GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

lunes, 15 de abril de 2013

EL EMPATE VENEZOLANO


Por Leonardo Parrini

En el fútbol los empates se dirimen jugando un tiempo adicional al reglamentario o, si persiste la igualdad, a penales. En política no. Basta un voto de diferencia para dictaminar al ganador. Es el caso de Venezuela en que un punto y medio porcentual en la votación de Maduro y Capriles tiene al país llanero en una irreconciliable fractura política. Esta fragmentación que divide al país registraba diferencias más amplias en las elecciones anteriores en las que Chávez venció a Capriles por más de un 10% de distancia en las urnas.

“El pueblo se cambió de bando”, dijo un vendedor ambulante entrevistado por GamaTV en Caracas. “Es que Maduro no es Chávez”, dijo otro ciudadano entrevistado y tiene razón. La diferencia de perfil entre ambos dirigentes es abismal, por más que Maduro asimile la enseñanza de quien llama “mi padre”. La primera contradicción es que segundas partes nunca fueron buenas. Los dobles en política no existen. Los líderes forjan su propia impronta y esa es la asignatura pendiente de Maduro a su favor. Todo apunta a que la imagen de un político no es endosable, en votos, a su adlátere inmediato.  

La obsesión de Maduro por encarnar a Chávez lo puede convertir en una caricatura política. El ex conductor de buses colectivos ha hecho todo lo que está a su alcance para levantar míticamente la figura de su líder, ejerciendo un desenfrenado culto a la personalidad que se explica por la necesidad propagandística de mantener al tope la imagen de Chávez ausente en la lid electoral. Eso lo ha conseguido, pero con un triunfo apretado por la caída de las cifras del chavismo en favor del opositor Henrique Capriles.

Hugo Chávez iba a ser Presidente de Venezuela hasta el año 2019. El comandante logró en las elecciones derrotar, mermado por la enfermedad, a su rival más difícil, el joven líder de la oposición Henrique Capriles con el 54,4% de los votos frente al 44,0%, venciéndolo en 20 de los 23 estados venezolanos. Frente al triunfo de Maduro que obtuvo la victoria con el 50,66% de los votos sobre el 49,07% para Capriles, una diferencia absoluta de 235.000 votos al cierre de este artículo.

Factores del resultado

Los resultados electorales del domingo pasado se inscriben en la vieja fórmula: todos contra el poder. Los sectores opositores al régimen chavista, liderados por el empresario Henrique Capriles, han logrado unificar a las fuerzas derechistas y remontar, en pocos meses, los diez puntos porcentuales que lo separaban de su contendor oficialista Nicolás Maduro. Ese es el primer factor del repunte opositor y de la victoria oficial con sabor a derrota. Aquello fue posible por la suma de factores subjetivos relacionados con la personalidad de Chávez y de Maduro que lo reemplaza, sin encarnar sus virtudes.

Según el historiador Juan Paz y Miño los factores del resultado electoral se relacionan con “la unificación de la derecha”, la orquestación mediática, la corrupción, la inflación y la escasez de productos, situaciones que estarían provocando un creciente descontento popular canalizado por la derecha capitaneada por Capriles.

Al comportamiento emocional de las masas frente al reemplazo del lider, hay que adicionar condiciones objetivas del descontento popular provocado por la situación económica en una Venezuela que exhibe un índice inflacionario entre los más altos de la región. Las causas, según analistas, se deben a “un conjunto de políticas económicas fallidas en los ámbitos fiscal, monetario, cambiario, petrolero, y, ante todo, salarial”. El fenómeno inflacionario entre 179 países no fue mayor al 5% en 2009, mientras Venezuela registró un 25% anual que aumentó al 35% en el 2010. La inflación promedio de Venezuela en los últimos 12 años se ubica en 23%, mientras que en los 12 años anteriores era de 54%. La escasez de productos de consumo básico es un hecho que cursa con la inflación en los costos de dichos productos; fenómeno que se explicaría por la fuerte demanda estimulada por un circulante a disposición de los consumidores y al ocultamiento de bienes de consumo masivo provocado por ciertos establecimientos comerciales con el propósito de multiplicar el descontento popular.

La corrupción es un fenómeno que no logra ser erradicado de la sociedad venezolana. A principios de los años setenta, después de recibir un gigantesco ingreso petrolero a mediados de esa década, la calidad del gobierno se deterioró y la corrupción se estableció en el país. La corrupción en Venezuela se mide en el despilfarro de un billón de dólares del ingreso nacional. Transparencia Internacional muestra a Venezuela, en 2010, entre los doce países más corruptos del mundo. En contraste, las dictaduras del pasado hicieron de la corrupción el privilegio de una élite; según sectores de oposición, “Chávez permitió que una masa considerable de sus seguidores participen, en distinto grado, de la “piñata” del dinero, la tierra y los recursos nacionales”.

El fenómeno se localiza en algunas dependencias del Estado venezolano como el palacio presidencial de Miraflores, "centro de operaciones del Presidente en prácticas de corrupción política”. La Campiña, sede principal de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), convertida en “un conglomerado incoherente de diversos negocios que van desde la importación y distribución de alimentos hasta el entrenamiento de atletas”. El Ministerio de Defensa y la Guardia Nacional y el Ministerio de Finanzas son ámbitos señalados como escenarios de corrupción. “La administración de las finanzas de Venezuela durante el régimen de Chávez -según la oposición- ha sido extremadamente irregular, jugando crimie con nalmentlos tipos de cambio duales, los funcionarios del Ministerio de Finanzas y los banqueros y corredores de bolsa asociados se han convertido en millonarios instantáneos”.

En este contexto las empresas mediáticas de televisión, prensa y radio, “en manos de la industria privada”, participan en una “Guerra de Medios ya que la mayoría de los medios de masa está en contra del gobierno”. A diferencia de los EE.UU. u otros países, donde éstos tienden a verse como neutrales, “los medios venezolanos toman partido, provocando que sean frecuentemente inundados con propaganda anti-gubernamental”.

El nuevo gobierno de Nicolás Maduro tiene una agenda compleja hasta el 2019, en la que destaca el desafío de consolidar un proceso revolucionario que Hugo Chávez llevó adelante, contra viento y marea, con indudables éxitos en el campo de la salud, la educación y la democratización política de la sociedad venezolana. El desafío del Gobierno venezolano es común para los regímenes “de la nueva izquierda latinoamericana”, que tienen por delante la tarea de fortalecer la conciencia política de sus adeptos y evitar futuros reveces electorales. Un reto que el historiador Juan Paz y Mino sintetiza en “la necesidad de inclinar la institucionalidad estatal a favor de amplios sectores populares, de trabajadores y ciudadanos –puesto que son ellos los que afirmaron el sistema democrático- y que, históricamente, pueden dar pasos importantes para superar el capitalismo con miras a una sociedad distinta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario