Por Leonardo
Parrini
Nicanor Parra es hermano de la
Violeta de Chile, sureño de nacimiento y chillanejo por adopción. Antipoeta,
anticomunista y anticapitalista redomado, es matemático y físico de
profesión. Cumplió hace pocos días un siglo y un año de vida, y en su existencia longeva
ha vivido reinventando los mecanismos del mundo con un léxico simple de temas,
a través del lenguaje de la ironía. Hijo de profesor primario y madre tejedora,
Parra logra reconocimiento a su obra al recibir el Premio Nacional de Literatura,
Premio Cervantes 2011, y Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en el 2012.
“Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto
solemne hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa”, proclamaría en referencia a su obra política y contingente, a sus antipoemas
posmodernos seguidos de poemas ecológicos y otros de tradición oral, popular y
local. Con textos trascendentes, Parra echa mano a recursos del humor, al arte
callejero, a la cultura popular y democratiza la poesía, acercándola a lectores
de distinto nivel social y cultural.
En los años setenta
fuimos testigos de su confrontación con la izquierda política chilena, cuando
aceptó una invitación de la Primera dama norteamericana a tomar un té en la
Casa Blanca y luego declaró Cuba si, yankees
también. En los patios del Pedagógico de la Universidad de Chile en Santiago, se
sometió al juicio de los estudiantes, sentado bajo un cartel que decía: A los jóvenes son los únicos que rindo
cuenta.
Nicanor Parra en
diversas entrevistas de prensa fue construyendo su imagen como un anti poema.
En 1987 declara en Madrid que la cultura chilena es casi clandestina, por sus relaciones
cada vez más distantes con el Estado, pero que la cultura en Chile seguía viva,
sin ser derrotada. En ese entonces pensaba que la libertad era una condición para
que la creación fluya, pero que bajo condiciones de represión la cultura se hace
más fuerte.
Acerca de la poesía
comprometida, Parra cree en una poesía ecomprometida,
es decir, identificada con la supervivencia y la autorregulación del espíritu. Que
las ideologías tradicionales -capitalismo y socialismo- resultaban ser hermanas
gemelas porque ambas han llevado al planeta a una situación de desastre al reducirlo
“a las formas de artefactos, automóviles, refrigeradores, teléfonos, etc., transformándolo
en chatarra”.
Anti confesiones
Alineado a una
nueva cosmovisión de corte ecologista, Parra se declara ecopoeta y reclama
mayor lucidez para ver los problemas globales, puesto que las miradas
tradicionales no son suficiente para procesar los datos de la vida.
Su obra se puso a tono con esa cosmovisión y el poeta escribe ecopoemas que dan cuenta de una nueva relación entre el hombre, la sociedad y la naturaleza.
Su obra se puso a tono con esa cosmovisión y el poeta escribe ecopoemas que dan cuenta de una nueva relación entre el hombre, la sociedad y la naturaleza.
Ya no pedimos pan
techo
ni abrigo
nos conformamos con un poco de aire
El error consistió
en creer que la tierra era nuestra
cuando la verdad de las cosas
es que nosotros somos de la tierra
Al cumpir ochenta
años, Nicanor Parra fue entrevistado por el escritor Antonio Skármeta.
En respuesta a la pregunta, cuál había sido el aporte de su anti poesía a la
literatura actual, dijo: Nada. A la
mecánica a la teoría del movimiento, si y no poco. Confrontado en
esa ocasión con la idea de la muerte, Parra confiesa que, “nos guste o no nos guste, la muerte es el mecanismo de
retroalimentación o caja negra del organismo global. Sin ella la cosa se
congela o explota. Claro que tengo mi proyecto para la después de muerto:
resucitar. Aunque sea bajo la forma de sapo”. A renglón seguido manifiesta
que entre el ser y la nada, todo se redujo a la nada, y que de la nada va
quedando poco.
Soy un anciano prodigo lo se
No se me moteje de Yanacona
Estoy orgulloso de pertenecer a la tribu
Yo pertenezco a un
mundo que se fue
Yo todavía creo en el socialismo
Yo todavía creo en Dios y en el diablo
Soy uno de esos vejetes malaspulgas
Al tenor de sus 101 años de edad, el antipoeta es una leyenda
altisonante que confiesa: “me inclino por una música que ya no se escucha en
ninguna parte, me refiero a esa música llamada silencio”. Que si el esfuerzo
vital de un siglo valió la pena o
valió la alegría, Parra dice sentirse gratificado y relativamente comprendido: Se
me ha concedido más de la atención que merezco. Me gustaría volver a repetir el
numerito, si me propones volver a nacer y repetir todo lo vivido pensando en la
filosofía del eterno retorno, mi respuesta seria: con mucho gusto.
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