Por Leonardo
Parrini
El Primero de
Mayo es una efeméride que divide al país y al mundo entre quienes reivindican los
derechos laborales de la clase obrera y quienes niegan estos derechos. Entre
los que conmemoran una jornada de lucha proletaria y aquellos que prefieren silenciarla. El
Día del Trabajo constituye la fecha símbolo de los asalariados que se dan cita
con la historia, para conmemorar un capítulo significativo de su lucha por los derechos
de clase. El 1 de mayo se evoca la huelga que en 1886 paralizó 12 mil fábricas
de trabajadores en EE.UU que reivindicaban una jornada laboral digna. En las
siguientes horas los mítines obreros fueron brutalmente reprimidos por la
policía, dejando un saldo de varios muertos y heridos entre los mártires de
Chicago.
La clase obrera
organizada se ha manifestado, históricamente, esta fecha en contra de los
gobiernos de turno y de los organismos del Estado. En tanto, nunca un gobierno
ecuatoriano se atrevió a convocar a sus simpatizantes a marchar junto a los
obreros. Y ningún Presidente ha pronunciado un discurso en los históricos
escenarios de concentración sindicalista en Quito u otra ciudad del país en la
jornada de un primero de mayo.
Tradicionalmente
el Día del Trabajo es una oportunidad para medir fuerzas políticas. Una
híbrida oposición convoca a manifestantes, de derecha e izquierda, en contra
del Gobierno nacional y recurre a un discurso impuesto, ajeno y falso.
Representantes de la rancia oligarquía bancaria y comercial costeña y serrana,
rompen vestiduras hoy día por los derechos de los trabajadores activos y
pasivos, en una actitud insólita y oportunista, digna del más craso surrealismo
político.
Esta
contradictoria situación tiene expresión en algunos hechos claves. La derecha
política ecuatoriana, representada por Guillermo Lasso y Jaime Nebot, cruza
sendas expresiones que aluden a la necesidad de unión entre “todas las fuerzas
democráticas, para acabar con el correísmo”. Y lo hacen asumiendo banderas y
postulados que, tradicionalmente, fueron de la izquierda: “reforma agraria,
economía menos dolarizada fin a las oligarquías y se redistribuya la riqueza
incrementando los impuestos”, según apunta Orlando Pérez. En tanto, la
izquierda “derechizada” no se inmuta por marchar junto a cabecillas de
banqueros y comerciantes del país, prestando oídos a las convocatorias reaccionarias. La división de la derecha ha encendido las
alarmas. La apremiante situación la hace incurrir en acciones desesperadas,
como convocar a indígenas y otros actores sociales para maquillar así su rostro
retrogrado y antipopular de otras épocas. Ahora “cada uno de los bandos lucha
denodadamente por cooptar a las izquierdas que no coinciden con Alianza País”.
Uno de los
actores políticos de oposición, Blasco Peñaherrera Solah, representante de la
cámara de comerciantes de Quito, ha sido claro en ponerse de lado de los afiliados
al seguro social, en una estrategia que pretende ganar a río revuelto: "Rafael Correa no ha cumplido. Pública
y notoriamente y repetidamente ha dicho que no va a transferir los USD 1,100
millones que le corresponden al Seguro Social", dijo Peñaherrera. En
tanto el Presidente Correa lo denunció como el presunto autor de los rumores
sobre un falso feriado bancario. “Eso lo
dijo un irresponsable, el Presidente de la Cámara de Comercio de Quito”,
afirmo el Mandatario.
Ante este
panorama inusual, el Ministro del Trabajo, Carlos Marx Carrasco, describió el
escenario de esta fecha en los siguiente términos: “en la concentración del 1 de Mayo estará la restauración conservadora,
yo creo que es una marcha de la mano entre cierta dirigencia del extinto MPD y
del Frente Unitario de Trabajadores (FUT) con el señor Guillermo Lasso, Blasco
Peñaherrera; a lo mejor esté el señor Mauricio Rodas, alcalde de Quito",
indicó. Y la caracterización es oportuna, puesto que "nadie
puede creerle al señor Lasso que se haya erigido en el defensor de la seguridad
social cuando fue el privatizador ayer, (...) por lo tanto en esta marcha la
política es así. En la concentración del FUT-MPD estarán moros y cristianos,
sirios y troyanos; estará, yo diría, en coro la restauración
conservadora", expresó el
ministro laboral.
Convocatoria obrera
En tanto, los
trabajadores organizados en las centrales sindicales tienen su propia
convocatoria. La CTE, CEOSL, UGTE, CEDOCUT, ECUARUNARI, FEDERACION MEDICA y
CUTAE, convocan “a marchar férreamente unidos este 1 de mayo a obreros,
campesinos, artesanos, empleados, trabajadores, indígenas, negros, montubios,
jóvenes, jubilados, amas de casa, desempleados, pequeños comerciantes,
trabajadores autónomos, profesionales, organizaciones laborales y sociales,
jubilados, colectivos de mujeres, defensores del ambiente y derechos humanos”.
Edgar Sarango, presidente del FUT, Mesías Tatamuez de la CEDOCUT, Pablo Serrano
de la CEOSL, José Villavicencio de la UGTE y Jorge Herrera de la CONAIE,
manifestaron rechazo a que el Presidente de la República “gobierne aliado a las
transnacionales” para hacerle frente a la crisis: “Rechazamos y exigimos la derogatoria de la mal llamada “Ley de
justicia laboral”, algunas de cuyas normas afectan gravemente al país, como la
inconstitucional e injusta decisión de dejar de pagar al IESS el 40 % de las
pensiones jubilares, con lo cual condena a la quiebra a la seguridad social,
deja desprotegidos a los jubilados y despoja a los actuales y futuros trabajadores”.
El Gobierno ha
argumentado que la Ley de Justicia Laboral del 20 de abril, actualmente en vigencia,
incluye la afiliación de 1'500.000 amas de casa al Instituto Ecuatoriano de
Seguridad Social y la mensualización de los décimos, entre otras figuras.
El sector
oficial indicó que ha mejorado el empleo digno, las condiciones de trabajo, la
organización sindical y la remuneración en términos reales, que se ha
incrementado en cerca del 50% durante estos 8 años de gobierno de Rafael
Correa. A su vez se argumentó que "se sustituye un 40% fijo a una garantía
plena de entregar todo lo que le falte al IESS para cubrir la totalidad de las
pensiones jubilares”.
Las cartas están echadas. El primero de mayo
debe ser una oportunidad para sincerar la política. Una virtud innegable de
este régimen: decir las cosas por su nombre, devolver a la política su semántica
verdadera. Es la hora de la verdad. Todos aspiran apropiarse del 1 de mayo a su
favor. Un signo de sinceridad sería que la derecha no
asuma esa vocinglera declaración “izquierdista” y defienda con autenticidad sus
verdaderos intereses como la propiedad privada, el sigilo bancario, la
tercerización laboral, no alza de sueldos laborales, no inversión estatal en
áreas competitivas, no salvaguardias arancelarias, no incremento del aporte patronal
al IESS, entre otras banderas inherentes a sus intereses de clase. En tanto, el
Gobierno tiene la inmejorable oportunidad de reafirmar su postura en favor de
los trabajadores con políticas públicas que amparen derechos colectivos, como
cambiar la matriz productiva, reforzar la revolución y garantizar estabilidad laboral, crear nuevas fuentes de trabajo, reafirmar
el derecho a huelga, fortalecer la organización gremial, entre otras conquistas
históricas de la clase obrera. Acaso, sólo de ese modo, este primero de mayo los discursos
reivindicacionistas coincidan, aunque las acciones vayan más
allá de las palabras. Una conmemoración verdadera, amerita el gesto urgente de
sincerar la política.
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