Por Leonardo Parrini
Vivimos a la zaga de la historia. Se ha vuelto hábito recuperar episodios de nuestro acontecer nacional sólo cuando la CIA desclasifica sus documentos secretos. Como si la memoria histórica de nuestros países necesitara de un prontuario con el catastro de intervenciones que narra la logística de golpes de Estado en diversos puntos del planeta, asesinato de presidentes de regímenes que incomodan a EE.UU, financiación de operaciones secretas de inteligencia, implementación de planes de contrainsurgencia anticomunistas, espionaje de personas e instituciones, y un largo etc. Vivimos un flash back cuando la propia lógica administrativa de la CIA, decide poner en evidencia sus operaciones que confirman que el territorio sudamericano sí es el patio trasero de las maniobras sucias de la Central de Inteligencia Americana.
Vivimos a la zaga de la historia. Se ha vuelto hábito recuperar episodios de nuestro acontecer nacional sólo cuando la CIA desclasifica sus documentos secretos. Como si la memoria histórica de nuestros países necesitara de un prontuario con el catastro de intervenciones que narra la logística de golpes de Estado en diversos puntos del planeta, asesinato de presidentes de regímenes que incomodan a EE.UU, financiación de operaciones secretas de inteligencia, implementación de planes de contrainsurgencia anticomunistas, espionaje de personas e instituciones, y un largo etc. Vivimos un flash back cuando la propia lógica administrativa de la CIA, decide poner en evidencia sus operaciones que confirman que el territorio sudamericano sí es el patio trasero de las maniobras sucias de la Central de Inteligencia Americana.
Constituye un sarcasmo histórico el hecho de
que tengamos que esperar, por lo general, hasta dos y tres décadas para enterarnos,
con ridícula candidez, cómo la historia de nuestros países se escribe, como guiones de terror, en los siniestros
pasillos del Pentágono y sus agencias de intervención internacional. Ironía,
puesto que cuando una investigación seria y oportuna sobre la intervención de
fuerzas ajenas en la vida política de nuestros pueblos denuncia estos hechos,
no faltan las posturas vocingleras que se alzan para decir que no es cierto y que
se trata de “propaganda comunista”.
En buena hora que
los historiadores hurgando en el pasado logran desentrañar misterios que, en su
momento, fueron denuncias a viva voz. El cronista Juan Paz y Miño constata en
reciente publicación que “más allá de la
documentación y las fuentes, es la misma historia de América Latina la que
demuestra la existencia del trabajo de la CIA y la presencia de la diplomacia
imperialista en múltiples momentos de la vida de la región”. Paz y Miño, citando
el libro La CIA contra América Latina,
en agudo análisis menciona hechos que confirman constantes actividades de la
agencia estadounidense en nuestro continente y que “no sólo Ecuador ha sido víctima de ellas”. Como ejemplo cita entrevistas
realizadas a P. Agee, agente de la CIA asignado a Ecuador en la década de los años
sesenta, quien confiesa en conversación de prensa con Jaime Galarza y Francisco
Herrera, cómo se realizaron “acciones encubiertas que ejecutó con el propósito
de sembrar la idea del “peligro comunista” en manos de las fuerzas de
izquierda. Dichas intervenciones de la CIA “sirvieron
para lograr que Ecuador rompiera con Cuba (1962); y las que, finalmente,
llevaron al derrocamiento del presidente Carlos Julio Arosemena (1961-1963),
suplantado por una Junta Militar (1963-1966) absolutamente anticomunista y
pronorteamericana”.
Esta semana la
CIA nuevamente hace noticia por un documento desclasificado presentado por el Fiscal
de la Nación, Galo Chiriboga ante la Asamblea Nacional en el que se afirma
que Ecuador formó parte del Plan Cóndor
entre 1978 y 1980, y que a raíz de ello se investiga si la muerte del ex Presidente Jaime Roldós,
está relacionada con su rechazo a esa estrategia. "Hemos iniciado la indagación porque presumimos que pudo haber una
ejecución extrajudicial como parte del Plan Cóndor", afirmo el fiscal.
De confirmarse, a través del nuevo expediente
reabierto en la investigación actual, que la muerte del ex Presidente ecuatoriano,
esposa y comitiva oficial, ocurrida el 24 de mayo de 1981 durante un vuelo en
el avión presidencial en el austro, estaríamos ante un acontecimiento que cambiaría
la historia del país. Historia que, sin embargo ya ocurrió, pero cuya relectura
e interpretación debería remover la conciencia nacional y hacer variar la percepción
de las relaciones con los EE.UU. y sus agencias federales.
Los hechos mencionados por Chiriboga ante el parlamento
ecuatoriano apuntan a que el ex Presidente Jaime Roldós, opositor al Plan
Cóndor que coordinó la acción represiva de las dictaduras del Cono Sur y quien
falleció en un accidente aéreo en 1981, pudo haber sido asesinado. Las
Fuerzas Armadas de la época avalaron la versión de un siniestro con base en un
informe técnico que fue tildado de prematuro por la familia y amigos de Roldós,
quien gobernó entre 1979 y 1981. Un reciente documental del cineasta
ecuatoriano Manolo Sarmiento, descorrió la cortina histórica y demostró las inconsistencias
del informe oficial sobre la muerte del ex mandatario Jaime Roldós. El film demostró
con solvente investigación, fehacientes testimonios de que la tesis de un
magnicidio en la persona del ex mandatario ecuatoriano, no es pura ficción. Vivimos
a la Zaga de la historia; entonces, prohibido olvidar que cada cierto tiempo el
monstruo del norte abre sus fauces para mostrarnos vestigios de una historia
que parece pesadilla, hasta que la propia realidad se encarga de despabilarnos.
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