Por Leonardo
Parrini
Escuché los
primeros sones de la Revolución Cubana cuando niño. Al ocaso de los años
cincuenta cuando la guerra fría se
ponía candente al calor de una guerra de nuevo tipo que libraba el pueblo
cubano contra la dictadura de Fulgencio Batista. La huida del dictador el 1 de
enero de 1959 marcó el inicio de la primera revolución socialista de América
Latina. En Chile los diarios hablaban de un puñado de barbudos insurgentes que
entraron triunfantes en La Habana una semana más tarde de la fuga de Batista.
La Revolución Cubana llegaba al poder como había sentenciado Fidel Castro en la
plaza de la capital, mientras una paloma blanca se posaba en su hombro ante el
asombro de miles de cubanos que asistían al mitin.
Atrás quedaban
los días del asalto al Cuartel Moncada, -bastión de la dictadura-, que
intentaron tomar por las armas Fidel, su hermano Raúl, Abel Santa Maria y un
puñado de hombres. El primero de enero del 59 los insurgentes superaban los escollos en su
llegada al poder, luego del fracaso militar de la operación guerrillera en el Moncada
que dio origen al encarcelamiento, indulto y posterior exilio en México de
Castro y sus hombres.
Granma es palabra significativa que resuena como un
son en la memoria. Es el nombre del yate que el 2 de diciembre de 1956 trajo
hasta la costa oriental de Cuba, procedente de México, a 82 combatientes
dispuestos a derrocar a Fulgencio Batista. La embarcación de madera, motor de aceite con una sola cubierta, sin mástil, proa
inclinada y popa recta, atracó con Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto Che
Guevara, Raúl Castro, Ramiro Valdés y Juan Almeida en la costa cubana. Ellos serían el
germen de la revolución fraguada en la Sierra Maestra, desde donde inician la
guerra de guerrillas contra la dictadura. En esa tentativa el Che había escrito
una página indeleble cuando al mando de una columna de 300 hombres conseguía
doblegar al ejército de 3 mil efectivos de Batista que defendía con artillería,
tanques e infantería la ciudad de Santa Clara. No en vano Fidel reconoció en el
Che "a un maestro de la guerra, un artista de la lucha guerrillera, en el audaz
asalto" a la mítica ciudad.
El pueblo cubano evoca hoy el triunfo de la
Revolución que se materializó a inicios del 59 con el ingreso de la Columna Uno José Martí de la Sierra Maestra a La Habana, la
llamada Caravana de la Victoria. A partir de entonces el gobierno
revolucionario decretaría la primera
ley Reforma Agraria que confiscó propiedades superiores a 420 hectáreas de
extensión, creó la Imprenta Nacional de Cuba y el Instituto Cubano de Arte e
Industria Cinematográfica, fundados en marzo de ese año.
Un son altisonante fue el histórico discurso
pronunciado por Fidel Castro ante un millón de cubanos en la Plaza de la
Revolución en septiembre de 1960, conocido como la Primera Declaración de La
Habana. La arenga revolucionaria proclamó el derecho y el
deber de los pueblos a erradicar el dominio imperialista, denunció los planes
agresivos del gobierno norteamericano y ratificó la decisión del pueblo cubano
de luchar por el destino revolucionario de la América Latina. Dos años más
tarde, en 1962, Fidel proclama la Segunda Declaración de La Habana en la que
establece el “manifiesto comunista de la revolución latinoamericana”, ante dos
millones de personas, entre las que se encontraban el pintor ecuatoriano Oswaldo
Guayasamín y el ex presidente chileno, Salvador Allende.
Los planes
estadounidenses de acabar con la Revolución Cubana tienen dramática expresión
en Playa Girón en marzo de 1960 cuando una fuerza de 1500 cubanos,
apoyados por artillería y aviones, intenta una incursión contrarrevolucionaria
a la isla. Al cabo de cruentos combates la invasión es repelida y más de un
millar de invasores son detenidos y canjeados por medicinas y alimentos en la
operación conocida como canje de compotas por mercenarios. El 18 de abril, durante el sepelio de las víctimas
del bombardeo, Fidel define como socialista el proceso revolucionario y, ante
la inminencia de la invasión, afirma: Eso
es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices ¡y que hayamos
hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos!
Pero los intentos
no cesan y el país del norte establece un bloqueo económico contra Cuba, en
octubre de 1960. Posteriormente, en 1966, el Congreso norteamericano aprobó la
ley Helms-Burton Act que impide a los
ciudadanos estadounidenses hacer negocios dentro de la isla o con el gobierno
de Cuba. El colapso de la Unión Soviética y el
recrudecimiento del embargo norteamericano, afectaron directamente la situación
económica cubana. La depresión económica que supuso el Período Especial, fue
severa a comienzos de la década de los 90. La crónica relata en los siguientes
términos la crisis: A muchos cubanos
todavía se les caen las lágrimas al recordar los apagones de 16 horas diarias,
las calles vacías, fábricas paralizadas, resurgimiento de la prostitución,
bistec de cáscara de toronjas y otros recursos contra el hambre. Súbitamente
dejaron de llegar a la isla los barcos soviéticos abarrotados de petróleo,
cereales, leche en polvo, medicinas, materias primas y piezas industriales.
En plena crisis,
Fidel Castro arengó al pueblo cubano y expresó: El imperialismo yanqui piensa que Cuba no podrá
resistir y que la nueva situación surgida en el campo socialista le permitirá
doblegar inexorablemente a nuestra revolución. Cuba no es un país donde el
socialismo llegó tras las divisiones victoriosas del Ejército Rojo. En Cuba el
socialismo lo forjamos los cubanos en auténtica y heroica lucha. A la
revolución y el socialismo, debemos hoy todo lo que somos. Si a Cuba regresara
alguna vez el capitalismo, nuestra independencia y soberanía desaparecerían
para siempre, seríamos una prolongación de Miami; un simple apéndice del
imperio yanqui.
Cuba Sí
A 57 años de los acontecimientos que dieron
cauce a la Revolución Cubana, hoy 1 de enero evoco los días en que mi padre,
Vicente Parrini, publicó en 1963 la antología poética Cuba Sí, que reúne a 29 poetas chilenos que cantan a Cuba
revolucionaria. El diario chileno El
Siglo, reseñaba en estos términos la obra: Lo mejor de la poesía viva de Chile se ha dado cita en este libro para
cantar desde diferentes ángulos, la gesta revolucionaria de Cuba. Si la sola
concepción de esta antología fue ya una gran idea, el hecho de que entre las
veintinueve voces líricas seleccionadas estén justamente los prestigios más
sólidos y las mejores esperanzas de nuestro actual mapa poético, constituye un
fenómeno que trasciende su propia importancia literaria. Es indudable que el
antólogo, Vicente Parrini, ha realizado aquí un trabajo valioso y de gran
interés, tanto en un sentido literario como en un sentido político.
El impacto sobre la conciencia de los pueblos
de América y la identificación continental con los propósitos y esfuerzos de la
Revolución Cubana, quedan expresados en el poema A Fidel Castro de Pablo Neruda. Los sones poéticos tomados del libro Cuba Sí, resumen el significado que
tiene para nuestros pueblos la consolidación de la Cuba revolucionaria:
Fidel,
Fidel, los pueblos te agradecen palabras en acción y hechos que cantan.
Por
eso desde lejos te he traído una copa del vino de mi patria.
Es la sangre de un pueblo subterráneo que llega de la
sombra a tu garganta,
son mineros que viven hace siglos sacando fuego de la
tierra helada.
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