Por Leonardo Parrini
Vivimos una época del descrédito de las
ideas. ¿Alguien lo duda? Para muestra un botón: los gurús de la ciencia, la
política y la religión están ya berreados, como dice una amiga. En eso consiste
la crisis de la postmodernidad, en no creerle nada a nadie. Para llenar ese espacio
vacío de credibilidad, uno de los síntomas de este tiempo es la
presencia mediática de vocingleros del desastre o del exitismo. Ambos profesan una fe ciega en asuntos incomprobables, en pseudoverdades y en oráculos de
tramoya, es decir, fabricados y decorados para consumo masivo.
La lectura del blog El Retorno de los charlatanes, es una buena muestra de una profusa antología
de personajes desenmascarados en su chapucería especulativa. Una de estas
perlas es la crítica a Alejandro Jodorowsky,
personaje chileno de la farándula intelectual de ese país que suele promoverse en
las pantallas de la televisión, “soltando lugares
comunes del new age". Se trata del mismo personaje que en su cuenta
de Twitter se propone, a como dé lugar, emitir 10 tweets diarios con frases
rebuscadas sobre esto y aquello.
El espacio de televisión chilena Una belleza nueva, recibió hace pocos
meses la “chupa flautera charlatanería y la venta de un delirio llamado sicomagia",
en una participación de Jodorowsky. En esa oportunidad, con una
"pedantería que raya en la autoadoración", el personaje se refirió a ciertas
prácticas psicoanalíticas que incluía masajes vaginales practicados en el
consultorio de una psicóloga en México. Del relato se desprendía un burdo intento
por escandalizar a los televidentes. De cineasta a charlatán, Jodorowsky -según el blog- se quedó en “el
viaje del happening sesentero de vanguardia fácil, esa actitud
adolescente llamada pour épater la bourgeoisie, o "para dejar
estupefacta a la burguesía", o para escandalizar a las buenas conciencias,
que es lo mismo, con algunos elementos simples”.
Entre los argumentos del cineasta chileno,
destaca cierta postura hereje, sensacionalismo con alusión a personajes
mutilados o dementes, una abundante dosis de sexo maltratado con referencias psicoanalíticas
de corte sadomasoquista o incestuoso, sanguinolentas situaciones, rebuscados
episodios unidos sin explicación alguna, que son la copia del teatro del absurdo
y que hacen de Jodorowsky un posero extravagante, según el blog. Una perla de
esa extravagancia y extravío, es su afirmación: Me gustaría una gran orgía donde palestinos y judíos
públicamente y desnudos todos, hicieran el amor, unas 5.000 parejas, eso me
gustaría mucho.
Un gurú mediático
En cierta
oportunidad, en una aparición mediática, Jodorowsky sentado en el centro del set del programa
Carta Blanca de Televisión Española, hizo
gala de megalomanía con un enorme brackground escenográfico donde se lee su
apellido en letras de dos metros de alto. El entrevistado deja caer palabras
cancinas aludiendo a Pablo Coelho, citas de Juan Salvador Gaviota, entre otros
lugares comunes. Los fondo públicos españoles sirven para la promoción de “un
vividor que, no exento de valor artístico, se ocupa desde hace años de hacerse
de oro con la más basta charlatanería, la venta de un delirio llamado sicomagia”,
apunta el blog.
Pero hay más. El
personaje en mención es además tarotista, pero “soberbio hasta la auto
adoración, lo bastante arrogante como para decir que el tarot sólo lo entiende
él”. Aunque se afirma en el blog que “usted puede comprar un tarot diseñado por
él, aunque ya le dijo que de todos modos usted es un idiota que no va a
entender un carajo”, fruto de una “inteligencia preclara y una capacidad
artística incomprendida” por un mundo de patanes, un genio sólo comparable a un
paquete que incluyera a Salvador Dalí, André Breton, Albert Einstein y Johann
Sebastian Bach. Según su propia
versión, Jodorowsky estaba predestinado para ser tarotista, porque
el tarot tiene 22 arcanos mayores y el pueblo de Tocopilla, en el norte de Chile, donde él nació está en el paralelo 22.
Según el autor del experimento psicomágico todo el mundo
dispone del mismo “imaginario simbólico sexual-sanguinario-freaky-copromítico
que distingue a Jodorowsky”, de allí que él se considere elegido para inventar
los rituales simbólicos que curarán los males de las personas. La llamada psicomagia
se apoya en una retahíla de rollos psicoanalíticos, que aun nadie demuestra,
pero que el autor da crédito a pie juntilla donde destacan traumas, complejos
edipianos, sublimaciones u obsesiones sexuales de patético talante. Como si
diera lo mismo tenderse en el diván de un psicólogo o acudir a la consulta de un
cineasta con delirios místicos, que se quedó desde la década del sesenta con
una obsesión por los rituales simbólicos. Baste como por ejemplo, recomendar a
una dama viuda, y sin hijos, que se meta un huevo fértil de gallina en la
vagina para incubarlo y así saber “qué es traer una vida al mundo”.
Pero todo esto
no sería sino un delirio de un farsante ambicioso o una condición psiquiátrica
digna de atención, si no fuera porque Jodorowsky, con los rollos adicionales
del sicochamanismo y la sicogenealogía (él ve su árbol genealógico y le
diagnostica sus enfermedades, en serio) se ocupa constantemente de mentir para
darse lustre, afirma el blog. Como muestra, la guinda del pastel: "...admiro
y aprecio a los charlatanes, porque curan. Un charlatán cura más que un médico,
porque a veces los médicos envenenan...". Valga la perla como una nueva
señal del retorno de los gárrulos.
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