Por Leonardo Parrini
Cuando Cristóbal Colón tocó tierra el 12 de octubre
de 1492 en la isla Guanahaní, en el caribe, se inició la leyenda
negra de la presencia española en tierras de la Extremadura para la mirada
euro centrista, cuyo discurso pretende desconocer el verdadero significado de la conquista hispana en nuestro continente: “El 12 de octubre de 1492 específicamente no
hubo una invasión, sólo llegó un barco dirigido por Cristóbal Colón, un
visionario”, según la versión de Fabricio Terán signatario de Instituto
Ludwig Von Mises Ecuador.
Colón llegó a esta región en
momentos en que la lucha interna de los imperios Inca y Azteca hizo presa fácil
de los indígenas aupados por el divisionismo español. La historiografía
colonialista, a confesión de partes, como la del señor Terán, reconoce que “la Conquista española la hicieron las
tribus indígenas que se aliaron a los expedicionarios españoles para liberarse
de la opresión de los Imperios Inca y Azteca”.
Pero no sería sólo la división
del Tahuantinsuyo lo que facilitó la conquista hispana, sino además la fuerza bélica
empleada desde el primero momento por las huestes que sucedieron a Colón quien
-como es de conocimiento histórico- estableció una conflictiva relación con
los aborígenes que contactó y convirtió en esclavos para el buen negocio de su
amigo Juanoto Berardi.
El discurso hispano apologético
de Terán soslaya lo qué habría detrás
de la presunta expedición visionaria
de Colon, cuando señala que fueron “personas
que venían por necesidad, individuos en la pobreza en busca de mejores días.(…)
gente sencilla que venía con la intención de
trabajar” quienes arribaron a
esta tierras . Esta afirmación rayante en la impudicia
no resiste análisis y es desmentida por la propia historiografía tradicional
cuando menciona como “la reina
Isabel La Católica fue el principal apoyo con el que contó Colón para poder
realizar su proyecto descubridor. Fue el propio Hernando Colón quien en La Historia del Almirante, la
biografía que hizo de su padre, lanzó la pintoresca historia en la que aparece
la reina católica ofreciendo empeñar sus joyas para financiar el viaje
colombino”.
Como toda inversión, la de la
soberana española tenía un fin lucrativo. No obstante, Colón que no conseguía
enviar grandes cantidades de oro ni de especias, pese a los tributos que había
impuesto a los indios, optó por enviar indígenas a la Península para que fueran
vendidos como esclavos empeorando su gestión administradora en el continente al
punto que fue destituido. Los verdaderos problemas de Colón con la Corona
surgieron por su mal gobierno en el Nuevo Mundo, tanto en su política esclavista
como en su nefasta relación con los indígenas.
Sin embargo, posturas ideológicas
como la de Terán que arriban a la conclusión de que “culturalmente somos más
euroamericanos que indoamericanos”, bien pueden ser un gesto aspiracional
respetable, pero incompatible con un genuino sentido de identidad continental.
Posiciones, por demás, funcionales a la visión reaccionaria y neo colonial que
se pretende anteponer a los procesos de cambio que se viven hoy día en Latinoamérica.
Un registro equívoco e interesado
de la historia soslaya el crimen cometido en la humanidad de los caciques indígenas
como Atahualpa, que después de negociar su libertad con los españoles fue muerto
en un acto que habla a las claras de la falta de principios de los
conquistadores. La muerte de Caupolicán
asesinado en la picana o de un Galvarino amputado las manos para luego ser
horrendamente exterminado, son pruebas irrefutables de que la conquista española
no fue una empresa, precisamente, amistosa. En respuesta a la violencia hispana
Lautaro, joven libertador de Arauco, procedió al ajusticiamiento de Pedro de
Valdivia en el sur de Chile y Rumiñahui sostuvo una rebelión sin cuartel en las
tierras ecuatoriales, legado que inspira hoy la conciencia de que el 12 de
octubre no hay nada que celebrar y mucho que denunciar.
No es el caso torcer la nariz a la historia o desconocer los hechos para que resulten acomodaticios a tal o cual discurso. Se trata de poner las cosas en su lugar: la conquista española es un acto violento de la política expansionista hispana del siglo XV que significó la destrucción del orden político y económico de las culturas aborígenes a nombre de la cruz, con la espada en la mano y con el propósito de llenar las alforjas de oro. Que hoy día se quiera maquillar la conquista española, a cinco siglos de la llegada de Colon, es simplemente un despropósito que tiene sus raíces en la intención de mantenernos colonizados mental y culturalmente, a nombre de una postura políticamente interesada e históricamente insostenible.
es una lastima que nadie investigue estas cosas, felicidades, a mi tbn me intesan estos asuntos >D
ResponderEliminar