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miércoles, 21 de noviembre de 2012

SÍGANME LOS MALOS: LA COMPARSA ELECTORAL


Por Leonardo Parrini

El Chapulín Colorado, célebre paladín de la justicia popular y héroe infantil de la tv latinoamericana, pedía que le sigan los buenos y nunca tuvo intenciones de ser Presidente. Los personajes y candidatos de la oposición política en el Ecuador, sin ser paladines de nada, hacen exactamente lo contrario. Nos piden el voto con pretensiones de alcanzar el poder y seguir a una comparsa de presuntas estrellas de la farándula que - supuestamente - aportan imagen a las candidaturas. Como si "la fama" adquirida detrás de un micrófono o delante de una cámara fuera convertible en votos o en talento para gobernar y legislar.

La farandulización de la política ecuatoriana muestra lo contrario. Un séquito de famosillos que algún momento treparon transitoriamente al poder, demostró ser incapaz de jugar un rol medianamente decente ante sus electores. Sobran los ejemplos de cantantes, animadores de televisión y ex deportistas que hicieron un triste papelón en el ex congreso y en los círculos del poder ejecutivo en otras épocas. Algunos, incluso, fueron en su momento destituidos de los cargos de representación popular por ineptos o corruptos.

Las candidaturas de la comparsa de las estrellas, fruto de la farandulización de la política, es apenas la guinda del pastel. Al punto que el pueblo ecuatoriano, con irónica sabiduría, ha nominado a un burro como símbolo del talento de los candidatos faranduleros que conforman listas de todos los pelajes a la Asamblea Nacional.

Desunidos hasta la muerte

La oposición, en lo que va transcurrido de la campaña, ha cometido todos los desatinos del caso en una reiterada secuela de errores que no sospechan sus asesores y publicistas. Nunca nadie les dijo que la unidad es la ley suprema de la política, pero ellos acicateados por grotescas ambiciones personales van desunidos, cada uno por su lado, ofreciendo demagógicamente cualquier cosa a cambio de un voto. Se pasaron por la galleta otra ley de la política que dice que no se debe hacer el juego al contrincante, y se pusieron a competir con el régimen en un tema que éste lidera con recursos y credibilidad: el aumento del Bono Solidario, en un baratillo de ofertas donde el gobierno salió ganando de antemano.

No sería extraño que el pueblo desencantado, una vez más, los castigue en las urnas. Algunos sectores contrarios al gobierno del Presidente Correa clamaba por la conformación de listas unitarias para enfrentar al régimen “populista y autoritario”, pero los candidatos, hambrientos de poder, sólo responden a sus apetitos personales. La oposición enfrenta dividida a la férrea y única lista oficial con ocho candidaturas presidenciales y una caterva de postulantes a la Asamblea Nacional, en un “frente opositor” disperso y fragmentado. Una clara mayoría de ecuatorianos exige candidatos capacitados, pero las listas están llenas de personajes de dudosa preparación para gobernar y legislar, que no exhiben un solo programa o proyecto político concreto, confiados en su cara bonita y en frases ya desgastadas.

Si la oposición política ecuatoriana pretende desmontar los espacios de poder establecidos por la revolución ciudadana, está errando el camino y haciendo todo lo posible para un aplastante triunfo del candidato Rafael Correa y las listas oficiales. La suma de ambiciosos postulantes que no renunciaron a su codicia personal e impidieron la unidad, a este paso, no hará posible una segunda vuelta electoral, según las encuestas. La idea de “todos contra Correa en la segunda vuelta”, se empieza a convertir en el sueño inalcanzable de una oposición divida y deslegitimada por su propia incapacidad. Como diría el Chapulín Colorado, parodiando al pueblo: se aprovechan de mi nobleza. Pero, esta vez, no contaban con la astucia popular que no perdona a los mismos de siempre.

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