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martes, 17 de septiembre de 2013

CHEVRON BUSCÓ APERCOLLAR A ECUADOR


Por Leonardo Parrini

Verbo extraño, vocablo criollo o verdad política denunciada por la prensa estatal ecuatoriana: Chevron intentó apercollar a Ecuador. El diccionario ofrece algunos significados que giran en torno a la acción de causar daño: “exigir insistente y violentamente algo”, “coger o asir por el cuello a alguien”, o “matar de un golpe en el cogote”.

¿Cómo así Chevron quiso coger por el cuello a Ecuador?

Pues porque en el frío e impersonal mundo de los juicios internacionales algo huele mal en el caso Chevron: “Registros de Privilegio de Chevron, presentados ante el juez de Nueva York en un juicio entablado contra los afectados indígenas y colonos que denunciaron la contaminación petrolera en la Amazonía ecuatoriana, revelan nombres de abogados, expertos, articulistas de medios de comunicación y ex funcionarios de gobiernos como el de Jamil Mahuad” que colaboraron con la petrolera, según denuncia el diario estatal El Telégrafo.

La apercollada de la transnacional contaba con la participación de “personas naturales y jurídicas que colaboraban desde Ecuador”, para salvar a Chevron de pagar la indemnización de 19 mil millones de dólares por daños y perjuicios a las comunidades amazónicas ecuatorianas afectadas por contaminación ambiental, conforme la sentencia de una corte ecuatoriana. Según la prensa estatal de Ecuador, entre los nombres destaca el de Vladimiro Álvarez Grau, ex Ministro de Gobierno de Mahuad, cuyo informe califica a la justicia ecuatoriana que sentenció a la Chevron, mencionando que “todos los jueces de Ecuador emiten criterios políticos, que son jueces corruptos, no son jueces probos, que el sistema no garantiza un trámite judicial correspondiente y adecuado”.

Vista gorda

Texaco (propiedad de Chevron) “perforó un total de 342 pozos, 549 piscinas y registró 9 derrames de crudo. Del total de piscinas, debía proceder a la remediación ambiental de 225, pero solo lo hizo en 158”. Sin embargo, según la denuncia, “funcionarios del régimen de Mahuad, el 30 de septiembre de 1998 suscribieron el acta final con la que se avalaba que, supuestamente, Texaco  había cumplido con todo lo estipulado en el contrato para la “ejecución de trabajos de reparación medioambiental y liberación de obligaciones, responsabilidades y demandas”, suscrito el 4 de mayo de 1995, en el régimen de Sixto Durán Ballén.

En esa labor se habrían coludido múltiples intereses bajo los gobiernos de Mahuad, Gutiérrez, Noboa y Palacio que hicieron la vista gorda y no exigieron a Chevron remediar el daño ambiental al Ecuador. No obstante que “se derramaron 16,8 millones de galones de petróleo en el ecosistema; además 18,5 mil millones de galones de aguas tóxicas fueron arrojados a los suelos y ríos y 235 mil millones de pies cúbicos de gas fueron quemados al aire”.

El presidente Rafael Correa calificó el acta final, que se firmó con el gobierno de Mahuad de “dolosa, era mentira, era el entreguismo de los gobiernos ecuatorianos a la transnacional”. No obstante que Chevron “solo hizo ciertas remediaciones de manera antitécnica”, burócratas del régimen de Mahuad procedieron con su rúbrica a dejar libre de polvo y paja a la petrolera norteamericana en su intento de apercollar al país.  

Hoy día el verbo apercollar se usa poco, porque pocos son aquellos que quieren conjugarlo contra el país, quizás porque el instinto les dicta que se trata de un sorprendente acto de traición a la patria.   

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