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martes, 4 de febrero de 2014

NYMPHOMANIAC, UN ENSAYO SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA



Por Leonardo Parrini

Un film erótico irrumpe en el escenario cinematográfico europeo y provoca la censura que luego fue revocada. Nymphomaniac del director danés Lars Von Trier, en un primer momento fue prohibida por ser considerada “no apta para menores de 18 años, ni para proyecciones en sala comerciales comunes”. ¿Puede un filme, a estas alturas de la vida, ser censurado por su contenido sexual? La respuesta es sí, y la repregunta es por qué.

Nymphomaniac tiene como protagonista a la actriz francesa Charlotte Gainsbourg, habitual en las películas de Von Trier; y con la presencia de Shia LaBeouf, Uma Thurman y Willem Dafoe. Su trama es simple, pero la realización compleja, con escenas de sexo de grueso calibre. En el fondo, este filme resulta ser un ensayo sobre la sexualidad femenina: En una fría noche de invierno, el viejo y encantador soltero Seligman encuentra a Joe, golpeada en un callejón. La lleva a su departamento, donde le cura sus heridas y le pregunta por su vida. La mujer retrocederá al pasado para hacer un recorrido de cincuenta años a través de los inverosímiles hechos de su singular vida, en los que predominan la lujuria y el sexo, pero también, varios indeseables sucesos…

Un extenso collage conductual, entretejido con tipologías de mujeres célebres por su exacerbado sentido de la sexualidad, constituye la base de la personalidad de Joe, protagonista de este film que resulta ser una fábula moral que lleva el “subgénero del melodrama femenino hacia su epicentro más brutal y verdadero: el sexo”.

Según la crítica, imitar el método mayéutico, que busca la verdad en el ser, y el acto sacramental de la confesión con el objetivo de fusionar mística y carnalidad, son las dos grandes obsesiones de Von Trier. En el segundo volumen de Nymphomaniac, el director danés ensaya un ejercicio de transgénero autorreferencial. El film forma parte de la trilogía de la angustia, en la que Von Trier “pone el punto de mira en la tragedia humana en viaje hacia el abismo”. En ese tríptico, Anticristo es el dolor del alma, Melancholia es el estado de permanente tristeza y Nymphomaniac es la desesperanza.

Joe es una mujer de cincuenta años que, al cabo de una vida sexualmente azarosa, sucumbe a la “frustración sexual a causa de la imposibilidad de ser saciada por Jerome”, por quien siente un amor que, al mismo tiempo, la enajena del placer. La protagonista, en su hedonismo, se lanza al encuentro sexual con hombres peligrosos que la someten a desventuras sadomasoquistas, registradas con total frialdad por la cámara dirigida por Von Trier.

No obstante Joe, hace gala de su poder sexual que utiliza como arma de doble filo en contra de “miserables y tramposos”, a quienes “aterroriza”, con ayuda de un inmoral William Dafoe que desde el rol de estratega conductista, la convierte en intimidante gánster femenina. El personaje evoluciona desde sus orígenes, mientras que en su infancia presenta rasgos de “perversidad polimórfica” que tiende a desaparecer; en su fase adulta busca “gratificación sexual donde quiera que se atisbe, al margen de lo socialmente aceptado”. Prueba de ello son las escenas del bosque, en que el ritmo interno del fresno, o los robles, despiertan un ardor incontrolable en la ninfómana.

Como la hechicera Llilith de origen sumerio, Joe, representa un paradigma femenino ligado con “fuerzas oscuras”, que encarna el poder de la seducción, la furia y la destrucción sin el menor atisbo de culpa y sentido de lo convencional. En el fondo del estereotipo femenino, Joe, a través de su desenfrenada sexualidad, sostiene una batalla contra el hombre como mujer emancipada que se niega a someterse a los designios masculinos. Una especie de mujer fatal, que puede otorgar placer extremo a su compañero o ahogarlo en la angustia.

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