Por Leonardo Parrini
…el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
Estos versos de Neruda que corresponden a su poema Solo la muerte, fue anunciación premonitoria de lo que iba a ser su
propia muerte, acaecida el 23 de septiembre de 1973, pocos días después del
golpe de Estado militar que derrocó al Presidente Salvador Allende. Días aciagos,
sin duda, para el poeta y para miles de chilenos que veíamos sucumbir la patria,
encendida la hoguera fascista de la dictadura impuesta a sangre y fuego por los
militares encabezados por Pinochet.
El vate por esos días había escrito en su bitácora impresiones de lo que
se vivía en el país. En su refugio de Isla Negra, sentado en su mesa de trabajo
frente al ventanal desde donde dominaba el horizonte de un mar de mercurio, gris
y estático como la muerte, hablo de las tantas muertes que sucedieron en las máquinas
y en las fábricas, en las plazas y en los cuarteles, en las mazmorras de tortura
y en los estadios convertidos en campos de exterminio por la dictadura
militar.
Escribo estas rápidas líneas para mis
memorias –registró Neruda- a sólo tres días de los hechos
incalificables que llevaron a la muerte a mi gran compañero el presidente
Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente—sólo a
su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver…Aquel cadáver que
marchó a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en sí misma
todo el dolor del mundo. Aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y
despedazada por las balas de las ametralladoras de los soldados de Chile, que
otra vez habían traicionado a Chile.
Esas fueron las últimas líneas escritas por Neruda en su cuaderno
original que darían forma al libro Confieso
que he vivido, sus memorias. Nueve días más tarde murió y la versión difundida
como causa de su muerte fue que un cáncer de próstata lo había abatido. En ese
momento, de represión y confusión, Neruda fue sepultado sin los adioses de
rigor, y sin que nadie cuestionara la versión de su muerte.
A inicios de la década de los noventa, en 1992, desplazada la dictadura militar
por un gobierno civil, los restos de Pablo Neruda
fueron exhumados y velados con honores en el Salón de Honor del antiguo Congreso
Nacional en Santiago de Chile. Posteriormente, fueron enterrados junto a Matilde
Urrutia, su mujer, en la localidad de Isla Negra, en la propiedad del poeta
frente al mar.
Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
Y el suyo, cadáver inmortal, será
exhumado por segunda ocasión; esta vez para determinar las causas de su muerte.
La decisión fue tomada por el juez Mario Carroza, al tenor de una investigación
judicial para esclarecer las circunstancias de la muerte de Neruda. La diligencia
responde a la inquietud generada por la versión
dada, en mayo del 2011, por Manuel Araya Osorio, chofer y asistente del poeta, a
la revista mexicana Proceso, en la que declaró que Neruda habría sido asesinado
tras aplicársele una inyección letal en la clínica donde fue internado días después
del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 en Chile.
A 40 años de la muerte del Premio Nobel chileno, la revista digital El Mostrador anuncia la exhumación del cadáver
de Neruda, noticia que fue confirmada por la Fundación Pablo Neruda, a
través de un comunicado: “La Fundación ha expresado en todo momento su voluntad
de colaborar con la investigación que lleva el ministro Carroza y confía
plenamente en que la pericia se llevará a cabo con el mayor respeto y cuidado
posible. Espera, asimismo, que el examen tanatológico contribuya a aclarar las
dudas que pudieran existir respecto de la muerte del poeta”.
Pronto es otoño en Santiago. Y la
presencia de Pablo Neruda nuevamente emerge en la memoria de los chilenos. Esta
vez es de esperar que el próximo invierno que viene con la
mirada de la muerte que es verde, con la aguda humedad de una hoja de violeta y
su grave color de invierno exasperado, depare el sosiego imperecedero al
poeta frente al mar de Isla Negra.
DESCENSO
ResponderEliminarPor: Jairo Bohórquez Guillén
Luché
por quitarme los clavos,
cuando al fin pude
bajar de la cruz,
no encontré piso.