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jueves, 23 de enero de 2014

LATINOAMERICANOS: ENTRE LOS MÁS FELICES DEL MUNDO


Por Leonardo Parrini

Si alguien hace la pregunta: ¿eres feliz? Seguramente dirías, si...pero. Nada más, porque nos cuesta reconocer la felicidad. Ese estado fecundo del alma que se produce cuando tenemos la sensación de haber alcanzado la meta deseada. Fecundo, porque felicidad viene del latín felix, fértil. Y esa fertilidad espiritual, como bien decía Aristóteles, tiene que ver más con “un ideal de la imaginación, que de la razón”. Entonces ¿qué nos conduce a ese estado de emoción?

Marx dejó escrito que la felicidad es la perfección humana. Un estado alcanzable por la vía de la razón que asimilaba con la economía, a través de la consecución de metas reales y concretas. Los cristianos, en cambio, creen que la felicidad terrestre nos aleja de lo sacro y que no puede darse al margen del espíritu divino, es decir, de Dios. No en vano, según su mirada, habitamos un terrenal valle de lágrimas que nos conduce, supuestamente, a la felicidad celestial. 

Mito o realidad la felicidad impulsa al ser humano a un estado que tiene que ver con alcanzar paz, éxito, bienestar. Estado que para muchos consiste sólo de momentos pasajeros en sus vidas, ya que no hay una felicidad duradera. Y esa condición de ser feliz se relaciona con el placer de conseguir, aunque temporalmente, lo deseado. Y lograr esa meta depende de los valores que cargamos en la alforja desde la infancia, como materia prima para construir nuestra propia felicidad. 

La felicidad latina: una visión de futuro

Un estudio recientemente publicado por el Barómetro Global de Optimismo, realizado en Brasil por el Ibope Inteligencia, junto con el Worldwide Independent Network research WIN, basado en entrevistas a 66.806 ciudadanos de 65 países, concluye que los latinoamericanos superamos la media mundial de felicidad que es del 60%. Incluso llegamos al nivel de países como Noruega, Finlandia o Suiza que se consideran los más felices del planeta. La encuesta establece que en Sudamérica son los colombianos, argentinos, mexicanos y brasileros quienes declaran sentirse más felices que otros países de la región y del mundo. Esa declaración rompe el esquema de que son países con problemas políticos, sociales o económicos, nada fácil de resolver a corto plazo.

En el panorama latinoamericano el estudio del Ibope establece que hay una “confluencia de datos que confirman que los latinoamericanos estamos entre los que vemos el futuro con mayor esperanza a pesar de todos nuestros problemas, a veces gravísimos, como los de la inseguridad pública o las grandes diferencias entre ricos y pobres, las injusticias sociales, el olvido de los excluidos o los bajos índices de educación”. En América Latina el 86% de los colombianos, por ejemplo, se consideran felices, el 78% de los argentinos, el 75% de los mexicanos, y el 71% de los brasileños. En contraste, países europeos como Francia, España, Gracia o Portugal aparecen al final de la lista entre los menos felices. Entre los franceses, por ejemplo, solo un 25% de la población se considera feliz. Los españoles apenas  alcanzan un 20%.   

La pregunta de cajón: ¿Tenemos los latinoamericanos más motivos reales que muchos europeos para sentirnos menos infelices y con mayor esperanza en el futuro? La respuesta objetiva es no. Si consideramos el caso brasilero el 1% de la población gana más de 13.500 reales mensuales (unos 4.500 euros). En tanto, el 66% de la población gana alrededor de 2.034 reales (690 euros), que es el salario mínimo de la mayoría de los países europeos. ¿Qué hace que los latinoamericanos nos revelemos más felices que otros países del mundo? 

Los detalles de la investigación señalan que los latinoamericanos tenemos un estado de ánimo proclive a ser dichosos que se relaciona con lo que fue el pasado y el futuro inmediatos del continente. La sensación  de felicidad latinoamericana está vinculada con el contraste de haber vivido épocas muy duras, infelices y dramáticas como las dictaduras de los años setenta que trajeron miseria y muerte a la población: esa realidad ahora es radicalmente distinta, eso explicaría la sensación de felicidad del latinoamericano. Por el contrario, los europeos han venido de más a menos con una crisis que los alejó de los buenos tiempos de bonanza económica y bienestar social de la Unión Europea, motivo de alegría continental.

Hoy Europa está de fin de fiesta, mientras que en Latinoamérica recién empieza la fiesta. La fórmula latinoamericana parece ser: pobres, pero felices, en relación con otros países. El optimismo latino se relaciona, definitivamente, con una proyección de futuro, visto como un tiempo de mejores expectativas materiales y espirituales que sería el fruto de las decisiones políticas y económicas que gran parte del continente sudamericano ha adoptado como su camino a seguir. 

Lo notable es que, según el estudio, el optimismo latinoamericano está relacionado al sentimiento de la juventud. Y es lógico, es la juventud la que tiene mayor expectativa de vida, y es esa esperanza en el porvenir lo que inspira a sentirse feliz, según los encuestados. La investigación concluye con una reflexión pertinente: los políticos deberían tomar muy en cuenta ese sentimiento de los jóvenes a la hora de diseñar sus planes, sin pretender “amaestrarlos o encausarlos para que deshagan sus propios planes”. 

La recomendación del estudio de Ibope es tajante: Los políticos deberán ser verdaderos estadistas y no burócratas incapaces de advertir que algo nuevo está naciendo y que va en la dirección de una aún mayor felicidad para todos y no solo para un grupo de privilegiados. Recomendación que, felizmente, la mayoría de los latinos tenemos muy clara. Sobre todo en Ecuador.

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