Por Leonardo Parrini
Las prácticas de espionaje por
parte del gobierno de los EE.UU. ha echado por tierra una de las grandes
ilusiones de este siglo: la aureola de democracia y libertad que se vivía en
Internet, a través de las redes sociales. La apariencia de gratuidad e
igualitarismo de estos espacios virtuales se desplomó como un inmenso tinglado
puesto al servicio de los intereses geopolíticos de un gobierno que,
sintiéndose dueño de la tecnología,
ha retomado la guerra fría por la
hegemonía mundial. Las populares e igualitarias redes sociales son –y lo fueron
desde hace algún tiempo-, el terreno donde a río revuelto las agencias de
inteligencia y espionaje pretenden controlar nuestra vida privada en busca de
las andanzas de presuntos terroristas a escala mundial.
Según reporte de EFE, “La Agencia para la Seguridad Nacional (NSA)
y el FBI de Estados Unidos han tenido acceso directo a los servidores de 9 de
las mayores empresas de Internet, con sede en Estados Unidos, extrayendo
videos, audio y fotografías que permitían "seguir" los movimientos de
las personas y sus contactos, reveló un informe publicado por el diario
estadounidense The Washington Post y el británico The Guardian”. En este
tinglado político-cibernético de espionaje e inteligencia desinteligente, desnudado
en su procaz realidad por Edward Snowden, hay un elemento que permanece en bajo
perfil y se refiere a las empresas que operan detrás de las redes sociales,
obligadas a entregar información confidencial de sus usuarios.
Se ha identificado el programa
puesto en marcha por EE.UU., el poco transparente PRISM, que no hace honor a su
nombre, y que hasta el 5 de abril tenía activos 117.675 objetivos de vigilancia
en su base de datos, lo que permite identificar el sospechoso y acceder a todas
las personas que se hayan contactado con él, en los EE.UU. o en el extranjero. Se conocen las
operaciones de espionaje masivas en EE.UU., Europa y América Latina, a través
de la orden del departamento de justicia norteamericano de exigir por ley a las
empresas operadoras de Internet las bases de datos de sus millones y millones
de usuarios en todo el mundo.
Con el argumento de
“investigar robos” y delitos relacionados con desaparición de niños, Apple reveló
que “las agencias de seguridad de los Estados Unidos le han solicitado los
datos de cerca de 5.000 personas” en un fin de semana a mediados de junio. La
orden proveniente de autoridades de EE.UU, relacionadas con “investigaciones de
la seguridad nacional”, afectó a unos diez mil usuarios de Apple, compañía que
dispone en sus registros los metadatos de 400 millones de usuarios de tarjetas de crédito
en el mundo. Esa misma semana fueron requeridos a Google, Facebook y Microsoft,
cincuenta mil órdenes de abrir datos cibernéticos privados. (10.000 usuarios de
Facebook y 7.000 de Microsoft). También trascendió en publicación de New
York Time que el gigante Yahoo, sostuvo y perdió una batalla legal en defensa de
la privacidad de sus usuarios al ser obligado a dar información de sus clientes.
¿Quiénes financian el ciberespacio?
Siempre pareció demasiado idílico el hecho de que las redes sociales en el Internet,
con sus enormes posibilidades informáticas y comunicacionales, sean un servicio
gratuito para los usuarios. La pregunta es quién financia la web. La respuesta
viene también a develar quiénes reciben órdenes del gobierno norteamericano de filtrar la información confidencial de sus usuarios.
En el espectro cibernético, según investigación del sitio Cinereverso, opera Google que cotiza en
el Nasdaq y es propietaria entre otras empresas de Youtube y Motorola Mobility.
Sus principales accionistas son Sergey Brin y Larry Page, entre los que se
encuentra Eric Schmidt
miembro del Club Bilderberg, fue
el presidente y director general de Google hasta abril de 2011. Junto a ellos
esta Ram Shriram, ex directivo de Netscape y de Amazon y los fondos de inversión
de capital de riesgo FMR LLC, The Vanguard Group, Inc., State Street
Corporation y otros.
En cuanto al poderoso Facebook
creado por Mark Zuckerberg que hoy
posee el 18.4% de esta compañía que recaudó 18 mil millones de dólares con su
salida de la Bolsa, se sabe que dicha operación fue gestionada por
Morgan Stanley, junto a JP Morgan y Goldman
Sachs, banco implicado en la crisis financiera de Estados Unidos en 2008. Otro
propietario y directivo de Facebook es Erskine Bowles, alto ejecutivo de
la administración de Barack Obama, como presidente de la Comisión Nacional de
Responsabilidad Fiscal y Reforma. Bowles, además, es miembro de la junta
directiva de General Motors, Morgan Stanley y Norfolk Southern Corporation.
Sheryl Sandberg, accionista de
Facebook, fue colaboradora de Google y el Banco Mundial y ex jefa de gabinete
en el Departamento del Tesoro en la Administración Clinton. Pertenece al
directorio de las empresas Walt Disney y Starbucks. Y Reed Hastings, director
ejecutivo de Netflix, un proveedor de internet estadounidense es también accionistas
de la red social más grande del mundo.
En la competencia, los
principales accionistas de Twitter son
firmas de capital de riesgo como Spark Capital, Union Square Ventures, Kleiner
Perkinsm Benchmark Capital, Institucional Venture Partners, T. Rowe Price y DST
Group. Al espectro empresarial que financia las redes sociales hay que añadir consorcios
de fabricación de teléfonos móviles, de la industria informática y de las
operadoras de telefonía e Internet, lo que confirma, una vez más, que detrás de
las empresas de los nuevos formatos de comunicación, están los grandes grupos económicos
de inversión mundiales.
En la tramoya del espionaje existe
una evidente colusión entre los poderes legislativos, judicial y el gobierno de
los EE.UU, con anuencia o no de las empresas operadoras de Internet que ceden a
las presiones en la nube cibernética. En ese espacio intangible se debaten,
entre la espada del gobierno estadounidense y el muro de sus usuarios, que reclaman
reciprocidad con la confianza depositada en ellos ante la promesa de una elemental
privacidad.
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