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viernes, 6 de febrero de 2015

SOY PUTA…Y QUE


 
Por Leonardo Parrini

Yo soy puta, entiéndase bien, puta, no meretriz. No pacto mi cuerpo en el negocio de la prostitución. Soy una mujer como todas. Una mujer con el estigma de ser puta en la sociedad de los adjetivos machistas y de los verbos prohibidos: Ser yo misma. Decidir sobre mi propio cuerpo. Administrar mis ilusiones. Elegir el compañero de cama, de mesa y de sofá.

Soy esa puta que conjuga el verbo amar con la misma decisión que conjuga el verbo luchar. Pelear por mi derecho a la vida, a la maternidad responsable, a una profesión, a un trabajo digno en el mercado laboral administrado por acosadores. Una puta que defiende la libertad de decidir cuándo y con quién tener sus hijos. Mi historia es la historia de tantas. Un día nos dijeron que todas íbamos a ser reinas o princesas en el país de las maravillas. Y ahora, en el país de los derechos, apenas nos aceptan ser mujer.

Sí, soy la puta que no se doblega ante el calificativo agresivo de machos indolentes y la que no se persigna cada día frente a un altar. Soy, simplemente, la mujer que decide el largo de su falda y el ancho de su escote, por eso me llaman puta. Soy puta porque se parar los acosos y aceptar los halagos. Puta porque ejerzo, sin intimidarme, mi defensa personal contra la violencia machista. Soy puta porque no soy la hipócrita ni la provocadora frente al sexo. Manifiesto, naturalmente, lo que deseo para mi cuerpo y lo que anhelo para mi espíritu.

Soy puta y no prostituta porque ese no es mi oficio, respetable en todo caso, como cualquier otro. Porque yo me rindo al deseo y al amor, sin mediar el dinero. Soy puta y no meretriz, porque no tengo un pasado de abusos infantiles, ni mi padre me violó a los trece años, ni tengo un hijo pequeño que mantener con el sudor de mi cuerpo desnudado.

Soy la puta que no aguanta al marido pegador. Al jefe lascivo, o al agencioso oportunista. Soy la puta que camina por la calle atrayendo miradas morbosas que la desnudan, sin volverse a ver. No soy la puta vulnerable, sino la mujer independiente que decide la intensidad de su vida. No soy una estadística archivada, sin esperanza, en la Comisaria de la Mujer, porque cuando un cabrón me puso un dedo encima lo denuncié, sin temor ni favor. Este calificativo desmedido de puta no me quita ni me agrega, no me avergüenza ni me engrandece. Es un estigma que llevo en la frente siempre levantada. 

Soy la puta que no abriga falsas esperanzas en los hombres. Conmigo no se equivocan, saben a qué atenerse. Los súper machos y los varones, saben que soy una mujer en todo el sentido de la palabra. Una puta con mayúsculas. Los primeros me desean, los segundos me anhelan. Para unos soy la hembra, para otros la posible compañera. 

Soy puta porque no me callo ante la violencia contra mis semejantes. Puta porque denuncio, marcho y me rebelo. Contra el silencio, contra la indiferencia y la impunidad. Pego el grito en el cielo por nuestros derechos. Por nuestra condición de mujer sin feminismos tardíos. Porque la mal diferencia es discriminatoria y toda pose termina en clisé. No soy puta de nacimiento: la sociedad vergonzante me emputeció el alma. Soy puta…y que.

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