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martes, 26 de mayo de 2015

ALCALDÍA QUITEÑA, COLORIDOS SOBRESALTOS


Por Leonardo Parrini

Domingo. Camino por el parque de La Carolina en Quito y me asaltan –literalmente- a la vista las vallas de la propaganda de la Alcaldía de Quito que me instan: Alégrate en La Nueva Carolina. Miro hacia el norte y hacia el sur y no veo ningún nuevo parque, que no sea este lugar de encuentro familiar cada vez más abandonado a la suerte del deterioro urbano. Mi instinto publicista me asalta este instante y digo: He ahí una mentira mal dicha. A diferencia de otros avisos publicitarios que suelen ser una mentira bien presentada. A poco andar descubro que “la nueva Carolina”, está infestada de anuncios de ese tipo, de abigarrados colores y frases sin responsabilidad alguna, escritas por una mente fantasiosa desprovista de imaginación.

Así ha de ser, estamos en la era de la comunicación emocional en la que importa un bledo si el mensaje es mentira o verdad, con tal de conmover a los pobres transeúntes que no salen de su asombro hasta caer en cuenta de que se trata de una ampulosa comunicación política con fines últimos electorales. Acto seguido, viene a mi mente bajo el sol canicular del medio día, que estamos hablando de una Alcaldía quiteña llena de sobresaltos, que necesita echar mano de una comunicación institucional sin límites, desbordante, es decir manipuladora en definitiva.

Vuelvo a mirar la instigación a ser feliz, alégrate en el nuevo parque…y pienso que la alegría o la felicidad humanas en una capital como Quito, es poco menos que imposible medirla cuantitativamente por la cantidad de “obras hechas pensando en ti”, como dice la propaganda municipal. Pero las bondades de un cambio en la calidad de vida, sí son cuestión de plazos perentorios, pero ni lo uno ni lo otro está sucediendo en la “administración Mauricio Rodas”, pletórica de sobresaltos.

Sobresaltos que hacen olvidar que hay una dimensión que recibe poca o nada atención, que tiene relación entre la convivencia de la ciudadanía y la estética de la ciudad hoy invadida de letreros pintarrajeados que buscan la emoción del transeúnte desprevenido. Esto evoca una afirmación que suscribo: Cualquier administración que pretenda llevar a cabo un proceso con gobernanza y sostenibilidad, debe despojarse de los colores de campaña para administrar la ciudad en la que vivimos todos con distintas visiones, con distintos sueños e intereses, pero con una sola esperanza: poder vivir mejor.

Precisamente la propaganda de corte fascista prescinde del respeto a las motivaciones del consumidor atribuyéndole un borreguismo a ultranza, una conducta femenil susceptible de ser manipulada como siervos al matadero. Eso remite al tema central de campaña electoral de Rodas: “recuperar la alegría, la frescura y la conversación entre todos los ciudadanos”, sin importar sus realidades específicas y sus sueños concretos. Mientras transcurre la tarde y avanzo entre carteles y árboles del parque La Carolina, caigo en cuenta de que la autora de estos carteles es una administración municipal obligada a echar mano a la propaganda. Única forma de respuesta indirecta a las críticas a sus múltiples actos fallidos que quitan el sueño al edil de la ciudad.

En una retahíla de sobresaltos, la prensa destaca un hecho curioso si no fuera símbolo de la decadencia ética de quienes lo protagonizan: “Para eliminar información sobre supuestos actos de corrupción habrían ingresado la madrugada del 15 de abril el coordinador de adquisiciones, Carlos Orbe, y el gerente de Tecnología, Carlos Paspuel, al área administrativa de la Empresa Metropolitana de Transporte de Pasajeros de Quito (Epmtp)”. El video que los detecta fue levantado por Oscar Játiva, sindicalista. Según la publicación de Játiva, la información correspondería a contratos anómalos con empresas de seguridad y limpieza, una versión que fue corroborada por una fuente que pidió no ser citada. En el portal del Servicio Nacional de Contratación Pública (Sercop), desde inicios de este año constan 6 procesos de contratación de la Epmtp.

La cosa ética hace agua en las turbulentas corrientes municipales. La vida privada de Rodas también ha estado sujeta al escrutinio público durante el período de un año en el ejercicio del cargo. A dos semanas de iniciar su gestión en mayo del 2014, se conoció que una multa aplicada por el IESS al Alcalde Rodas tenía como fundamento el incumplimiento con dos empleados personales en el pago de los aportes al Seguro Social durante seis meses.

La cosa ética se puso color de hormiga cuando trascendió en la prensa mexicana la presunta relación existente entre el Alcalde quiteño y Luis Muñoz Orozco, buscado por las autoridades de los EE.UU. por narcotráfico. El periodista Francisco Herrera Arauz de Ecuadorinmediato se pregunta: ¿Por qué Orozco vino a Ecuador, por qué se vinculó con usted, señor Alcalde? ¿Qué función cumple en el municipio de Quito? ¿Qué asesoría le dio a usted? En este espinoso caso los medios han tomado un silencio cómplice. Tomarse una foto con un implicado en narco tráfico no tiene porqué importarle a Quito, concluye irónicamente Herrera Arauz. No obstante, el cambio de los colores quiteños de azul y rojo “por los colores de Suma conque tiene pintarrajeada la ciudad, coinciden con “los mismos tonos de los Centros de Desarrollo Infantil de México” y desatan graves especulaciones de sus relaciones con el personaje mexicano, apunta Francisco Herrera.

El director del medio digital apunta a un reclamo sobre la ética, señor alcalde, la ética, como versa un documento de dominio público de su autoría. En dicho libelo, Herrera Arauz invoca a que el Alcalde quiteño “preste atención al factor ético, ya que la gestión en obras es todavía nula y eso genera un riesgo futuro”. El reclamo a las ligerezas de las palabras de Rodas es otro colorido acápite del documento: la facilidad con que hace afirmaciones que resultan falsas, en referencia a negar que Jaime Duran Barba es su asesor, mientras que el conocido encuestador lo desmiente en Radio Democracia, dejando al descubierto la mentira del alcalde asesorado.

En el documento se deslizan acusaciones de igual calibre: El caso de la censura previa a Ecuadorinmediato, que habría creado un “ambiente perverso en nuestra contra”, dice Herrera Arauz, por el hecho de “arrasar con la libertad de expresión”. Circunstancia que el Alcalde Rodas consideró “un error administrativo”, que no ha sido justificado ni explicado y que habría protegido al culpable del desacierto.

Los roces con sus partidarios como Antonio Ricaurte, que insta al alcalde que “no se vaya con la derecha”, es otro sobresalto. Asi como las alzas de las tarifas de los taxis en Quito, producto de acuerdos previos con el sector de taxista que apoyó su candidatura a la Alcaldía, fue “poco ético que se niegue tal acuerdo”, dice Herrera Arauz.

Mientras camino por una ciudad que aun en domingo muestra síntomas de congestión vehicular, ésta me recuerda que la construcción del Metro es otro proyecto pendiente de viabilizar. Ha transcurrido un año que no se ha avanzado un centímetro en dicha obra, un “espectáculo contradictorio que ofrece el Alcalde y sus adláteres”, según Herrera Arauz. Y la movilidad es una tachuela en el zapato del edil capitalino. En otro sobresalto edilicio, promover “un proyecto Quito Cable sin presentar estudios técnicos, económicos o financieros es una “pretensión de engaño a la opinión pública”. No sin razón, el periodista invoca al Alcalde a que “garantice un proceso respetable y sin sospechas de privatización de este sistema de transporte público”.

Ahora si resulta comprensible que la propaganda de “la nueva Carolina” sea otra colorida falacia, tan inútil como la acción de los policías metropolitanos pitando a los semáforos, en grupos de tres efectivos, como si el presupuesto del municipio fuera rebosante de recursos provenientes de los impuestos de la ciudadanía. La ética, señor alcalde, la ética, es una alerta oportuna, como descubrir una forma distinta de hacer política. No se puede hacer la vista gorda a tanto sobresalto, sin hacerle un flaco favor a la ciudad.

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