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lunes, 25 de agosto de 2014

EL LUCRATIVO NEGOCIO DE LA GUERRA


Por Leonardo Parrini

Que las guerras sabemos cómo empiezan, pero no sabemos cómo terminan, es una frase ya conocida. Poca gente sabe que la guerra comienza en el negocio de la venta de armamento y en el marketing bélico que incluye el azuzamiento a las partes en conflicto. El caso de la guerra no declarada, a partir de los intereses geoestratégicos de Rusia en Ucrania en la que los ucranianos divididos se matan entre sí, es un ejemplo del nefasto negocio de la muerte. La industria bélica en esa región del mundo es manejada por los EE.UU y sus aliados de la OTAN, que dirimen con Rusia en el campo diplomático el conflicto, mientras le suministran armas. Situación parecida ocurre en el conflicto sirio en donde Rusia y China proveen de armas al régimen de Bashar Al-Asad, mientras que EE.UU hace lo propio con los rebeldes.

Las cifras hablan por sí mismas. La venta de armas es un negocio de 70.000 millones de dólares anuales y que provoca unas 750.000 muertes al año. Según investigaciones, la venta de armas creció en un 51% en el ámbito mundial durante la última década, debido a la carrera armamentistas entre Rusia, China, India, Pakistán, Singapur, Japón, las Coreas y el Oriente Medio. Las naciones identificadas como clientes habituales en el negocio de las armas  son India con el 12 %, China con el 6 %, Pakistán con el 5 %, Corea del Sur con el 5 % y Singapur con el 4 %. Los principales proveedores de esos mercados son EE. UU y Rusia, que controlan el 57% de la producción y las ventas de armas en el mundo y superan al resto de países en armamento nuclear. Los estadounidenses  y rusos encabezan el negocio bélico con el 57% de la producción y distribución de armas en el mundo, seguidos por Alemania con el 8%, Francia con el 6 %, China con 5 % y Gran Bretaña con el 4 %.

Las tendencias del mercado hacen que los focos más dinámicos del negocio armamentista se trasladen a Oriente Medio y Asia. En tanto, Europa redujo la compra de armamento entre 2008 y 3013, los países asiáticos aumentaron la adquisición bélica de manera alarmante. China Arabia Saudí y Rusia duplicaron sus presupuestos militares en el 2013, mientras que el país árabe trepó del séptimo al cuarto lugar en el ranking de rearme mundial.

En el panorama internacional, China maneja el segundo presupuesto militar del mundo, superando a la India, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Vietnam, en conjunto. Las estadísticas son reveladoras en el caso de China, país que exhibe 148 mil millones de dólares en gasto militar en el 2013, un 6% más que el año anterior. Por su parte, Rusia experimentó un aumento del 16% respecto del 2014, lo que equivale al 4.85% del PIB. La nación rusa aprobó recientemente un plan militar hasta el 2020 por 68 mil millones de dólares en la modernización de su parque bélico, registrando por primera vez en su historia un gasto militar superior al de los EE.UU.

En Asia, Japón después de la Segunda guerra mundial había impulsado la creación de fuerzas armadas no beligerantes, pero en estos últimos años ha establecido convenios de cooperación militar con EE.UU para enfrentar potenciales amenazas de Corea del Norte y China. En tanto, India se ha convertido en el principal importador de armas con un aumento del 11% en su gasto militar, cuyo principal proveedor es Rusia, a quien compró el 75% de su actual arsenal.

En América Latina el negocio armamentista creció con un 25% de incremento en el gasto militar en la última década. La región registra un aumento de 50.133 a 62.694 millones de dólares en compra de armamento. En el continente suramericano los países con mayor inversión militar son Brasil, Venezuela, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Honduras, Nicaragua y Bolivia. En África la realidad del negocio bélico confirma que el incremento del gasto en armas es de un 8.3% en el 2013, con inversiones que alcanzan los 44.900 millones de dólares. Este panorama, en síntesis, revela que el lucrativo negocio de la guerra convierte en brizna en el viento los intentos por la paz mundial, confirmándose esa frase que tanto oí decir a mi abuelo: buenos son los ideales, pero mejor son los cereales.

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