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martes, 9 de abril de 2013

¿QUIÉN QUIERE GUERRA EN COREA?


Por Leonardo Parrini

La pregunta que titula este artículo no es de Perogrullo, es totalmente pertinente. Incluso, la repregunta, tampoco es obvia: ¿Desde cuándo ha habido paz estable en Corea?  

El cese del fuego establecido en el año de 1953 puso fin a las hostilidades de la Guerra de Corea, pero no se tradujo en el término formal de la guerra, ni en la paz definitiva. Esa ha sido la aspiración diplomática de Corea del Norte bajo un tratado de paz que nunca se ha concretado. Una aspiración que ha sido planteada al tenor de propuestas de reunificación de las dos Coreas, bajo el principio de convivencia que se traduce en la fórmula de “un país, dos sistemas”.

La iniciativa norcoreana siempre estuvo acompañada de la exhortación a EE.UU para que ponga fin a la ocupación del territorio surcoreano y la suspensión de los simulacros de combates anuales. Complementariamente, Corea del Norte ha mostrado la voluntad de establecer negociaciones bilaterales con Washington para disminuir la tensión en la región. Durante los sesenta años que han trascurrido luego del cese de las hostilidades de la Guerra de Corea, EE.UU y su protectorado surcoreano se han negado sistemáticamente a acatar los puntos diplomáticos sugeridos por Pyongyang.

Washington ha mantenido en la península coreana un estándar basado en la política de la denominada “paciencia estratégica”, que incluye presencia militar en la zona y alianzas con los Estados capitalistas de la región. Esta presencia ha permitido a EE.UU realizar maniobras militares con Corea del Sur, incluidos simulacros de ataque a Corea del Norte y sobrevuelos con aviones B2 cargados con armas nucleares.

En ese contexto, y coincidente con las maniobras militares estadounidense surcoreanas, el clima se ha caldeado en la zona. Las amenazas reemplazan a la relación política normal entre las dos Coreas. Esta situación afectó el normal funcionamiento de un complejo industrial fronterizo donde laboran 50 mil empleados norcoreanos en 120 empresas surcoreanas. El ambiente de guerra fría imperante estos días ha cerrado las puertas, hasta nuevo aviso, de las industrias que benefician a las dos Coreas con graves perjuicios económico para las partes.

La estrategia bélica

La alianza EE.UU-Corea del Sur parte del supuesto que “gran parte del comportamiento de Corea de Norte se puede considerar retórico”, y que la tensión bajará cuando terminen las manobras militares conjuntas realizadas por EE.UU y Corea del Sur.

Lo que está claro, a largo plazo, es que Washington no quiere la paz en Corea, peor ahora que Corra del Norte tiene una mayor capacidad de respuesta bélica que entorpece sus pretensiones geopolíticas en la región. Los analistas coinciden en manifestar que en este escenario, “como último reducto de la guerra fría, le viene como anillo al dedo a la política imperial de Washington.” El propósito final es acabar con el regimen comunista de Corea del Norte, al fragor de un conflicto bélico.

La política de EE.UU consiste en satanizar a Corea del Norte como “amenaza constante”, lo que permite justificar y mantener presencia norteamericana en la región, bajo el supuesto principio de la Estrategia de Seguridad Nacional. Esta geopolítica estratégica global estadounidense justifica el sistema de bases militares gringas en Asia, con emplazamiento de mecanismos antimisiles en el océano Pacífico, al tiempo que manda una clara señal: EE.UU pretende volver aceptable su hegemonía en la región.

El clima de inestabilidad próximo a un país como China hace obvia la presencia norteamericana en la zona, como contrapeso frente a la potencia asiática. Ese mismo clima torna vulnerable, política y económicamente, a Corea del Sur, país que requerirá del protectorado estadounidense en un interminable círculo vicioso de inseguridad-protección.

Todo apunta a que la respuesta a la pregunta inicial de este artículo, es obvia: la guerra es la política estadounidense, con otros medios, en la península coreana. Cuando la guerra se torna un justificativo político y un negocio rentable, la paz se vuelve una mercancía devaluada. 

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