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domingo, 24 de agosto de 2014

EL RETORNO DE LOS CHARLATANES

Por Leonardo Parrini

Vivimos una época del descrédito de las ideas. ¿Alguien lo duda? Para muestra un botón: los gurús de la ciencia, la política y la religión están ya berreados, como dice una amiga. En eso consiste la crisis de la postmodernidad, en no creerle nada a nadie. Para llenar ese espacio vacío de credibilidad, uno de los síntomas de este tiempo es la presencia mediática de vocingleros del desastre o del exitismo. Ambos profesan una fe ciega en asuntos incomprobables, en pseudoverdades y en oráculos de tramoya, es decir, fabricados y decorados para consumo masivo.  

La lectura del blog El Retorno de los charlatanes, es una buena muestra de una profusa antología de personajes desenmascarados en su chapucería especulativa. Una de estas perlas es la crítica a Alejandro Jodorowsky, personaje chileno de la farándula intelectual de ese país que suele promoverse en las pantallas de la televisión, “soltando lugares comunes del new age". Se trata del mismo personaje que en su cuenta de Twitter se propone, a como dé lugar, emitir 10 tweets diarios con frases rebuscadas sobre esto y aquello. 

El espacio de televisión chilena Una belleza nueva, recibió hace pocos meses la “chupa flautera charlatanería y la venta de un delirio llamado sicomagia", en una participación de Jodorowsky. En esa oportunidad, con una "pedantería que raya en la autoadoración", el personaje se refirió a ciertas prácticas psicoanalíticas que incluía masajes vaginales practicados en el consultorio de una psicóloga en México. Del relato se desprendía un burdo intento por escandalizar a los televidentes. De cineasta a charlatán, Jodorowsky -según el blog- se quedó en “el viaje del happening sesentero de vanguardia fácil, esa actitud adolescente llamada pour épater la bourgeoisie, o "para dejar estupefacta a la burguesía", o para escandalizar a las buenas conciencias, que es lo mismo, con algunos elementos simples”.

Entre los argumentos del cineasta chileno, destaca cierta postura hereje, sensacionalismo con alusión a personajes mutilados o dementes, una abundante dosis de sexo maltratado con referencias psicoanalíticas de corte sadomasoquista o incestuoso, sanguinolentas situaciones, rebuscados episodios unidos sin explicación alguna, que son la copia del teatro del absurdo y que hacen de Jodorowsky un posero extravagante, según el blog. Una perla de esa extravagancia y extravío, es su afirmación: Me gustaría una gran orgía donde palestinos y judíos públicamente y desnudos todos, hicieran el amor, unas 5.000 parejas, eso me gustaría mucho.

Un gurú mediático

En cierta oportunidad, en una aparición mediática, Jodorowsky sentado en el centro del set del programa Carta Blanca de Televisión Española, hizo gala de megalomanía con un enorme brackground escenográfico donde se lee su apellido en letras de dos metros de alto. El entrevistado deja caer palabras cancinas aludiendo a Pablo Coelho, citas de Juan Salvador Gaviota, entre otros lugares comunes. Los fondo públicos españoles sirven para la promoción de “un vividor que, no exento de valor artístico, se ocupa desde hace años de hacerse de oro con la más basta charlatanería, la venta de un delirio llamado sicomagia”, apunta el blog.

Pero hay más. El personaje en mención es además tarotista, pero “soberbio hasta la auto adoración, lo bastante arrogante como para decir que el tarot sólo lo entiende él”. Aunque se afirma en el blog que “usted puede comprar un tarot diseñado por él, aunque ya le dijo que de todos modos usted es un idiota que no va a entender un carajo”, fruto de una “inteligencia preclara y una capacidad artística incomprendida” por un mundo de patanes, un genio sólo comparable a un paquete que incluyera a Salvador Dalí, André Breton, Albert Einstein y Johann Sebastian Bach. Según su propia versión, Jodorowsky estaba predestinado para ser tarotista, porque el tarot tiene 22 arcanos mayores y el pueblo de Tocopilla, en el norte de  Chile, donde él nació está en el paralelo 22.

Según el autor del experimento psicomágico todo el mundo dispone del mismo “imaginario simbólico sexual-sanguinario-freaky-copromítico que distingue a Jodorowsky”, de allí que él se considere elegido para inventar los rituales simbólicos que curarán los males de las personas. La llamada psicomagia se apoya en una retahíla de rollos psicoanalíticos, que aun nadie demuestra, pero que el autor da crédito a pie juntilla donde destacan traumas, complejos edipianos, sublimaciones u obsesiones sexuales de patético talante. Como si diera lo mismo tenderse en el diván de un psicólogo o acudir a la consulta de un cineasta con delirios místicos, que se quedó desde la década del sesenta con una obsesión por los rituales simbólicos. Baste como por ejemplo, recomendar a una dama viuda, y sin hijos, que se meta un huevo fértil de gallina en la vagina para incubarlo y así saber “qué es traer una vida al mundo”.

Pero todo esto no sería sino un delirio de un farsante ambicioso o una condición psiquiátrica digna de atención, si no fuera porque Jodorowsky, con los rollos adicionales del sicochamanismo y la sicogenealogía (él ve su árbol genealógico y le diagnostica sus enfermedades, en serio) se ocupa constantemente de mentir para darse lustre, afirma el blog. Como muestra, la guinda del pastel: "...admiro y aprecio a los charlatanes, porque curan. Un charlatán cura más que un médico, porque a veces los médicos envenenan...". Valga la perla como una nueva señal del retorno de los gárrulos.   

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