frecuencia del texto escrito dicho en voz alta? Por una razón. Porque en esta civilización avara sólo el ahorro de tiempo es rentable. La enajenación de la velocidad, que tan profundamente, denuncian Virilio y Kundera, no pone ningún énfasis en la recuperación del placer de la lectura oral que es tan viejo como la propia civilización. Qué fácil sería, por ejemplo, disponer de una biblio-discoteca que guarde la obra emblemática de los autores más importantes de la actualidad, grabada en el formato MP3 que, hoy por hoy, sin mayores alardes técnicos, nos permite tener más de cien canciones en un solo CD. De hecho, hay e-books que tienen una opción para que la propia máquina nos lea textos con su voz electrónica, pero esa opción más bien está pensada para el uso de ciertos discapacitados.  Reclamémosle, pues,  a la tecnología, más lugar para el libro oral.

Texto versus hipertexto

El hipertexto es una estrategia de aprendizaje que la computadora, el disco compacto y el Internet han vuelto posible. En los últimos diez años se han desarrollado técnicas eficaces para manejarlo bien. Consiste en una manera “no lineal” de ahondar en un tema principal, con enlaces que lo amplían o explican según el consultor o alumno lo quiera o necesite. Si la lectura o escritura nos imponen un orden “lineal” de conocimiento, el hipertexto, según sus adictos, permite un  acceso multidimensional, conforme al modelo del propio cerebro humano. Como el Internet permite desviarnos de una lectura principal  (objetivo de  búsqueda lo llama Emilia Ferreiro), gracias a links o conexiones con sitios web de muy diversas disciplinas, cada consultor escogerá, pues, su ruta de navegación, integrando cada apartado, “lexia”, bolo,  o ciclo de información cerrada”, como los llaman los expertos, a esa lectura principal u objeto de búsqueda. Con lo cual, cada lector será, a su manera, el autor de sus hipertextos.

Existe, claro, la posibilidad de liberarse de esa idea principal u objeto de búsqueda y armar un propio “rizoma”, para usar la expresión de Deleuze y Guattari3, que permita conectar o hacer reenvíos entre todos los puntos del hipertexto, o, como quiere Derrida, desplazarse siempre hacia lo marginal y descentralizado.

Sin descartar la posibilidad de que luego se inventen formas de una literatura “hipertextual” (de hecho, las novelas virtuales que circulan en Internet ya tienen algo de eso), en la que el autor o los autores (activos o interactivos) anticipen los rumbos que seguirían los lectores, es de suponer que las grandes obras de la literatura universal seguirán “linealmente” inalteradas, tal y como Cervantes, Proust, García Márquez, etc., las escribieron y concibieron; linealidad, por cierto, apenas aparente, porque, más allá del medio de expresión, el cerebro humano, y por eso es posible la literatura, convalidará lo leído, como ha sido siempre,  redimensionándolo gracias a la inimitable gran  pantalla multidimensional de su imaginación.
De modo que, bienvenida la hipertextualidad, siempre y cuando no se fetichice y no se vuelva pasto de los tecnócratas charlatanes, como por desgracia ha ocurrido con los avances tecnológicos, ofertados siempre como fines y no como medios; una suerte de piedras filosofales que según ellos, mientras dura el hechizo de lo nuevo, y mientras es posible ofertarlo como mercancía, prometerá siempre la redención del mundo.

Bienvenido el e-book, que nunca reemplazará al libro en papel, porque le falta materialidad, sensorialidad, sensualidad, pero que lo acompaña de buena manera; bienvenido el libro oral o sonoro que nos obligará a buscar tiempo libre para disfrutarlo; bienvenido el cine que nos hizo creer el infundio de que los días del libro estaban contados; bienvenido el mail que nos volvió a todos escritores apresurados; bienvenido el chat y los humildes mensajes de amor que se mal escriben en los celulares; bienvenido el hipertexto y sus libertades e ilusiones; bienvenido todo lo que vendrá luego: el libro y el cine holográficos, el nanochip que nos permitirá, en el siglo XXII, tener insertadas en nuestros cerebros todas las bibliotecas del mundo, bienvenidos los libros telepáticos, adeneicos y fractales del futuro.

Bienvenido todo aquello que jamás reemplazará lo que Barthes, Humberto Eco, Harold Bloom y Carlos Monsiváis proclaman como irremplazable: la lectura como placer y goce. La simple fruición de recorrer las páginas de un libro, de subrayarlo, anotarlo, debatir con él y, de vez en cuando, cursilería latina obliga, encontrar una flor reseca entre sus páginas.