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miércoles, 10 de diciembre de 2014

ECUADOR, ¿PALADIN DE LOS DERECHOS HUMANOS?

Por Leonardo Parrini

Silenciado el fragor de los combates de la Segunda Guerra Mundial, las potencias capitalistas que se arrogaron la victoria de este lado del planeta, proclamado dos principios básicos como pilares del inédito orden geopolítico que se organizó bajo la lógica del nuevo reparto del mundo: liberar las fuerzas productivas del imperativo bélico y dedicarse a fabricar objetos de consumo masivo; y proclamar derechos humanos basados en las necesidades políticas del momento, poniendo énfasis en las libertades e igualdades de corte liberal. Hoy, 10 de diciembre, que se cumple una nueva efeméride de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada en 1948 por la ONU, el club de naciones triunfantes en el conflicto bélico mundial, la fecha amerita algunas reflexiones.

Llama la atención que la declaración de la ONU haya sido emitida en los precisos momentos en que el mundo entraba de lleno en una guerra fría, confrontación entre los dos sistemas sociales imperantes, sin disparar un solo tiro –y que, no obstante- tales derechos estaban supeditados a temas de seguridad nacional y continental. Se diría que las naciones capitalistas occidentales agrupadas en la ONU, redactaron la declaración con dedicatoria en contra del grupo de países alineados con el sistema socialista de oriente, considerado en ese entonces atentatorio a las libertades y a la aspiracional idea de igualdad social, inspiradas en la proclama emergente de libertad, igualdad y fraternidad de la naciente clase burguesa en los albores del capitalismo en Francia.

No es entonces de extrañar que de los treinta acápites del articulado de la Declaración de la ONU, veinticinco aluden a derechos políticos y jurídicos de las personas, es decir, a una normativa llamada a defender libertades individuales, de culto, desplazamiento, opinión, elección etc., asociaciones y garantías frente a los sistemas de justicia. En esa línea, los Derechos Humanos fueron considerados, en su primer momento, preferentemente como un estatus político inalienable de la persona, mas no como una realidad económica inherente al bienestar social y colectivo. Sólo a partir del artículo 25, la Declaración de la ONU hace alusión a derechos tangibles como el trabajo, salud, educación, cultura, alimentación, vivienda, seguros, etc. sin mencionar quienes deben ejercer esos derechos y quienes son los grupos beneficiarios de prioridad.

Sin embargo, a la vuelta de la esquina y en plena guerra fría de los años cincuenta, los treinta artículos de la Declaración de los DDHH de la ONU, comenzaron a ser persistentemente violados por las mismas naciones que los suscribieron en la pomposa declaración de Washington. Violaciones que se hicieron cada vez más graves, en la medida de que los enfrentamientos sociales recrudecieron bajo regímenes dictatoriales de claro corte fascista imperantes en varios países del globo en las décadas venideras de los setenta y ochenta. 

DDHH en Ecuador

Una estadística publicada por la Comisión Ecuménica de los Derechos Humanos, CEDHU, menciona que en Ecuador “preocupa la permanencia de las violaciones a la integridad personal, a una vida sin violencia y el mismo derecho a la vida. Hechos que ocurren principalmente en contra las mujeres y se reflejan en los registros de femicidios”. El comunicado emite cifras tales como “88 femicidios en 15 provincias, de los cuáles 21 ocurrieron en la provincia del Guayas y 13 en Pichincha, seguido de Santo Domingo con 8 casos, Manabí y Azuay con 7 muertes en cada una, en El Oro e Imbabura se registraron 5, en Cotopaxi, Chimborazo, Esmeraldas y Los Ríos con menos casos; y en Pastaza y Sucumbios  reportan un solo caso cada una.” El boletín de prensa de la CEDHU se hace cargo de “la brutal represión ejercida a mediados de septiembre, durante una manifestación social que en principio era pacífica. En dos días fueron detenidas 276 personas, especialmente estudiantes, y cien de ellas fueron llevadas ante un juez”. 

No obstante, el hecho de que en un determinado país no se detenga a nadie, no se torture a las personas, ni se las haga desaparecer, no significa que en ese país se está cumpliendo, cabalmente, el ejercicio de derechos humanos. Si nadie dice nada contra la miseria, la pobreza, la falta de oportunidades, la carencia de servicios básicos de salud, educación, alimentación, vivienda, etc., significa que hay un derecho económico y social desatendido con una evidente complicidad política que subyace detrás.  

Nuevos derechos

Tardarían cinco décadas para que en América Latina, luego de la oscura década dictatorial de los años setenta, los derechos políticos y jurídicos individuales se asienten sobre bases concretas, señalándose con claridad la defensa de dichos derechos. Y pocos años más tarde, en los albores del nuevo milenio, los derechos humanos adquieren un sentido social y tangible. Se habla a partir de entonces de derechos colectivos, haciendo alusión al derecho a la vida, al buen vivir, es decir al bienestar material consecuente del equitativo acceso a  servicios básicos proporcionados por el Estado como salud, educación, vivienda, conectividad, cultura, tecnología, entre otros. Y aquella tangibilidad de los derechos se hace extensiva, en el caso del Ecuador, a la naturaleza y se proclama su prerrogativa a ser restaurada y respetada como sujeto activo de derechos.

En tal sentido, la Constitución política ecuatoriana del 2008 señala que Ecuador es “un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, intercultural, plurinacional y laico”. Su deber primordial es garantizar, sin discriminación alguna, el efectivo goce de los derechos humanos establecidos en la Carta Magna y en instrumentos internacionales. El país se convierte así en paradigma universal de los derechos humanos colectivos y de la naturaleza, ubicándose la nación sudamericana como pionera en la avanzada lucha por estos derechos. Ecuador, en aplicación de los enunciados  constitucionales, da un paso más al vincular el cumplimento y satisfacción de los derechos humanos, con el uso responsable y sostenible de los recursos naturales, proclamados como fuente económicas para la concreción de los derechos al bienestar colectivo del buen vivir. La declaración y disposición constitucional se convierte, finalmente, en política pública de los sectores estratégicos con el dictamen de leyes y decretos para la aplicación de dichos principios garantistas de los derechos colectivos y naturales, a través de obras de inversión social.

En constraste, una nota de prensa de la agencia Andes, señala: Este 9 de mayo, en el prestigioso salón Monnerville del Senado de Francia, la Embajada del Ecuador y la Delegación Permanente ante la UNESCO, expusieron el Informe Nacional presentado el 21 de mayo próximo en el Consejo de Derechos Humanos en el marco del Examen Periódico Universal. Tanto el académico francés Bernard Cassen como el auditorio saludaron el hecho de que en el Ecuador el compromiso de respeto y promoción de los derechos humanos no se ha quedado en una mera declaración de intenciones, sino que ha sido llevado a la práctica a través de políticas públicas amparadas en un nuevo marco constitucional y legal. La revelación de cifras e índices confirmaban la notable mejora en la situación de los derechos del buen vivir en nuestro país, lo que fue elogiado por la audiencia." Ecuador de este modo, conmemora el Día Universal de los Derechos Humanos como una de las naciones más avanzadas del mundo en la proclamación, aplicación y defensa de los derechos humanos. Un pequeño David en la desigual lucha contra la injusticia social, política y económica, producto de la execrable violación de los derechos humanos.

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