GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

miércoles, 30 de diciembre de 2015

EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO...

Por Abdón Ubidia
 
No creo que en ninguna ciudad del mundo, el último día del año se sienta tan sobrecogedor, tan cargado de presagios, si esa es la palabra, como en mi ciudad. En el aire quieto de un invierno –por estas fechas casi siempre en receso–, se huele el misterio, el olor de lo que no se conoce, de lo que se conoce apenas, o de lo que se presiente y no se puede precisar. La ciudad misma se transforma. 

De pronto uno vuelve la mirada y se encuentra con una mujer vestida de negro, que detrás de una careta de cartón, suplica, implora una limosna, mientras gime, lastimera, con una voz fingida. Es una "viuda". Es decir, un niño o un muchacho que se ha disfrazado así. Por algún lado estará la tarima resguardada de palmas o ramas de eucalipto con un muñeco de trapo de tamaño natural, un "año viejo" que agoniza y que será quemado a la media noche. Y las viudas y los años viejos son legión. Están en todas las calles y los recovecos. En aquello hay juego, hay algarabía. Pero también hay una ubicua, avasallante mención a la muerte. 

Por eso, mientras avanza el día treinta y uno de diciembre, nadie, aunque sólo sea por un momento, puede dejar de sentir el frío, el escozor de lo incierto. Por eso también, mientras un locutor histérico y borracho cuenta en alguna emisora los últimos segundos del año, las familias se estrechan, se juntan, se abrazan, como nunca lo hacen: quieren perdurar y tienen miedo. Puede ser que en el próximo año, alguno de los presentes que abraza y besa y brinda y ríe, ya no esté más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario