Por Leonardo
Parrini
“El diálogo puso la política en la sociedad” dijo Pavel Muñoz Secretario de la SENPLADES, en su exposición sobre los
resultados del proceso de diálogo propuesto por el Presidente Rafael Correa. La
frase alude a un hecho imperativo: el entendimiento que debe existir entre el
Estado y la ciudadanía en la construcción de políticas públicas que respondan a
los requerimientos de la sociedad civil. El diálogo propuesto
por el Estado se dio en torno del tema de “la equidad y la justicia social”, en
el propósito de impulsar la difusión de la Ley de Herencias y Plusvalías y las Enmiendas
constitucionales. La visión presidencial consigna que el pecado social de
Latinoamérica es la injusticia. ¿Cómo podemos llamarnos el continente más cristiano
y ser el más desigual? La insultante opulencia, al lado de la más intolerable
pobreza, son balas contra la dignidad humana, dijo el Mandatario. Las cifras hablan solas: el 1% posee lo que el otro 99% necesita. El 25% de las familias
poseen el 90% de las grandes empresas. Un ejecutivo gana en dos meses, lo que
un obrero en toda su vida.
Vinicio
Alvarado, Secretario de la Administración recordó que en la visión del Primer Mandatario,
“la mejor herencia que podemos dejar a la familia son capacidades humanas tales
como salud, educación, nutrición; y en lo colectivo, una sociedad segura,
equitativa y cohesionada”. Esta propuesta es el leiv motive que impulsó al Estado
proponer la discusión parlamentaria de las leyes de Herencia y Plusvalía,
puesto que la tendencia abusiva hacia la desigualdad se enmienda con la
voluntad política de corregir la brecha entre los que tienen más y los que nada
tienen. Se trata de una la ley que “organiza la redistribución de la riqueza,
grabando el patrimonio heredado y evitando las formas de evasión que existen.
Los ricos no tributan por escudos fiscales”, concluyó el Mandatario.
El segundo
proyecto graba las “ganancias de la especulación en los
inmuebles por la exagerada plusvalía”. Ambas leyes beneficiarían a la inmensa
mayoría de los ciudadanos, y aquellos que las desaprueban son opositores
de extrema derecha, grupos de presión y acaudalados personajes que sirven a
intereses políticos y utilizan estrategias comunicacionales de terror para
desinformar sobre su contenido y efecto, y de este modo infundir pánico en los
ciudadanos y trabajadores, señaló Alvarado. Correa, en el ánimo de evitar mayor
confrontación, decidió retirar temporalmente los proyectos de ley y abrir un
gran debate nacional sobre dichas leyes.
Resultados del diálogo
El diálogo
nacional encontró eco en la ciudadanía que se sumó, desde distintos sectores,
para discernir senderos a seguir en diversos aspectos del acontecer nacional.
El Estado activó un engranaje que incluyó instituciones y personas, a la
Asamblea Nacional, organizaciones políticas y sociedad en general. A los
conversatorios asistieron artesanos, estudiantes, empresarios, indígenas,
trabajadores culturales, comités de familias, sindicatos obreros, actores de la
salud y educación, entre otros.
Durante el trimestre
inicial de diálogo se establecieron 2.173 encuentros y se conversó con 150.160
personas, con participación activa de 840 GADs y 2.019 organizaciones
ciudadanas en todo el territorio nacional. Una estadística que se armoniza con
el criterio del 80% de la población que considera al diálogo como la mejor herramienta
de la gestión política, a diferencia de otras como manifestar violencia
callejera o conspirar para provocar el caos.
Los resultados
del proceso de diálogo hablan de una consolidación de la convivencia democrática,
aun en las condiciones de un país marcado por la inequidad e injusticia
sociales, principales amenazas para la democracia plena. En el contexto del
proceso se observó una disminución de las dudas y rechazos frente a las leyes
de Herencia y Plusvalía, puesto que el entendimiento ciudadano comprendió que
dichas leyes no afectan a los sectores medios ni populares. El clamor cívico se
manifestó a favor del perfeccionamiento de políticas públicas existentes; por
ejemplo, mejorar normativas como el reglamento de la Ley de aguas, decreto de
organizaciones sociales y reglamento que regula las actividades artesanales. El
Estado frente a los resultados del diálogo que marca el derrotero de las
aspiraciones populares, ha respondido, -según Vinicio Alvarado-, con obra
social, escuelas del milenio, centros de salud, carreteras, hospitales y becas
como una respuesta a un anhelo de toda la vida. "Cuando una sociedad
debate sobre equidad y justicia social, se demuestra que la esencia de una
sociedad es el acuerdo entre nosotros. La prensa debe sumarse a este gran debate,
y no necesariamente enfocarse en particularidades negativas. En el fondo, el
periodismo puede ser un actor que contribuya a que todos tengamos un mayor
nivel de conciencia social”, manifestó el funcionario. No obstante, siempre saltarán a la palestra “los
autoexcluidos, a quienes se les planteó una convocatoria abierta, un espacio de
diálogo, pero hay quienes desde primer dia dijeron: no creo en ese diálogo".
Como conclusión del
proceso se establece que “este es un año en que los ecuatorianos tenemos que
arrimar el hombro y empujar el carro en la misma dirección, con una coyuntura económica
internacional compleja”. De lo que se desprenden tres asignaturas pendientes:
cuidar la economía y logros sociales, buscar mecanismos que inyecten liquidez
al sistema y procurar que siga activa la producción, vigilando la generación de
empleo. Estos temas fueron discutidos con sectores productivos, artesanales, pequeños
y medianos productores, exportadores y la banca. Todos anotaron en su agenda un
denominador común: tener claridad cómo se presentan los tiempos actuales y trabajar por heredar
a nuestros hijos un país más justo y más equitativo. La
desinformación existente frente a estos temas pasa por vender la peregrina idea
de que la situación coyuntural de crisis es un tema endémico del Ecuador. Es
necesario romper paradigmas derrotistas y manipuladores para enfrentar la segunda
fase del diálogo nacional -hasta fin del año-, con realismo y confianza en el
futuro: una manera sana de devolver la política a la sociedad.
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