GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

lunes, 13 de abril de 2015

CINE CRIOLLO PEQUEÑO Y FUERTE


 
Por Leonardo Parrini

Quién lo diría. El Premio Colibrí, en su edición 2015, acertó desde el título. El cine ecuatoriano es como un colibrí “pequeño y fuerte”, dijo Jan Vandierendonck, presidente de la Corporación de Productores y Promotores Audiovisuales del Ecuador COPAE. Claro, puesto que esa vigorosa ave de fina estética y perturbadora energía, es emblemática de un pueblo que se crece en la actividad cinematográfica.

Este cine criollo de combate, denominado “de guerrilla”, que hace pelis con bajo presupuesto y sin la pretensión de llegar a las grandes salas, es un David ante el Goliat de las producciones industriales. Cine de sello personal que exhala el sudor del director y realizadores, es por excelencia un cine autoral y qué bien que así sea. Ese es el cine que se propuso reconocer y galardonar el Premio Colibrí. Un reconocimiento que muestra en qué andan las producciones nacionales en un país que hasta hace muy poco estrenaba un filme cada dos años y que ahora produce el promedio de una docena de pelis anuales.

Entre 15 categorías, el Premio Colibrí destacó el galardón a la Mejor Producción para soporte físico. Los palmares se los llevaron los filmes Mejor no hablar de ciertas cosas de Javier Andrade, una historia que narra el drama familiar del consumo de drogas que ganó además como la Mejor Dirección. El documental El grill de César, se impuso en su categoría con una trama que pinta la relación de un padre y su hijo inmigrante. El galardón a la Mejor Producción y Mejor Película, se lo llevó el filme A estas alturas de la vida, que cuenta la historia de un burócrata y su amigo en la vorágine de sus relaciones con mujeres. Esta película resulta ser un premio póstumo a Manuel Calisto, actor asesinado hace un tiempo en Quito.

En singular novedad, el Premio Colibrí reconoció a la mejor producción audiovisual en lengua originaria, y no a la película extranjera como se acostumbra. La estatuilla la obtuvo el cortometraje Kuychi Pucha del otavaleño Segundo Fuerez. Un filme que narra, en lengua Kichwa, la historia mágica de una niña y su relación vital con la Pachamama y el agua en la cascada de Peguche. En el desarrollo del evento, la opinión de público cuenta. En entrevistas hechas en la calle los cinéfilos evocaron películas nacionales de otros tiempos, como Qué tan lejos de Tania Hermida y Las Zuquillo, que les hicieron reír en su momento, más allá del mensaje social.

Una mirada autorizada

La gestora cultural y productora cinematográfica Mariana Andrade, de la empresa Ochoymedio, expresó su criterio en redes sociales acerca de los filmes premiados. Andrade escribió en Facebook: A estas alturas de la vida, película de Alex Cisneros y Manuel Calisto, da un giro al cine ecuatoriano acostumbrado a recibir galardones por historias cargadas de demasiadas referencias autobiográficas y problemas político-sociales. La película recoge en una terraza desordenada, silenciosa y solitaria, bajo el cielo gris de un Quito de clase media, blanco y negro, melancólico y depresivo, pero también hilarante, la intimidad de dos amigos, la insatisfacción y soledad de una vida que puede terminar tan sólo dando un paso adelante...una lección de buen cine ecuatoriano, que exige al espectador dar el salto y dejar la comodidad de ver sólo realismo costumbrista y acepte ver una propuesta de fotografía, sonido, guión, música y actuación puestos a punto y sin apuro....como dirían sus personajes, “a la mierda la Patagonia".

Criterio enjundioso, válido de quien se ha mojado el poncho en el cine criollo. Andrade reflexiona en voz alta sobre un cierto vacío que deja el Premio Colibrí: “premiar al documental La muerte de Jaime Roldós, hubiera sido una responsabilidad tácita, lo políticamente correcto, lo que debía hacerse, casi, casi un deber...sin desconocer que es un extraordinario documental, con una excelente investigación periodística”.  

Se recoge la alfombra roja y el Premio Colibrí ya es historia. La Mariana se manda la reflexión del estribo: Los premios tienen que ir acompañados de fondos de fomento, pero ese es un camino a lograr a largo plazo. En los Premios Colibrí, hubo un ejercicio más allá de quién ganó o no. Lo importante es ver lo que produjo a su paso: dejó de lado la institucionalidad; visibilizó a los gremios del cine, se sembró la necesidad de agremiarse y se dialogó por primera vez entre nosotros para hablar técnicamente de lo que hacemos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario