Por Leonardo Parrini
Corría el mes de octubre de
1973 y habían pasado cinco semanas de la sangrienta represión desatada luego del
violento golpe de Estado perpetrado por las FFAA chilenas que provocó el derrocamiento
y muerte del Presidente Salvador Allende y la desaparición, tortura y muerte de
más de 2.500 chilenos. La iglesia católica, según se creía en esos momentos, constituía
un refugio a través de la Vicaria de la Solidaridad, organización creada por la
curia para proteger a los presos políticos, dedicada a facilitar el asilo de peseguidos en las embajadas y a brindar asistencia legal e incluso ayuda económica y
médica.
Han transcurrido 40 años de
aquellos días aciagos para millones de chilenos y una noticia que hoy circula
en medios informativos y redes sociales contradice la imagen solidaria del rol
jugado por la iglesia católica chilena: el Vaticano calificó de “propaganda comunista
y cobertura exagerada” la represión violenta del régimen de Pinochet, luego del
golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
La información proporcionada
por Wiki Leaks, forma parte de un conjunto de dos millones de documentos
clasificados en los archivos del Departamento de Estado de EE.UU relacionados
con la diplomacia estadounidense. Los cables filtrados señalan que “durante
una llamada telefónica, el 18 de octubre de 1973, el arzobispo Giovanni Benelli,
subsecretario de Estado del Vaticano, expresó su preocupación y la del papa
Pablo VI, sobre el éxito de la campaña internacional
izquierdista para tergiversar completamente la realidad de la situación en
Chile". En ese entonces las fuentes del Vaticano se referían
a las denuncias sobre la represión militar en Chile, -que dieron la vuelta al mundo-,
como “el mayor éxito de la propaganda comunista".
La preocupación del Vaticano
iba más allá respecto de la situación política provocada por el golpe militar
del 11 de septiembre en Chile y manifestaban su inquietud por el hecho de que
los "círculos moderados y conservadores" pareciesen también
dispuestos a "creer las vulgares mentiras sobre los excesos de la Junta
militar chilena". El subsecretario Benelli, apodado “el Kissinger del
Vaticano”, dijo en esa oportunidad que las fuerzas de izquierda habían minimizado
el golpe por ser “uno de los grandes reveces de la causa comunista”, pero que habían
convencido al mundo de que el golpe se debió a las fuerzas externas fascistas y
no a los errores “a las deficiencias de las políticas de Allende”.
Benelli también expresó
"su profunda preocupación, al igual que la del Papa Paulo VI sobre una
campaña internacional izquierdista que tergiversa completamente, y con éxito,
la realidad de la situación chilena". Al mismo tiempo, Benelli reprodujo en
esa oportunidad la versión de los obispos sobre las denuncias de torturas en Chile,
calificadas de “infundadas” por los prelados chilenos como una muestra "de
cómo los comunistas podrán influir en los medios de comunicación del mundo
libre en el futuro". Esa versión fue comentada vía telefónica por Benelli
con funcionarios de la Embajada de EE.UU en el Vaticano en octubre de 1973.
El documento clasificado que hace
referencia a esa llamada telefónica entre Benelli y sus colegas de la Embajada
americana, consta en los archivos del Pentágono (Plus D) presentados esta semana por Wiki Leaks en una rueda de
prensa en Washington por el propio Julian Assange, a través de una
videoconferencia transmitida desde la embajada de Ecuador en Londres donde se encuentra
asilado desde junio de 2012.
Eso no es todo. Existe otro documento revelado por Wiki Leaks en
que se señala que el Vaticano defendió al régimen de Pinochet, “negando las
represiones denunciadas”. El texto menciona que “el Vaticano citó a la
Nunciatura en Santiago y al Episcopado chileno diciendo que “la Junta estaba
haciendo todo lo posible para rectificar la situación y que los informes
mediáticos que hablan de una represión brutal no tienen fundamento”.
Ante esta noticia, decepción es la palabra que puede reflejar el estado de ánimo de millones
de chilenos afectados por los tiempos de represión, tortura y muerte que se empezaron
a vivir a partir del 11 de septiembre de
1973 y que se prolongaron 17 largos años de dictadura. Un tiempo de terror
donde se conculcó de la vida, se atropelló los derechos humanos y se negó todas
las libertades civiles, proclamadas incluso por la propia iglesia católica durante
sus encíclicas sociales a través de la historia.
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