Por Leonardo Parrini
No sorprende, pero indigna, el “informe” de EE.UU que “denuncia las restricciones a la libertad de expresión en Ecuador”, y mete en el
mismo saco “la represión de disidentes en Cuba y China, la concentración de
poder en Venezuela”. No sorprende, porque habitualmente el
Gobierno norteamericano juzga la situación de los derechos humanos en aquellos
países con los cuales quiere tener, o tiene, conflictos de orden político o
económico. Así esta vez el informe hace referencia a lo que sucedió en el 2013
en relación a “la falta de elecciones libres en Irán, la situación
de derechos en Corea del Norte y los atroces abusos en Siria, que consideró
deplorables”.
La pregunta
obvia es ¿quién confiere autoridad moral, legal o política a los EEUU para
arrogarse el derecho de juzgar a otros países? El documento emitido por el
Departamento de Estado norteamericano, destaca 24 países en los que los DDHH
“se deterioraron más durante 2013”, sin que exista organismos internacional
alguno que haya solicitado dicho juzgamiento. Al presentar el informe, el
secretario de Estado, John Kerry, señaló "Hoy
reafirmamos nuestro compromiso de mantenernos del lado de los muchos que buscan
dignidad y contra aquellos que se la niegan".
La dignidad es
una palabra que en boca del funcionario estadounidense suena a una ironía que
raya en la burla. La potencia capitalista del norte es, precisamente, el país menos
indicado para pretender darnos lecciones de dignidad, cuando su historia indica
que el propio país ha sido construido sobre la explotación de razas y pueblos
sojuzgados por los gobiernos norteamericanos. Es más, su sistema político y
económico, es expresión de la indignidad y atropello a los países del mundo en
los que la geopolítica de EEUU ha intervenido por la fuerza, en detrimento de
la libre autodeterminación de los pueblos.
La prestigiosa revista estadounidense Foreign Policy, cuestionó
las sanciones unilaterales impuestas contra Irán bajo el pretexto de
violaciones de derechos humanos y escribió:
"Desde luego, no importa que Estados Unidos haya invadido dos países
extranjeros (Afganistán e Irak) y que soldados estadounidenses hayan torturado
y violado a miles de personas en las cárceles de Guantánamo, Bagram y Abu
Ghraib, porque la atención y las miradas están dirigidas a Irán y no a los
prisioneros en Afganistán y Guantánamo que, esposados, son colgados del techo y
son golpeados hasta dejarlos sin vida". La publicación concluye en que
esta es una muestra de “algunos ejemplos de violaciones de los derechos humanos
en EEUU y la realidad de que los militares norteamericanos ignoran los derechos
más elementales en otros países”. No es casual, entonces, que los informes
anuales del Departamento de Estado norteamericano sobre las violaciones de los
DDHH siempre están concentrados en los países con los que Estados Unidos busca
tener una confrontación.
El sistema de justicia norteamericano no es precisamente una muestra de
transparencia y equidad. Bajo el imperio de leyes antiterroristas el Gobierno
norteamericano mantiene un régimen de terror en cárceles fuera de su territorio,
como el caso del campo de concentración de Guantánamo, en Cuba. Informes de la ONU señalan que “existen evidencias de que algunos
detenidos han sido torturados y denuncian alimentación forzosas a
prisioneros en huelga de hambre -docenas de ellos protestaron de este modo en
2006 - e interrogatorios llevados a cabo tras confinamientos solitarios
prolongados o en condiciones extremas de temperatura, luz y ruido”. Guantánamo es sólo una
parte del sistema de campos de detención que mantiene Estados Unidos en el
exterior, y que incluye otros campos en Irak y Afganistán, como lugares de
detención secretos de la CIA.
Numerosas Organizaciones No Gubernamentales
norteamericanas, como el Centro de Información sobre la Pena de Muerte y la
American Bar Association, y juristas prestigiosos, en los últimos tiempos, han
prestado particular atención a las violaciones de los derechos humanos en
Estados Unidos. Las Naciones Unidas nombraron un Relator para investigar lo
concerniente a las irregularidades en relación con la aplicación de la pena de
muerte. Y todas las investigaciones y estudios permiten llegar a la conclusión
de que Estados Unidos es el «mayor violador» de los derechos humanos en el
mundo.
El sistema de justicia norteamericano incluye
la pena de muerte abolida en la mayoría de los países del mundo. Desde que se
restableció la pena máxima -hoy está vigente en 38 estados de los 50 de la
Unión-, le ha sido impuesta a 3.660 acusados, de los cuales 360 fueron
ejecutados y 3.300 se encuentran pendientes de ajusticiamiento, entre ellos 49
mujeres. El pasado año fueron ejecutadas 74 personas. Entre los que perdieron
la vida a manos del verdugo en las cárceles norteamericanas, el 59% era
afronorteamericano, hispano o perteneciente a otras minorías, cuyo conjunto no
sobrepasa el 20% de la población del país. Y en Alabama el 69% de los
ejecutados es negro. Por ejemplo, en juicios por homicidio de 1.000 personas
blancas fueron condenados a la pena máxima 93 afronorteamericanos, en tanto que
por la muerte de 1.000 negros no fue condenado a esa pena ningún blanco.
La represión y ejecución aplicada a las
mujeres en los EE.UU, universalmente proscrita, no es precisamente ejemplo de
dignidad. Un método de tortura practicado es el denominado “atadura como un
cerdo»” que consiste en esposar manos y pies del detenido y atarlos a su
espalda, para después arrojarlo al suelo como un balancín. Este tormento ha
producido numerosas muertes por asfixia posicional. Los «cinturones de
electrochoque» que producen grandes dolores y terror y el uso del gas
lacrimógeno que es utilizado por 3.000 departamentos de policía, ya ha
producido la muerte a más de 60 personas que fueron rociadas con él. En el caso de las prisiones de mujeres, EE.UU
ocupa un lugar preponderante dentro de estos maltratos y violaciones por parte
de los guardianes que, igualmente, cuando son denunciados siempre escapan a la
sanción.
La violación de
los derechos humanos es un problema que muchos sectores estadounidenses no
aceptan, o al menos, minimizan. En el ámbito nacional, el gobierno de Estados
Unidos permite la violación sexual en las cárceles de los hombres como
atestigua Human Rights Watch. Hombres que violan a otros hombres y las
autoridades penitenciarias a lo largo y ancho del país lo desmiente, no lo
reconocen y no hacen nada para evitar dichas violaciones. No hay una
legislación al respecto. Cada año miles de empleados son despedidos o se toma
represalia por intentar sindicalizarse. Especialmente, después de la tragedia
del 11 de Septiembre, leyes como la Ley Patriótica son un instrumento que
permite violar el derecho a disentir y la privacidad de grupos o personas que
denuncian la política de Estados Unidos. Antes de juzgarnos como país, el Departamento
de Estado norteamericano debería investigar si en Ecuador existe la pena de muerte,
se practica la tortura en las cáceles y cuántos presos políticos reprimidos, fuera
de la ley, existen en el país. La presunta denuncia de EE.UU contra Ecuador, no
pretende sino ver la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el ojo propio en
un flagrante e inaceptable acto de hipocresía.
EL PAIS NORTEAMERICANO ESTA DESTINADO BIBLICAMENTE A SER DESTRUIDO AL IGUAL QUE LA SIMBOLICA BABILONIA LA GRANDE A CAUSA DE MUCHO DERRAMAMIENTO DE SANGRE INOCENTE, INTRIGAS, COMPLOT, ABUSO DE PODER ARMADO, TRAICION, ETC.
ResponderEliminar