Sin temor ni favor, y una buena
cuota de audacia, son ingredientes de la propuesta del joven abogado Felipe Rodríguez
Moreno en el tratamiento de un tema complejo que no está exento de riesgos: el crimen organizado
en Ecuador.
El título del libro El agente Infiltrado en el Estado de Derecho
y de (In) Seguridad, habla por sí mismo de la sugestiva idea de utilizar “técnicas
de investigación criminal necesarias en un contexto de extrema violencia e
inseguridad”. En buen romance, ante la presencia en el Ecuador -sugiere el
libro- de grupos internacionales organizados como las FARC, Carteles Mexicanos,
Mafia Rusa, y grupos terroristas como Al Qaeda, Hezbolá y los Talibanes, Rodríguez
propone la necesidad de estudiar la figura de Agentes infiltrados que actúen,
en concordancia con la ley, al interior de dichas organizaciones con objetivos de inteligencia
y contrainteligencia que permitan su desbaratamiento en el país.
Si bien los fines del libro
revisten interés académico, no es menos cierto que el texto concluye siendo una
notable pieza de investigación periodística y judicial, bajo la luz de categorías de análisis
jurídico en materia penal y criminal.
“Naciones unidas del crimen organizado”
“Siento satisfacción absoluta,
si es que me callan por miedo a que me maten lo he perdido todo, me daría vergüenza
llegar a viejo y decir cuántas cosas me callé”, detrás de esta provocadora declaración
de Rodriguez se perfila la figura de un joven de menuda estatura, gestos finos y palabra fácil;
que prefirió improvisar y “no preparar nada”, a la hora de hacer un lúcido
discurso de presentación de su propio libro. A su voz se unió la de Arturo J.
Donoso Castellón, en un prólogo que destaca “el debate frontal, entre la Ética
y el Derecho, que despierta el libro” de Rodríguez.
Felipe Rodríguez dice haber
trabajado “documentadamente, con fuentes certeras y comprobadas”, que le
permitieron establecer la presencia del crimen organizado en Ecuador, sin extralimitaciones
y sin exceder el tono profesional.
A confesión del autor resulta fácil
acceder a dichas fuentes que se encuentran en editoriales, noticias y opiniones
de prensa y luego contrastar la versión periodística con las fuentes policiales. De este modo Rodríguez hace un
seguimiento acucioso al dato que sugiere acciones criminales encubiertas en el país,
que “está al frente de todos, pero que nadie busca”, según manifiesta.
Las causas de que Ecuador se haya
convertido en una suerte de paraíso
del crimen organizado, radican en “la inseguridad jurídica” que garantiza el
cometimiento de delitos sin ser procesados; además de la apertura indiscriminada
de las fronteras, “sin un control post migratorio adecuado”. La dolarización es
también el factor económico que hace que el país sea miel para lavadores de
dinero y el enriquecimiento ilícito.
El Estado ecuatoriano es un Estado
de sociedades secretas, manifiesta Rodríguez, ante lo cual propone “frenar la
clandestinidad”, fruto de la mala comunicación existente entre la policía y los
organismos del Estado que deben ejercer el seguimiento y erradicación de las
actividades criminales.
Esta afirmación encuentra asidero
en la declaración de James B., ex jefe de la DEA de los EEUU, cuando
manifiesta que Ecuador es algo así como las “naciones unidas del crimen organizado”;
sociedades secretas que utilizan el territorio ecuatoriano como “un centro de negociación”
de actividades como, por ejemplo, la compra venta de armas.
La propuesta concreta del
libro de Rodríguez consiste en desarrollar agentes infiltrados y en capacidad de
combatir desde dentro el crimen organizado, con técnicas de investigación criminalística. Para ello es necesario el asesoramiento extranjero
-colombiano sugiere el autor- a la Policía Judicial y la Fiscalía, dependencias
del Ministerio del Interior. Un ejemplo de eficiencia, en tal sentido, es la
UNASE, Unidad Antisecuestro que rescata nueve de cada diez secuestrados, en un tiempo
menor al promedio mundial, concluye Rodríguez.
La lectura de este libro
suscitador es asunto obligado para quienes viven convencidos de que seguimos siendo
náufragos en una isla de paz.