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viernes, 7 de marzo de 2014

LA MÍTICA CONDICIÓN DE LA MUJER


 Por Leonardo Parrini

Si por fuerza se entiende poder moral, entonces la mujer es infinitamente superior al hombre (Mahatma Gandhi)

Es difícil a estas alturas de la vida hablar de la mujer sin caer en la mitología acicalada por la demagogia política, el machismo encubierto y camuflado de feminismo, o, simplemente la falta de realismo por la idealización burda que se hace de la condición de la mujer. Si la sociedad machista hace un panegírico de la mujer es, precisamente, por cosificar su imagen con diversos propósitos destinados a establecer una relación de desigualdad y dominio de género.

Los mitos relacionados con la femineidad existen desde tiempos remotos, en los relatos bíblicos, en los que el rol seductor y fatal de la mujer daría lugar a la expulsión del Paraíso de la primera pareja integrada por Adán y Eva. El mito de Eva y la incitación de la manzana, de indudable contenido machista, asignó un rol de infortunada culpabilidad femenina, asociada a los roles sexuales. A partir de entonces los papeles sociales, políticos, económicos o familiares, están marcados por el sentido de culpa que debe ser expiada por la mujer, condenada a la inferioridad cualitativa de su presencia en el mundo. Históricamente, un intrincado entramado social, creado por el hombre, relegó a la mujer a protagonismos secundarios. Mientras las relaciones de poder, de producción y de guerra recayeron en las manos del hombre, la mujer fue asignada a tareas “domesticas” de hedónico instrumento sexual, matriz reproductiva y rol maternal, asociados a labores de organización y ornamento del hogar.

El protagonismo sexual como fuente de placer y rol uterino de reproducción de la especie, han marcado para siempre la condición de la mujer en el tejido social. De este modo, un sistema de valores ideológicos sancionó apologéticamente estos roles, idealizándolos y confiriéndoles, subjetivamente, sentidos más allá de su significado concreto. El resultado fue el posicionamiento de la imagen de la mujer, indisoluble y exclusivamente asociado a la función de hembra reproductora y de madre.

El conjunto de las otras actividades de poder y dominación sociales les fueron asignadas a los hombres, conforme el desarrollo de las fuerzas productivas, la división del trabajo y la lucha política por la gobernanza y el poder. La mujer fue quedando relegada de tareas políticas, sociales y laborales claves, con la consiguiente minusvalía de su fuerza de trabajo y mano de obra no calificada, en una dinámica de explotación y subyugo laboral de género.

Roles y mitos femeninos

La mitología asociada a la condición femenina puede ser consignada al menos en tres aspectos predominantes: roles sexuales, actividades laborales y la violencia de género. 

Entre los mitos asociados a la sexualidad femenina destacan:
Mito uno: la mujer es fuente unidireccional de placer como objeto de seducción, conquista y estereotipo sexual. La mujer debe ser seducida por la vía de un romanticismo a ultranza que exacerbe una supuesta sensibilidad sublimada y sobredimensionada. Así el discurso romántico es la única puerta de entrada sexual en la condición femenina. Un mito secundario, asociado al anterior, es que la mujer se hastía primero que el hombre de su rol sexual pasivo, de territorio conquistable, de hembra seducible y seducida. 

Mito dos: El deseo sexual de la mujer disminuye considerablemente después de los 40 años. La realidad según los expertos es que una mujer alcanza su máximo potencial sexual a los 30 años y se mantiene estable por el resto de la vida.  

Mito tres: Una mujer cansada no le interesa tener sexo. La verdad es que  una mujer que se siente extenuada quiere ser mimada, por eso, no puede resistirse a un hombre que le ofrezca un masaje seductor que más tarde despertará su apetito sexual.

Mito cuatro: A una mujer la seduce un hombre que la lleve a cenar a un restaurante muy fino y lujoso. A una mujer lo que realmente la embelesa es que un hombre cocine para ella y se tome el tiempo de preparar una cena romántica a luz de las velas.

Mito cinco: Una mujer necesita tomar una o dos copitas de vino para sentirse más segura de sí misma y complacer a un hombre en la cama. Una mujer que solo tiene confianza en la cama cuando esta ebria, es un mata pasión. Lo que verdaderamente enloquece a un hombre es una mujer que a todo momento, ebria o sobria, se siente cómoda en su propia piel.

En el orden de las relaciones laborales, los mitos femeninos más destacados son: 

Mito uno: A medida que envejecen, las mujeres se vuelven más dedicadas y se sienten más satisfechas. Según un estudio realizado con cuarenta y seis mil hombres y mujeres, y que duró cuarenta años, las mujeres inician la vida sintiéndose más satisfechas que los hombres, y luego comienzan gradualmente a sentirse menos satisfechas con cada aspecto de sus vidas: el matrimonio, las finanzas, sus posesiones, y hasta la familia.

Mito dos: En el trabajo, las mujeres están relegadas a posiciones con roles inferiores. En realidad, un porcentaje más alto de mujeres (37%) tiene trabajos en gerencia o supervisión, en comparación con los hombres (31%).

Mito tres: La mayoría de los hombres piensa que el varón debe ser el proveedor primario de la casa y que la mujer debe ser la principal responsable del hogar y la familia. Hoy día, sin embargo, la cantidad de hombres que piensa asi, se ha reducido. La opinión sobre qué roles son más apropiados para que desempeñen los hombres o las mujeres no está determinada hoy día por el género.

Mito cuatro: Las mujeres preferirían trabajar para otras mujeres. Para la mayoría no es así. De hecho, casi el doble más de las mujeres quiere trabajar bajo la dirección de hombres en vez de mujeres, y al restante le da lo mismo uno o el otro.

Mito cinco: Las mujeres se sienten más felices cuando tienen hijos. Resulta que los hijos producen mucho estrés. Todos los estudios que asocian el estrés y la satisfacción con la maternidad revelan la misma conclusión: las mujeres casadas con hijos siempre están  más estresadas y son menos felices que las mujeres casadas sin hijos.  

Mito seis: Los hijos quieren pasar más tiempo con las madres. La mayoría de las madres cree que sí, pero cuando se les preguntó a mil niños entre tercer grado y el duodécimo grado qué era lo que más querían de sus madres, solo diez por ciento dijo “más tiempo”. La respuesta más frecuente (34%) fue: Quiero que mi mamá no esté tan estresada ni cansada.

En las relaciones de poder y violencia de género, los mitos más frecuentes son los siguientes: 

Mito uno: No tiene sentido hablar de violencia contra las mujeres, ya que a los hombres también les pegan. Lo que tiene que hacerse es rechazar la violencia en general.

Mito dos: A las mujeres les gusta la violencia, por eso no denuncian los hechos y perdonan al agresor.

Mito tres: Los tiempos han cambiado y ahora las mujeres tienen mayor acceso a sus derechos. 

Mito cuatro: Las mujeres se visten para provocar a los hombres y luego se quejan si ellos las agreden.

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