Por Leonardo Parrini
Las replicas políticas del terremoto del 27 de febrero que tuvo lugar en la región centro sur del Chile se hacen sentir con fuerte intensidad. Así lo confirma una declaración de Michelle Bachelet para The Clinic, quien comentó que la gente todavía “esta aterrada”, en un país donde la vida y la política colapsaron, según versiones de la prensa local. Preocupada por la “reconstrucción humana” la ex Presidenta se mostró sensibilizada antela realidad del país donde aun no existe un plan de reconstrucción de parte de las nuevas autoridades. El terremoto del 27 de febrero fue uno de los cinco más grandes de la historia, movió el eje de la tierra en tres centímetros, acortó los días y desplazó tres metros la ciudad de Concepción, además de 24 centímetros la lejana Buenos Aires, en Argentina.
Las réplicas políticas se equiparan en intensidad al remezón telúrico chileno. El Gobierno de Piñera no la tiene fácil: Chile tiene que reconstruir 17 hospitales, 40 mil colegios y 200 mil viviendas destruidas. Y aunque el país dispone de 15 mil millones de dólares para financiar los daños, provenientes de un fondo que se encuentra en el exterior, la repatriación de ese capital supone provocar un efecto tsunami en la economía chilena ya que “derrumbaría el tipo de cambio, afectando las exportaciones y el empleo” según fuentes del gobierno.
El terremoto tsunami además lesionó gravemente los sistemas de defensa del país, al punto que hace pocas horas el Ministro de Defensa, Jaime Ravinet, en una declaración sin precedentes reconoce que “Chile es vulnerable hoy día a un ataque exterior”. Está hablando del país con la “más moderna infraestructura militar de la región” y que posee “la mayor tecnología militar de avanzada de America Latina”. El sistema aéreo nacional colapsó en dos minutos, afectando las comunicaciones y operaciones en los aeropuertos de la zona desbastada, incluyendo el de la capital que quedó fuera de actividad por varios días.
El sismo comprometió los servicios de electricidad, telefonía, Internet, agua potable, comercio y transporte, al punto que la Presidenta Bachelet, en los instantes siguientes al terremoto, debió esperar horas para conseguir un helicóptero militar que la trasladara a la zona del epicentro. Pero lo más grave es que el terremoto derrumbó los sofisticados sistemas de emergencias que, según se comprobó, estaban eficientemente operativos hasta un sismo grado 8 Richter, y el de Chile superó ese rango telúrico.
Sin embargo, la réplica mayor hoy día remece el prestigio de las Fuerzas Armadas, en particular de la Marina, que no fueron capaces de alertar del tsunami lo que provocó un número mayor de víctimas. Fenómeno natural que arrasó también con el mito del “Chile eficiente y organizado”, ya que deja al descubierto “la precariedad de nuestro sistema de planificación primaria", fundamental para reaccionar a cualquier tipo de emergencia.
Las replicas en política internacional pueden ser aún de mayor intensidad. Chile renovó en los últimos años el armamento de sus FFAA y fue acusado por sus vecinos peruanos de emprender “una carrera armamentistas”. Precisamente la Armada Nacional renovó su flota con fragatas holandesas e inglesas y construyó submarinos Scorpene, mientas que el Ejercito compro un centenar de tanque Leopard y la Fach adquirió 10 aviones nuevos de guerra F16 a los EEUU y 18 naves adicionales del mismo tipo a Holanda.
Hoy día el Presidente Piñera se bambolea con las replicas políticas, obligado a cambiar su plan de gobierno, - aunque observadores señalan que el terremoto fue una bendición para el magnate gobernante -, ya que le sirve de excusa para no vender, hasta ahora, sus acciones millonarias en empresas como LAN Chile, entre otras.
El terremoto que abrió la tierra, derrumbó sistemas y arraso formas de vida deja un gran daño moral: descubrir bajo los escombros el mal funcionamiento de un país que se engaño a sí mismo, que hizo las cosas de un modo distinto a como se presentaba ante el mundo. Se debe investigar si las fallas son herencia de la dictadura militar corrupta, cuyos dirigentes se dedicaron a enriquecerse, luego de que exterminaron a sus principales opositores, o son obra de la democracia instalada en los laureles de un sistema de convivencia pacífica con los herederos de la dictadura, que dejó intocado un sistema militar y tecnológico que fue concebido por los dictadores para otros fines. Restañaran las heridas físicas, la tierra cerrara el surco que abrió la violenta sacudida, pero no podrá ser fácilmente cicatrizada la herida moral del país donde aun las replicas del remezón político militar están lejos de calmar el espíritu de los chilenos.
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