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martes, 24 de marzo de 2015

MACHISMO, FEMINISMO ¿QUÉ MISMO?


 
Por Leonardo Parrini

Siempre hemos creído en la diversidad como uno de los valores trascendentes que deben mantener vigencia en la sociedad. Diversidad que no es otra cosa que la existencia de distintas miradas a un mismo tema, múltiples lecturas posibles de la realidad. La inclusión, cuando se trata de políticas públicas requiere de esa coherencia necesaria que proporciona la unidad en la diversidad. Sin embargo, la inclusión en el tema de los derechos de la mujer a decidir sobre su intimidad personal y sus derivados, -sexualidad, reproducción y maternidad-, no tiene plena expresión en la convivencia nacional. Esta omisión deviene por una imprecisa postura del Estado, que ya no es diversidad, sino ambigüedad pura y dura.

¿Las opiniones vertidas por los funcionarios acerca de los temas de educación sexual, reproducción y abstinencia son emitidas oficialmente o son opiniones personales? La pregunta es pertinente, puesto que sobre esos temas se advierten mentises entre los burócratas del Estado. Respetables opiniones, si se tratase de versiones emitidas a título personal, pero contradictorias si son parte de las políticas públicas.

La primera opinión que saltó a la palestra fue formulada por Mónica Hernández, responsable del ex Enipla y actual Plan Familia Ecuador. Hernández se pronuncia por la abstinencia y por una educación sexual que omita todo criterio de anticoncepción o aborto, como medidas preventivas del embarazo y/o maternidad adolescentes. Nosotros estamos hablando de postergación del inicio de la vida sexual. Abstinencia viene de la palabra abstenerse y de pronto para que se le quite un poquito ese contenido, porque es real, se está mencionando que en Plan Familia lo que vamos a hacer es promover la abstinencia como una de las maneras de anticoncepción. Vamos a dar mucho énfasis a la abstinencia o a la postergación del inicio de la vida sexual, pero no vamos a forzar a nadie”.

La opinión de Hernandez que se manifestó en contra de la fruición sexual como derecho de la mujer adolescente, no sólo provocó polémica, sino además el rechazo de diversos sectores de la población femenina del país. Sin embargo, Hernández reitera su desdén a la anticoncepción por uso del condón: “yo tengo estudio en grupos focales como adolescentes en que los mencionan. (Que) el sexo es seguro con preservativo, no hay tal en un adolescente, puede ser que sí en un matrimonio en que toman sus decisiones”.

En seguida, otra declaración emitida por un funcionario de alto nivel, el Secretario Jurídico de la Presidencia de la República, Alexis Mera afirmaba que el Estado debe enseñar a las mujeres que es preferible que retrasen su vida sexual y retrasen la concepción para que puedan terminar una carrera”. Esta afirmación fue considerada machista por sectores feministas e impertinente por el propio Presidente Rafael Correa, que la desautorizó como versión oficial sobre el tema.

Luego la opinión de máximas autoridades del parlamento ecuatoriano terminó por sepultar en el rechazo las afirmaciones del Secretario Jurídico, por considerarlas peligrosas. Rosana Alvarado, primera Vicepresidenta de la Asamblea Nacional, señaló: “Las declaraciones del Secretario Jurídico (Alexis Mera) entrañan un doble peligro: porque son machistas y porque fueron dichas por un funcionario de alto nivel. La tragedia es mayor porque ese criterio está presente en la Iglesia, en la política, en la academia, en la cultura, en los medios de comunicación. Por eso yo no me quedo en la personalización de las declaraciones sino que cuestiono las tesis que hay de por medio: ‘las mujeres no se valoran’, ‘hay que enseñar a las mujeres’, ‘si las violentan es por responsabilidad de ellas’. Eso es puro machismo. Y el machismo es el peligro mortal al que estamos expuestas las mujeres”. Alvarado aclara que “no existe desde el Estado disposición alguna sobre la iniciación sexual”, y que “más bien la postura es proporcionar a los adolescentes y a la familia información adecuada sobre sexualidad”. Y concluye con una frase lapidaria: “Si el machismo mata, el feminismo emancipa, libera, dignifica a la humanidad. Yo reivindico el feminismo.”.

Algo huele mal si en las altas esferas del Estado las opiniones subjetivas, es decir personales, por más respetables que aparezcan, contradicen las categorías de la política pública. En el Estado laico deben predominar los valores no confesionales, la educación promotora de una integral responsabilidad frente a las decisiones particulares. Si los adolescentes deciden iniciarse sexualmente, lo menos que se puede esperar es que estén bien informados/as ante los mitos y tabúes, porque no es la moral represiva la que los salvará de cometer errores, sino la sabiduría frente a la ignorancia que desemboca en caminos equivocados.

En medio del vaivén de opiniones -personales y/u oficiales-, amerita con urgencia remitirnos al texto Constitucional que establece, más allá de machismos y feminismos contrapuestos, los derechos sexuales y derechos reproductivos como valores diferenciados. Y frente a esta normativa aceptada por la mayoría de los ecuatorianos, cuando apostaron en las urnas por la vigencia de nueva Constitución en el 2008, es la máxima ley y la política pública la encargada de hacer que se cumplan los derechos colectivos de la mujer.

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