Por Leonardo Parrini
Las relaciones entre el cine y la fotografía
no son incestuosas, pese a la hermandad cimentada bajo una misma luz cenital. Son
relaciones de luminiscencias mutuas. Cineastas y fotógrafos, hoy día, saben de
la importancia de un buen registro fotográfico durante el rodaje de un film; lo
que se conoce como un tras cámaras,
con fines periodísticos o publicitarios. Los fotógrafos acuñan escenas de rodajes
que pueden incluir fotos fijas de cortes cinematográficos o imágenes que
muestran la tramoya escenográfica. El documento, en ambos casos, adquiere un valor
documental o estético significativo. Así lo entendieron, desde un comienzo, en
1947, los creadores de la agencia Magnum, el fotógrafo Henry Cartier-Bresson y
sus colegas Robert Capa, David Seymour, Eve Alrnold, entre otros.
Con el material fotográfico recopilado
durante varios años de trabajo, la agencia Magnum inauguró el 2 de abril en
Madrid la exposición denominada La cámara indiscreta. Tesoros cinematográficos
de Magnum Photos. La muestra incluye un centenar de escenas de películas que
se hicieron célebres y que hoy son ya clásicos del cine. Entre las fotografías
de la exposición se puede apreciar el glamour de Marilyn Monroe, el sex-appeal de Ives Montand, la elegancia de
Simone Signoret o la frescura de James Dean y su compañero de andanzas, Dennis
Stock.
Detrás del lente manejado con talento por Cartier-Bresson, George
Rodger o Bruce Davison, la agencia Magnum levantó un registro de vida, “creando
un fresco irrepetible” en que lo importante eran ellos, no las fotos como señala
Elliot Erwitt. Los fotógrafos de Magnum iban a los rodajes
con el ánimo de descubrir lo que se ocultaba tras los montajes escénicos del
cine Hollywoodense, hasta que “espantados por una industria hermética” les hizo
perder el encantamiento inicial. La relación entre Magnum y el cine comenzó con la
presencia de Robert Capa, famoso fotoperiodista húngaro y corresponsal de
guerra, cuyo nombre real fue Endre Erno Friedman. Capa se encontraba en el set
donde se rodaba la película Encadenados
de Alfred Hitchcock, protagonizada por su esposa Ingrid Bergman en Hollywood.
En esa ocasión, Capa captó el tras cámara del
filme, “atraído por la ambivalencia de la situación, por la realidad
confrontada a la ficción y la ficción devorando la realidad, por esa tribu
errante y sin patria que formaba el cine”. Fue un hecho inédito porque nunca antes un fotógrafo había ingresado a
un set cinematográfico para realizar tomas. Ese día se inauguró una relación
singular entre el cine y la fotografía.
Bergman fue una
de las artistas más fecundas del cine del siglo XX. Su trayectoria le hizo
acreedora a 3 Oscares y 5 Globos de Oro, además de otros palmarés. El día que
la fotografió Capa en el set de Encadenados,
la diva sueca era seguida por Ted Tetzlaff, durante horas de rodaje, “corrigiendo
el ojo de la cámara, como su operador”. Capa fotografió ese instante mágico de
la Bergman, bajo las luces del set, en el inició del mito que caracterizó al vínculo
de Magnum con el cine. Hasta ese momento los estudios cinematográficos hacían
fotos triviales para vender las películas, pero no se habían detenido en el
registro artístico de una escena cinematográfica. A partir de entonces se dio
una relación marcada por los contactos personales entre fotógrafos, actores o
directores, que rompió el hermetismo y dio paso a la ruptura de una intimidad
celosamente custodiada.
Se había abierto
una ventana por donde mirar “la parte más íntima de los rodajes”. Nunca antes se
vio lo prohibido: la intimidad de los actores, sus angustias ante la cámara, como
es el caso de Marilyn Monroe que actuaba bajo el efecto de tranquilizantes. O
el frío e impersonal corte, cuando ya
la escena lograda ha consumido un tramo de vida del actor que se desdobla en sí
mismo, bajo los reflectores, en busca de una identidad que no le pertenece. Los
fotógrafos de Mágnum, sin proponérselo en un comienzo, habían logrado penetrar
un mundo cerrado, oscuro que habría de ser visto bajo la luz cenital de la
verdad, plasmando sus imágenes con la
luminosa energía de los primeros días, hasta
la oscuridad del tránsito y la tristeza y nostalgia del tramo final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario