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lunes, 23 de marzo de 2015

¿Y DESPUÉS DE LA MARCHA?


Por Juan Paz y Miño
Fuente El Telégrafo/ Fotografía Andes

En medio de las pasiones de la coyuntura, así como hay quienes se emocionan con la ‘multitudinaria’ marcha de trabajadores, indígenas y movimientos sociales realizada el pasado jueves 19 de marzo (2015), hay otros que la minimizan y devalúan con igual fervor.

Pero la toma de las calles es significativa como recurso de lucha social bien arraigado en la historia latinoamericana. También hay que reconocer que en la marcha estuvieron sectores que pertenecen a organizaciones populares y a izquierdas opuestas al Gobierno. Sin embargo, nadie puede asegurar si, en efecto, representan a las ‘auténticas’ y ‘mayoritarias’ bases de la población, pues no cabe cerrar los ojos ante la división y hasta debilidad existente entre los propios movimientos sociales y ante el hecho de que amplios sectores populares y de otras izquierdas apoyan al Gobierno.

Tratando de aglutinar a distintos sectores, la marcha levantó una multiplicidad de reivindicaciones. Puede entenderse que se demande una ley de aguas u otra de tierras que radicalicen la democratización de los factores de la producción; o que se cuestione la minería a gran escala, el tratado de comercio con Europa y la explotación del Yasuní. Es dudoso negar las reformas laborales bajo el criterio de que todas atentan contra derechos de los trabajadores; así como es debatible la magnificada ‘criminalización de la protesta social’ o la supuesta ‘persecución’ a dirigentes populares. Es antihistórico pretender el retorno al libre ingreso a las universidades. El rechazo a las salvaguardias arancelarias es una posición originada en las cámaras de comercio, que en Quito levantaron la consigna ‘No al paquetazo comercial’. La oposición a las enmiendas constitucionales tiene claros propósitos electorales y no es general. Y hubo protestas para ‘todo’ lo que calce en la coyuntura: el Plan Familia, las declaraciones del asesor jurídico de la Presidencia, el estilo de las ‘sabatinas’, la ‘libertad’ de expresión, etc. Predominaron las quejas y no las propuestas.

Impedir que en la marcha participe ‘la derecha’ no oculta que sus partidos, dirigentes opositores y reconocidos líderes del empresariado oligárquico la respaldaron y quisieron aprovecharse de ella. Se escondían sus aspiraciones golpistas o los cálculos electorales para su futuro triunfo, que abiertamente pretende liquidar todo lo logrado por la Revolución Ciudadana.

Pero la multiplicidad de demandas y consignas también es un síntoma de que se han acumulado motivos para el desengaño, la crítica y la reacción de diferentes sectores sociales, cuya repercusión política aún es incierta. El desajuste económico, anunciado por el mismo gobierno, con seguridad levantará nuevos motivos críticos.

Sin embargo, en lo de fondo, ¿son los movimientos sociales de oposición y las izquierdas que los respaldan, capaces de generar la alternativa política o de poder que represente su deseo de transformación radical para el Ecuador? Cuando así ocurra, las derechas y el empresariado oligárquico seguro que dejarán de unirse a sus consignas y marchas.

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