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lunes, 1 de julio de 2013

VANGUARDIA: UNA PALABRA POLÉMICA


Foto Andes
Por Leonardo Parrini

Amantes como somos de las palabras, prodúcenos vértigo su uso inadecuado. Uno de los términos con mayor prestigio del diccionario es la palabra vanguardia, procedente del francés avant-garde y acuñada para denotar "parte de ejército o fuerza armada que va delante del cuerpo principal”. De allí emerge la connotación de vanguardia, como aquello que se adelanta al resto y rompe paradigmas y barreras.

Vanguardia es también el nombre de una revista ecuatoriana, publicada por la empresa Editorial Gran Tauro Cia Ltda, que forma parte del consorcio mediático integrado por Diario La Hora, SatNet, TV Cable, Revista Vanguardia y cadena de radios Planeta. Vanguardia anunció en un documento titulado Censura a Vanguardia que hoy, 1 de julio, emite su último número, el 398. Y lo hace en medio de una polémica acerca de las verdaderas razones que motivaron a sus dueños a poner fin a la edición impresa de la revista.

Entre los porqués del cierre, los dueños de Vanguardia señalan la vigencia de la Ley de Comunicación en Ecuador. Este argumento encontró eco inmediato en la Sociedad Interamericana de Prensa SIP, que en un comunicado señaló quecon la nueva ley, la revista Vanguardia, que desde su nacimiento hace más de siete años desarrollaba investigaciones periodísticas sobre temas de actualidad, simplemente ha quedado inhabilitada de hacer su tarea”. De hecho, la carta emitida por los dueños de la agonizante revista explica la decisión de no aceptar “las disposiciones de la ley, por las que el Gobierno de Ecuador puede determinar los temas que debe abordar”, nombrar a “un comisario censor” y prohibir la publicación de noticias judiciales “hasta que exista sentencia ejecutoriada de última instancia”.

Los dueños de Vanguardia tampoco están dispuestos a cumplir las nuevas normas que impiden reseñar asuntos penales y de corrupción, obligan a los medios a asumir responsabilidad por las opiniones de terceros, habilita al Estado a disponer cómo se titulan los artículos y encarga a un superintendente designado por el presidente Correa a supervisar, fiscalizar y sancionar a la prensa que se salga de la línea oficial”, explicó la SIP. En su escrito, los directivos de Vanguardia añadían que “no lo toleraremos jamás”, porque “sería indigno y contrario a los valores que defendemos”.

Acto seguido la SIP emite su juicio de valor en una inducida conclusión: “Es comprensible la reacción de la revista Vanguardia ante el panorama de cerrojo a la libertad de prensa impuesto por la ‘ley mordaza’ de CorreaEl régimen de Correa hace con la libertad de expresión en Ecuador lo mismo que hacían las dictaduras sudamericanas de los años ‘70 y ‘80”, afirmó Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP.

La otra cara de la moneda

Hechos son amores y no buenas razones, dice el pueblo en su sabiduría. Luego de las declaraciones emitidas por los propietarios de Vanguardia y aupadas por la SIP, el equipo periodístico de la revista encabezado por su redactor jefe, Juan Carlos Calderón, desmiente las causas argüidas por los accionistas. Calderón se muestra en desacuerdo con la decisión de cerrar la revista, señalando que “no se puede hundir el barco antes de enfrentar la tormenta”. Calderón descartó que la Ley de Comunicación sea el motivo para poner fin a la revista, ya que "el equipo de periodistas viene trabajando en condiciones difíciles desde hace mucho, sabe cómo trabajar frente a las adversidades y seguir trabajando con mística y profesionalismo". 

Los trabajadores de Vanguardia, según manifestaron, no saben cuándo podrán percibir los haberes por concepto de liquidación de su fuente de trabajo. Juan Carlos Calderón, contó en versión de prensa que Francisco Vivanco, dueño de la revista, “al referirse a las liquidaciones, señaló que debían ser negociadas, pues la empresa enfrenta problemas económicos”, y no descartó la posibilidad de que los empleados decidan acudir ante un inspector del Ministerio de Relaciones Laborales para iniciar un proceso administrativo.

El periodista Rubén Darío Buitrón menciona en su blog que cerrar la revista Vanguardia “es la decisión más cobarde de la década”, según afirmación de sus propios reporteros. Buitrón dice que “no creo que un medio deba ser “anti” ni “pro”, Y puntualizó: “Sin eufemismos (lo que en realidad pasó es que) dejó sin trabajo a diez periodistas y usó como pretexto la Ley de Comunicación”. En seguida afirma que el ex editor Iván Flores, le señaló en respuesta: “La redacción no comparte el ‘pretexto’ de la ley. Y peleó por ello”. Buitrón se pregunta: ¿Por qué no enfrentar ahora el desafío del buen periodismo, o sólo hay que hacerlo cuando es fácil redactar y publicar sin rendir cuentas al público?

Los colegas periodistas de Vanguardia estarán de acuerdo, y así lo han demostrado, con la afirmación del periodista polaco Ryszard Kapuscinski que “el periodismo no es un trabajo o una profesión, es una vocación”. Su valiente disposición de mostrarse en desacuerdo con sus patrones habla de su firme vocación.  
En su intervención sabatina reciente, el Presidente Rafael Correa salió a la palestra sobre el tema denunciando que la revista Vanguardia cayó en irregularidades laborales, pues “no pagaban a sus trabajadores, estaban atrasados con el IESS, Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social” y llamó al Ministerio de Relaciones Laborales para garantizar que ante el cierre del medio, éste cumpla con todas sus obligaciones adquiridas con los trabajadores.

El Presidente Correa también denunció que revista Vanguardia mentía a sus lectores y auspiciantes: “Para vender publicidad revista Vanguardia decía que tenía 25 mil ejemplares, 15 mil ejemplares y la verdad es que si llegaban a cinco mil es mucho” engañando a sus patrocinadores manifestó el jefe de Estado y dijo que con la aplicación de la Ley de Comunicación, recientemente publicada en el Registro Oficial, en la que los medios impresos están obligados a revelar su tiraje y el Consejo de Regulación y la Superintendencia pueden auditar, “se les acabo la fiesta”.

La polémica continúa confirmando la sentencia de Mario Vargas Llosa: El periodismo es una manera de opinar, de participar en el debate político, social o cultural. Pero, como reafirma el Premio Nobel de Literatura peruano, para ciertos medios informativos, “no se trata, pues, de combatir una “mentira”, sino, en efecto, de satisfacer esa curiosidad morbosa y malsana de la civilización del espectáculo, que es la de nuestro tiempo, donde el periodismo, como la cultura en general, parece desarrollarse guiado por el designio único de entretener” 

En medio de la “entretención” mediática resulta urgente revalorizar las palabras, como dejó escrito ese maestro del idioma que es Jorge Luis Borges: que las palabras sean no sólo un medio de comunicación, sino símbolos mágicos y música. La palabra vanguardia seguirá siendo sinónimo de avanzada y no una falacia de los hechos y, menos, de las propias palabras.

2 comentarios:

  1. Mas claro no canta un gallo, utilizar falacias y encubrir la verdad para justificar una muerte anunciada, no solo que es una traición para los periodistas que trabajan en la Revista, sino también, para aquellos lectores que partiendo de una militancia ideológica contraria al gobierno, han quedado desprotegidos de su vínculo político y argumental. Muy bueno el artículo y su análisis.

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  2. Don Leonardo, concuerdo con usdted, pero a esos "supuestos periodistas honestos y sufridos de la ex- vanguardia " TAMPOCO ASI.. ahora si sacan las garras de la traicion cuando no tienen su dinero mensual y liquidaciones.. antes le defendian al Vivanco a capa y espada , por favor esa gente no sirve para NADA, una sola moral, una sola palabra. Vivanco por ultimo es un vivaracho sinvergueza.. y sus antiguos empleados son dos caras, QUIEN ES MEJOR??
    Atentamente
    Jorge Vasconez
    Desde Quito

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