Por Leonardo
Parrini
Cuesta imaginar
desde la ventana de la bohardilla-taller de uno de los pintores afincados en el
barrio Las Peñas, que allá en la riada del Guayas hayan flotado cruces sobre
el agua, una vez sumergidos los cadáveres de las víctimas aquel 15 de noviembre
de 1922. Ha trascurrido casi un siglo de ese episodio trágico de la historia del
movimiento obrero ecuatoriano, cuando un puñado de hombres y mujeres sucumbiera
luchando por consolidar la jornada de ocho horas de trabajo. En ese mismo sitio,
a orillas del manso Guayas que deja fluir sus aguas pardas, arrastrando lechuguines
al ritmo de la tibia brisa costeña, se suele evocar la masacre de trabajadores
narrada en la novela publicada por Joaquín Gallegos Lara en el año 1946.
Dice la crónica:
El conflicto comenzó en el sector de Durán, con la huelga de los trabajadores
ferroviarios de la Guayaquil and Quito Railway. Los trabajadores de los carros
urbanos de la ciudad paralizan sus actividades el 7 de noviembre,
posteriormente los de la empresa eléctrica también se suman a los reclamos y reivindicaciones
como el cumplimiento de las 8 horas de trabajo, mejora salarial, aviso en caso
de despido con 30 días de anticipación, etc. La noche del 13 de noviembre
Guayaquil quedó a oscuras. El movimiento huelguístico se va extendiendo y se
desarrolla una gran asamblea de trabajadores. La huelga general de trabajadores fue reprimida violentamente el día 15
de noviembre luego del reingreso en la ciudad de la policía por órdenes
directas del presidente Tamayo, que presionado por los grupos de poder de la
ciudad ordenó al General Barriga, Comandante de la Zona de Guayaquil, mediante
un telegrama : "Espero que mañana a las seis de la tarde me informará
que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual
queda usted autorizado", causando una masacre (la mayoría estaban
desarmados) en la que murieron un número indeterminado de guayaquileños (los
cálculos varían de entre unos centenares a unas 1.500 personas), cuyos cuerpos
fueron arrojados mayoritariamente al rio Guayas con los vientres abiertos para
evitar que flotaran.
Reformas laborales
El movimiento obrero ecuatoriano enfrenta hoy distintas realidades a la luz de una larga historia
de lucha por los derechos laborales y la construcción de leyes que amparen al trabajo
frente al capital. En el contexto de la discusión sobre las reformas al código
laboral, el Gobierno nacional ha presentado, -en conmemoración de las efemérides
del 15 de noviembre-, una propuesta enviada a la Asamblea Nacional para análisis
y aprobación. El planteamiento oficial consta de cinco ejes:
En primer lugar
se propone la profundización del derecho de estabilidad, puesto que aún existen
contratos en los que el trabajador es despedido del trabajo sin indemnización,
por lo que se propone eliminar el contrato a plazo fijo, y se crea el despido
nulo para las mujeres en estado de gestación y para los dirigentes sindicales.
Se sugiere el pago de un año de sueldo como indemnización en caso de despido intempestivo.
Como segundo grupo
de reformas se sugiere la búsqueda de mayor equidad, y establecer límites de
brechas salariales entre quienes más ganan frente a los que menos ganan dentro
de una misma empresa. Esto significa, que el empresario deberá pagar no menos
de veinte veces el monto de su propio sueldo a sus trabajadores. Si el
empresario gana veinte mil dólares, su trabajador deberá ganar, al menos, mil dólares.
Por otra parte, el retraso del pago de utilidades deberá pagarse con intereses
al trabajador. Las utilidades tendrán un límite de 24 salarios básicos unificados
anuales y el resto irá a fondos del IESS para financiar pensiones jubilares de
trabajadores autónomos y amas de casa.
El tercer eje es
la modernización del sistema salarial para terminar con un país paternalista y
clientelar que otorga sobresueldos en fechas especiales, contrastados con los
bajos sueldos mensuales: frente a esa situación se propone la mensualización voluntaria
de los sobre sueldos o llamados decimos. Se sugiere como cuarto eje de reformas,
la democratización de la representación laboral, a través del voto universal, libre
y secreto para elegir a sus dirigentes; y, poder votar para el comité de
empresa sin necesidad de estar afiliado a algún sindicato. El quinto paquete de
reformas propone cambios en la ley de seguridad social para lograr la universalización
del sistema. Se trata de una reforma dedicada a las trabajadoras del hogar, con
la que se pretende reconocer el aporte de más de un millón y medio de amas de casa
que deberán ingresar al sistema de seguridad social.
Con estas
reformas se busca eliminar las cruces en el horizonte laboral ecuatoriano, como
símbolo de injusticia social e inequidad económica en el Ecuador. Un país donde
se proclama que la revolución ciudadana,
es la revolución de los trabajadores para los trabajadores.
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