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sábado, 5 de septiembre de 2015

EL FANTASMA DE YACHAY

Por Iván Egüez

El Premio Eugenio Espejo, que es el reconocimiento a la trayectoria de una vida entregada a la cultura, las artes o las ciencias, dejó de ser vitalicio. Su equivalente es la tercera parte de lo que ha sabido ganar un fantasma en Yachay en un mes. Hay confusión y se lavan las manos entre algunas instancias del Estado.

Es que no hay una política cultural, la prueba es que una de las vicepresidentas de la Asamblea pegó su foto en los carteles de propaganda para que los jóvenes guayaquileños asistan a una conferencia de un señor mexicano por la que dicen se ha pagado el importe de varios premios Espejo. (No importa qué entidades públicas pusieron los fondos).

Según un atento enciclopedista, el mexicano da conferencias sobre psicología, sexualidad y superación personal. Es miembro del Opus Dei, cosa que explica por qué sus libros son obligatorios en primaria y secundaria de algunas escuelas privadas (en México y Guayaquil) y por qué algunos de ellos se cuentan entre los más leídos por los alumnos.

Nos permitimos transcribir un párrafo de su libro Juventud en éxtasis 2: “La autoestimulación excesiva suele crear en el adolescente el reflejo de la eyaculación precoz que afectara su vida conyugal posterior. El vicio de la masturbación es difícil de erradicar. No fomenta hogares sólidos ni relaciones conyugales armoniosas”.

Si en tiempos de penuria económica, sobre todo de penuria cultural, no saben qué hacer, si no hay un ministerio rector de actividades culturales financiadas con fondos públicos, ¿por qué no se ahorran una cuantas decenas de millones y suprimen un ministerio que no sirve para mayor cosa?

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