Por Leonardo Parrini
Donde interviene
EE.UU corre sangre, me dijo un amigo días pasados. Pensé inmediatamente en
Ucrania y el conflicto que mantiene con Rusia por Crimea. Lo que ocurre en
Ucrania, según expertos, es una "guerra de continentes" y en la que,
en cierto sentido, ese país no tiene nada que ver, sólo es una ficha de la geopolítica
internacional de EE.UU en un intento de seguir controlando el mundo.
Para entender la
situación imperante en Ucrania es preciso remitirse a la historia. Cuando se
instaló la revolución rusa de 1917, Ucrania pasó a formar parte de las
Repúblicas Socialistas de la Unión Soviética (URSS). Crimea se
integró como República Autónoma dentro de la unión de países soviéticos. Con
la disolución de la URSS en 1991, y la declaración de la independencia de
Ucrania, la península volvió a convertirse en un botín de guerra entre el nuevo
Estado y Rusia. Hoy día, Crimea es una República autónoma dentro de Ucrania con
una mayoría de rusos hablantes e importante influencia rusa. Estos habitantes
no aceptan al Gobierno de facto en Kiev, capital ucraniana. Tras la caída de Yanukovich,
el presidente Putin pide y obtiene autorización del Senado para el empleo de tropas
rusas destacadas en Crimea, con el fin de defender a los ciudadanos rusos en
ese territorio. La disputa existe porque en Crimea está Sebastopol, la ciudad más
importante de esta república donde Rusia
tiene la base de su flota, uno de los puertos claves del Mar Negro.
Según el último acuerdo firmado con el gobierno ucraniano, Rusia mantendría ese
puerto hasta, al menos, 2042. Por razones geoestratégicas, Rusia no está dispuesta a perder la base de
Sebastopol.
Estados Unidos pidió a Rusia que detenga su misión en Crimea y advirtió que de
hacerlo habrá consecuencias. Tal advertencia podría generar un conflicto no sólo entre Ucrania y Rusia, sino
también incluiría a países de Occidente. En un comunicado, el Ministerio de
Exteriores ruso consideró inadmisibles las amenazas relativas a Rusia
expresadas por el secretario de Estado norteamericano'' de que este país
europeo podría ser excluido del G8 por una supuesta invasión que emprendería a
Ucrania. El documento señala también que entre los aliados de Occidente se encuentran auténticos neonazis,
que destruyen iglesias ortodoxas y sinagogas. El ministro de Exteriores de la
Federación Rusa, Serguei Lavrov, señaló a las potencias occidentales como las
principales responsables de la crisis social que hoy día padece Ucrania,
afirmando que “quienes ahora hablan de una 'agresión' de Rusia son los mismos que polarizaron la sociedad ucraniana"
Una ficha geopolítica
En el contexto
del mapa geopolítico mundial la región es estratégica para Rusia y para los
EE.UU que quiere mantener la hegemonía mundial que empieza a perder en un mundo
globalizado y multilateral. A los ojos del filósofo geopolítico Alexander
Dúgin, director del Centro de Estudios Conservadores de la Universidad Estatal
de Moscú, la hegemonía de Washington se está desmoronando en un mundo
globalizado, por lo que "está histérico ante la inminente pérdida del
control de la economía mundial". EE.UU está en vísperas de su ocaso y como
cualquier imperio quiere extender su existencia. Ellos lo saben y por eso viven
según el principio 'muere hoy tú y yo mañana”.
Según esta
mirada, los EE.UU están dispuestos a
sumergir a cualquier país del mundo que interfiera en sus planes en sangrientos
conflictos como ya lo ha hecho en otras naciones. De acuerdo con Dúgin, el
Gobierno estadounidense tiene otro plan que no es la democracia para Kiev.
Económicamente Ucrania no le es necesaria, lo que pretende es establecer un régimen
nacionalista anti ruso. Es la única forma de que la Ucrania occidental pueda
controlar la región oriental del país, donde aún no están muy conscientes del
riesgo que representa para ellos la guerra civil. Advierte también que, en caso
de que falle la instalación de un régimen nacionalista en Ucrania, emprenderán
el plan de desintegración de ese país.
Esta visión es
compartida por el analista político Orlando Labrador, que dice: “la Unión Europea y
EE.UU y sus emisarios se han instalado, literalmente, en Ucrania. Es la misma
vieja táctica: fuertes declaraciones sobre presuntas violaciones de los
derechos humanos y presuntos ataques contra los opositores, amenazas de
sanciones económicas, y ni una sola palabra sobre los cócteles molotov
que 'la gente oprimida' lanzaba contra las fuerzas de la seguridad”. En el trasfondo económico del conflicto
subyace el hecho de que existe un enorme
potencial agrícola en Ucrania, territorio capaz de alimentar a toda
Europa. Y hay una causa más: el Mar Negro puede ser rico en petróleo y gas,
afirma Labrador. Ese es el fondo del pondo.
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