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martes, 26 de marzo de 2013

CHILE EL PAIS MÁS DESIGUAL DEL MUNDO


Por Leonardo Parrini

Siempre tuvimos la impresión, aunque vivencial y acaso subjetiva, que Chile es un país excluyente y socialmente impermeable, donde el que nace con santos en la corte se bautiza y es, prácticamente, imposible superar la inamovilidad social por la vía del dinero, si no se nace con linaje y apellido.

La historia de las últimas cuatro décadas en Chile, habla por sí misma. La situación socioeconómica heredada de la dictadura militar que gobernó Chile entre los años 1973 y 1990, caracterizada por la imposición a ultranza de políticas neoliberales impuestas por organismos capitalistas transnacionales como el FMI y el Banco Mundial, ha marcado el modelo chileno hasta la actualidad. Un modelo que hacia el exterior ha sido vendido como exitoso y ejemplar, cuya imagen ideal de país próspero y desarrollado, a niveles del primer mundo, es una falacia que contrasta con el costo social que ese presunto exitismo ha significado para la mayoría de la población chilena excluida de la esfera de poder económico proyectado por el bluf de una economía social de mercado que en la realidad es una economía de mercado, sin el perfil social proclamado en los años noventa.

Durante la década de los ochenta, como antecedente del modelo neoliberal impuesto por la dictadura de Pinochet, Chille era un país cuyo ejercito asesinaba ciudadanos en las calles de la capital, con una cesantía que alcanzaba el 20% y una pobreza extrema cercana al 40% de la población. Esa fue la herencia de la dictadura militar que 20 años de gobierno socialdemócrata de la Concertación no lograron cambiar y, como es sabido, no sólo se mantuvo intacta la Constitución Política redactada por Pinochet, sino también el modelo económico impuesto violentamente por los militares. Este panorama vigente por cuatro décadas en Chile se resume en la lapidaria frase de que “hasta el presente, la verdadera imagen de Chile ha estado marcada por la desigualdad, la pobreza, la impunidad y el luto”.

Con el advenimiento del gobierno del empresario Sebastian Piñera, en marzo del 2010, la situación heredada por la dictadura se profundizó en términos de ahondar la brecha entre ricos y pobres, mantener intactas las leyes de la dictadura y salvaguardar la impunidad de los militares asesinos que exterminaron a miles de chilenos durante los 17 años de pinochetismo.

En la actualidad el quintil de la población más acaudalada de Chile se queda con el 60% de la riqueza nacional. Y un reciente estudio establece que Chile es el país con la mayor desigualdad del mundo.

Cifras de la desigualdad

La percepción de Chile como “país desigual” ha sido confirmada en un estudio realizado por los economistas chilenos Ramón López, Eugenio Figueroa y Pablo Gutiérrez, basado en información proporcionada por el Servicio de Impuestos Internos del país sureño. Los resultados obtenidos por los investigadores y que están publicados en la web de la Universidad de Chile, establecen una conclusión categórica: “Chile no sólo está entre los países más desiguales del mundo sino, es el primero”.

En datos del estudio se consigna que “el real problema de distribución en Chile está en lo más alto de la distribución y no tanto dentro del grueso de la población (99%), donde la distribución tiende a ser relativamente pareja. Es realmente en el 1% de los más ricos del país,  y sobretodo en el 0,1% y 0,01%, de los  más acaudalados donde se concentra el ingreso percibido”. De acuerdo a los datos de esta investigación,  el país que conforman el 99% de los chilenos y el 1 % de ricos presenta mayor concentración de la riqueza que gran parte del mundo capitalista. Ni en Estados Unidos ni en Japón ni en Inglaterra el 1% de la población goza de tanta participación de la riqueza de su propio país.

Las estadísticas publicadas en  el estudio se basan en los índices de tributación existentes entre los distintos sectores de la población chilena, cuyo mapeo es claro: “una pequeña minoría, los súper ricos, se llevan realmente la ‘parte del león’, en alusión a la fábula de Esopo, donde un león caza en compañía de otros animales, pero termina quedándose con toda la presa simplemente porque es el más fuerte”.

Los autores de la investigación indican que la participación de los ingresos personales de los chilenos súper ricos en relación al conjunto de la población del país “es extraordinariamente alta”. Ésta alcanza el 30% para el 1% de la población más acaudalada del país; 17% para el 0.1%  y el 10% para el 0,01% de los más poderosos de Chile. Según el informe, estas cifras representan las más altas participaciones que se conocen internacionalmente, puesto que son las más elevadas registradas en la lista de 25 países en los cuales se ha hecho la medición.

En el Chile actual, bajo la presidencia del empresario Sebastian Piñera, el 1% más rico del país recibe 2,6 veces más  dinero del ingreso total del país, que lo que recibe el 1% más rico en los siete países analizados. En Chile el 0,1% de la población más adinerada percibe cuatro veces más ingresos que el promedio de la muestra de los siete países analizados. El 0,01% de la gente más rica de Chile se apropia de seis veces más de lo que se apropia el 0,01% más rico en los otros seis países de la muestra. En ese sentido, la preocupación por la enorme concentración de la riqueza que exhibe Chile es en el fondo una preocupación por la posibilidad de Chile de crecer en el largo plazo. A los autores de este estudio les parece que la posibilidad de tener un crecimiento sostenido se ve amagado por “las negativas consecuencias de la inequidad sobre la inversión en capital humano, la estructura productiva y la productividad de estas economías, así como las amenazas que ella supone para la  estabilidad social y política futura”.

Lo cierto es que la realidad socioeconómica chilena revelada en el estudio contrasta con la persistencia de 2 millones y medio de chilenos pobres. Estas cifras de la desigualdad en Chile hablan por sí mismas de un panorama que dista mucho del idílico verso del himno nacional chileno que posiciona al país de la estrella solitaria como la copia feliz del Edén. Una obscena situación que confirma a Chile como el país más desigual del mundo.

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