GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

martes, 7 de julio de 2015

LAS CONSONANCIAS CON EL PAPA


 
Por Leonardo Parrini     

“Le agradezco, señor Presidente, sus palabras. Le agradezco sus consonancias con mi pensamiento”. Con esta expresión de reconocimiento espontáneo -que no estaba escrita en el discurso oficial del protocolo papal a su arribo al Ecuador-, Francisco subrayó un hecho significativo: Rafael Correa, Presidente del Ecuador, es consonante con el ideario del Pontífice.

Y esta consonancia no implica que las palabras papales tengan un sentido político utilitario. Las expresiones de Francisco no deben servir de pábulo a mezquinos intereses ideológicos, según sugiere cierto medio digital opositor cuando publica que “si el Papa insiste en la corrección política, su visita no servirá para nada”. Menuda miopía intelectual y supino astigmatismo político que distorsiona la realidad. ¿A qué vino el Papa? Pues a coincidir con las esperanzas de un continente aplastado por la inequidad y miseria endémicas. El Papa eligió como entrada a Sudamérica, precisamente, la ruta de Ecuador, Bolivia y Paraguay, tres países históricamente postergados en la geografía continental. Vino a recordarnos que el mensaje de Cristo en la región no es con el poderoso, sino junto a los humildes. Vino acercar el pensamiento social de la iglesia católica con el ideario de pueblos latinoamericanos que buscan redimirse del pecado social de la pobreza. Vino a subrayar la necesidad de vivir en unidad, justicia e inclusión humana. En ese sentido, la consonancia del pensamiento del Papa con nuestro pueblo no es casual, ni premeditada.  

Un ideario de justicia

"El gran pecado social de nuestra América es la injusticia", dijo el Presidente Rafael Correa. El mandatario ha recordado que el pensamiento papal reconoce que "la inequidad, la injusticia, la injusta distribución de las riquezas y de los recursos es fuente de conflictos entre los pueblos, porque supone que el progreso de unos se construye sobre el necesario sacrificio de otros, y que para poder vivir dignamente hay que luchar contra los demás. El bienestar así logrado es injusto en su raíz y atenta contra la dignidad de las personas”.

En consonancia con ese pensamiento, Francisco ha subrayado que  “en el presente, nosotros también podemos encontrar en el evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros y todo este progreso en desarrollo que se está consiguiendo se consolide y se garantice un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables que son la deuda que todavía toda América Latina tiene. Para esto, señor presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad".

Motivado por la unidad de criterios con el Pontífice, el Presidente Correa destacó que “la Iglesia latinoamericana nos ha dado extraordinarios pastores, como Monseñor Óscar Arnulfo Romero, mártir de nuestra América…nuestro Leonidas Proaño, el obispo de los indios, quien luchó por la verdad, por la vida, por la libertad, por la justicia, los valores del reino de Dios como él los llamaba. Nos dio un Hélder Cámara. Ahora esa iglesia nos la da usted, Francisco, el primer papa latinoamericano”.

Francisco manifestó con notoria convicción: Nuestra fe siempre es revolucionaria, ese es nuestro constante grito. Una revolución que empieza en la intimidad de su pensamiento arraigado a la lucha por erradicar el pecado social de la miseria. Una doctrina unitaria y creativa de nuevas formas de armonía entre los seres humanos. Una enseñanza poderosa resumida en una verdad innegable: La vida es un tesoro precioso, pero solo lo descubrimos cuando lo compartimos con los demás, concluye Francisco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario