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miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA


Por Leonardo Parrini

El verbo lo dice: Restaurar, reponer, restituir, reintegrar y muchas otras palabras que empieza con el prefijo re y remiten al retorno del pasado. ¿Es eso lo que pretenden las fuerzas políticas desplazados por el proceso de cambios sociales que vive el Ecuador, y cuáles serían sus propósitos? En un célebre escrito de Marx, a propósito de la relación ente el pasado y el presente, se dice que la historia se repite una vez como tragedia y otra vez como farsa. Cierto o no, cada realidad adquiere en el devenir histórico su propia dinámica y, en el caso ecuatoriano, sí se ha cumplido otrora aquello de repetir la historia, al menos como farsa. Hoy día que el Ecuador enfrenta la necesidad de consolidar un proceso de cambios políticos, sociales y económicos, dados a partir del proyecto político de la revolución ciudadana, el régimen habla del peligro de la restauración conservadora. A simple vista parece una apelación de la propaganda oficial, pero si nos detenemos a observar ciertos hechos acaecidos en las últimas semanas, y que no tienen conexión entre sí, aparentemente, es fácil colegir que se trata de acciones concomitantes.

La reunión de alcaldes que tuvo lugar en Guaranda hace pocos días, convocada por el Alcalde de esa ciudad, Ramsés Torres del movimiento opositor SUMA, es un signo ineludible del propósito, legítimo en todo caso, de reunificar fuerzas contrarias al régimen. Allí estuvieron Jaime Nebot, Alcalde de Guayaquil de opositor movimiento Madera de Guerrero, y Mauricio Rodas, Alcalde de Quito, de SUMA, además de un nutrido grupo de Alcaldes y Prefectos del país.  Como detalle significativo, el prefecto de Azuay, Paúl Carrasco, reconoció que esta cita es una de las primeras que logran un acuerdo conjunto en 7 años desde que lidera el país el Presidente Rafael Correa.

¿De que hablaron? La agenda abarcó varios temas dentro de la “Declaración de Guaranda”. En su parte medular se refiere a que “la autonomía política, administrativa y financiera de los Gobiernos locales constituye una garantía constitucional que no puede ser vulnerada por ninguna autoridad. Expresar nuestra solidaridad y respaldo a las autoridades locales que sean objeto de ataques políticos desde el Gobierno Nacional. Construir una plataforma de apoyos comunes en materia de aplicación de políticas públicas, programas, proyectos y acciones eficaces y solidarias”. Otros temas, más bien de carpintería, se relacionan con problemas limítrofes entre provincias; tarifas del servicio de transporte público; la pretensión gubernamental de interferir en la competencia de uso y ocupación del suelo; el respaldo a la reforma de la ley 010, entre otros. En definitiva, la reunión de Guaranda fue el primer ensayo de recomposición de un frente de acción único para hacer prevalecer una postura de autonomía y oposición, según el caso, al régimen de Rafael Correa.

La restauración obrera

En el mes de septiembre, tuvo lugar otro signo de restauración. Esta vez el movimiento obrero, organizado en las centrales sindicales ecuatorianas y sus filiales, secundado por grupos sociales, se manifestó masivamente contra la política laboral del régimen. Intento restaurador de las gloriosas jornadas del sindicalismo ecuatoriano de los años ochenta, venido a menos en los noventa y profundamente deprimido en este milenio. Restauración necesaria, sin duda, porque el movimiento obrero conforma un sector vital de la dinámica económica, política del país. La marcha del 17 de septiembre fue una manifestación importante en lo cuantitativo y, más aún, en lo cualitativo. La plataforma exhibida pone en el tapete un argumento central: los obreros y empleados del país entran en contradicción con los propósitos del régimen, a partir de una diversa lectura de su realidad social y de una distinta apreciación sobre sus derechos sindicales a la huelga, a la política de remuneraciones, entre otros. La marcha fue un hecho mediático destacado a ocho columnas: estudiantes terminan detenidos, autoridades siguen proceso y acusan de instigación a grupos infiltrados, padres de estudiantes, en patética exposicion mediática piden perdón al Presidente Correa para conseguir la liberación de sus hijos. Queda la duda si ese acto lastimero fue espontáneo, o formó parte de una acción orquestada por algún asesor de marketing politico.

Dos restauraciones distintas

Los dos acontecimientos mencionados, la reunión de Guaranda y la marcha obrera, representan motivaciones distintas. Aunque el fin sea el mismo: recomponer fuerzas. No se podría afirmar responsablemente que los obreros pretenden aupar un movimiento que quiera deponer al régimen. Ni que los alcaldes reunidos en Guaranda quieren acabar con la revolución ciudadana, por otro camino que no sea las elecciones del 2017. No obstante, el Gobierno llama, en alerta a sus fuerzas, a “impedir la restauración” y para ello forma un frente llamado Unidos, que tiene como objetivo fundamental la acción política permanente y no sólo la contienda electoral, y en el que “caben todos los que luchan por la construcción del socialismo del Buen Vivir”. De acuerdo con la dirigente de Alianza País, Doris Solís, “el nuevo frente pretende lograr una unidad coherente, que vea más allá de los intereses de cada organización. Unidos está también integrado por el Partido Socialista-Frente Am­plio, el Partido Comunista del Ecua­dor, el Movimiento de Iz­quierda Revolu­cionaria, el Frente Amazo­nía Vive, y el Movimiento de Acción e Inte­gración Solidaria. Completan la relación los movimientos Unidad Primero, Autóno­mo Regional, Centro Democrático, Pachakutik Chimborazo y Con­duce, además de la Juventud Co­mu­nista de Ecuador, Acción Re­gional por la Equidad, y Alfaro Vi­ve Carajo, ex­guerrilleros que re­cien­temente acor­­daron convertirse en partido político”.

Así establecida la correlación de fuerzas, cabe una reflexión final. ¿Qué pretende la restauración conservadora y quiénes se alinean con quiénes? Según el observador Werner Vásquez Von Schoettler, “la restauración está en la invocación al pasado oligárquico hacendatario como sistema político de organización social, pero a la vez reclamar la primacía del idílico libre mercado como el ente encargado de hacer la redistribución del trabajo, del salario como de las ganancias”.

En esta moral conservadora basada en la ética del capital, no necesariamente puede haber coincidencia con el planteamiento económico liberal que, por lo general, forma parte del ideario de la derecha política. Vázquez sostiene que “para el caso ecuatoriano, la restauración viene de la mano de invocar la tradición y sus valores: herencia, casta, linaje, abolengo, etc., como el centro organizador natural de la sociedad, pero eso sí, esos otros diferentes deben ser iguales en tanto consumidores de bienes y servicios que ellos ofrezcan”.

La restauración conservadora trata de una contracultura de la izquierda, caracterizada por los pujos de quienes quieren revivir un pasado donde “perduren los patronatos, las beneficencias y la caridad y sus primeras damas para demostrar la generosidad sanguínea que creen que los acompaña en sus telúricos sueños de un pasado aristocrático. Defienden la democracia mercantil como el recurso civilizatorio de la domesticación y la obediencia legitimada en la fe de la superioridad racial”.

Ante esta realidad no serán suficiente los estigmas propagandísticos, las frases amenazante, peor las lecturas dogmáticas. La nueva coyuntura amerita una clarividencia política con cero márgenes de error. Puesto que “la restauración conservadora exhortará a su memoria e historia oligárquica para hacerla pasar como la historia y la memoria de la ciudadanía; sobre todo para ciertos sectores de la clase media, afectos y desesperados por labrarse un pasado insigne imaginario”. Frente a ello, amerita enriquecer la capacitación política y fortalecer la organización y participación ciudadana. Para que la historia no se repita, esta vez como tragedia, habrá que comenzar a pensar en la necesidad de restaurar el propio pensamiento revolucionario en cada uno de los hombres y mujeres adherentes del cambio.

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