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domingo, 13 de abril de 2014

CANTO A SELENE



Por Leonardo Parrini

Cuando la Luna todavía era un asunto de poetas, Vicente Parrini había sido galardonado con el premio a la Mejor Poesía de los Juegos Florales, en la sureña ciudad de Concepción, Chile. Esa noche el vate regresaba cansado del final de fiesta a su pensión de estudiante. Cuando disponía a sumirse en el más profundo sueño, la hija de la rentera, una niña de ocho años, preguntó: ¿De qué está hecha la Luna? El rimador galardonado pidió a la niña que lo deje descansar, y ésta inquirió: ¿Y para qué eres poeta, entonces? Tan mágico momento entre el poeta y la niña menor que asociaba la luna a la poesía, estremeció a mi padre que respondió: La luna está hecha de queso, moldeada por las manos de todos los niños del mundo….

Otro poeta, con un final más trágico, Li Tai Po, nacido el año 700 en la dinastía Tang, una noche de arrebato poético, empedernido de pasión, loco de lujurias declamó sus versos al filo de un acantilado a la reina de la noche: El cielo es alto, la tierra ancha. Amarga entre ellas vuela mi pena. Y mientras vertía ditirambos a la constelación nocturna, en un descuido, su cuerpo despeñó y fue a dar al roquerío batido por las olas del mar. Li Tai Po pagó con su vida su selenita pasión. El viejo poeta chino había ofrendado su existencia a la Luna, en cuarto creciente a la que cantó como un lobo en celo.   

Ella, la Luna, continuó gobernando en magnético influjo las mareas, dirigiendo cual orquesta de olas las corrientes marinas y sus catedrales sumergidas. Ella, que rige los ciclos vegetales de su amante telúrica, gira y gira en torno de la Tierra, como Lesbos enamorada.

En el antiguo Egipto, la diosa Iah encarnaba a la luna. Diversas divinidades se consideraban también asociadas al astro, como Hathor y Jonsu. La eterna transformación facetica de la luna fue asimilada a la sucesión perpetua de los ciclos de declinación y resurgimiento de la naturaleza; por analogía, se identificaba con la reconstrucción perpetua de Osiris. En la mitología griega, Selene, era una antigua diosa lunar, hija de los titanes Hiparión y Tea. Su nombre es, sin duda, el de una deidad principal que significa Luz. Su equivalente en la mitología romana era la diosa Luna.

Mama Quilla para los Incas, la Luna regentó la vida de los labradores. Ayrihua Quilla, Luna de las espigas gemelas, en abril, signaba el mes de cosecha y descanso. Los Mayas conocían el sistema vigesimal, el movimiento exacto de la tierra alrededor del Sol y especialmente los ciclos de la Luna, con eclipses, días y horas hasta minutos exactos. Las treces lunas, tienen significado e influencia en la existencia humana que se puede regir por el calendario Maya Lunar, utilizando la energía de cada día, según el comportamiento lunar.

Un tiempo Selene fue un tema de astronautas. Extrañas naves espaciales con nombre de dioses del Olimpo, se posaban sobre su rostro pálido, como un pájaro advenedizo. Cuando la llamada carrera del espacio consistía en quién la conquistaba primero, quien invadía su selénica serenidad astral, el hombre puso un pie en la Luna, ebrio de orgullo fatuo. Clavó banderas, proclamó posesión sobre Selene, mientras la dama no dejaba ver su eterno lado oscuro. Un lado proclamado por la banda británica Pink Floyd con versos enigmáticos:

Y si las explosiones de nubes, el trueno en el oído
Usted nota y nadie parece escuchar.
Y si eres de la banda, comienza a tocar melodías.
Te veré en el lado oscuro de la luna.
No puedo pensar en nada que decir.
!Creo que es maravilloso!

Hoy es el tiempo de la Luna de sangre. Eclipsada por la sombra de su amante terrenal. Bañada de opacidad, ella se muestra cobriza, en misteriosa amalgama de rubores. La noche que muestre su rostro rojizo, Selene será todas las lunas en una. Ligada, por la magia de la luz y de la sombra eclipsar a los destinos de quienes la proclamamos reina constelar de la noche.

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