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lunes, 7 de abril de 2014

NORMAN MAILER SIN DIOS NI DEMONIO


Por Leonardo Parrini

Es curioso, pero a partir del rechazo al establishment norteamericano, se produce por antonomasia un fenómeno de admiración al otro american way of life, sórdido y underground, reflejado por la literatura borrascosa de Norman Mailer, cuyo escenario natural es “ese ambiente gris y decadente, lleno de personajes tan peculiares como miserables”. Ángel demoniaco, Norman Mailer, oriundo de Long Branch, New Jersey, es un obseso por la sensualidad y las vicisitudes de sus personajes reventados. Lo suyo es contar historias extremas que reivindican el otro país neoyorkino del Bronx, en la nación más poderosa del mundo. A Mailer lo conocí en mi adolescencia por sugerencia de mí padre; recomendarlo, especialmente a los jóvenes, resulta un deber vital y subversivo.

La obra literaria de Mailer inicia a los 18 años y es tan intensa como su vida, durante la cual se casó seis veces, tuvo nueve hijos e hirió con un puñal a su segunda mujer, Adele Morales, en una fiesta. En su juventud sirvió en el ejército, movilizado durante la Segunda Guerra Mundial. Finalizado el conflicto bélico escribe Los desnudos y los muertos, libro que narra la experiencia de la guerra de Corea, y que consagra a su autor en el ámbito mundial. La crítica calificó la obra como «la más grande novela de guerra escrita en este siglo», que con el tiempo se ha convertido en un libro mítico. Mailer publicó luego El parque de los siervos, donde denuncia las miserias de la industria del cine en Hollywood de los años cincuenta y El fantasma de Harlot, obra maestra de la historia novelada de la CIA.

Una raza extraña

Mailer pertenece  a una raza de escritores contestatarios, anti sistema, que “examinó la violencia, la histeria, el delito y la confusión en la sociedad estadounidense”, en su literatura de naturaleza política en la que destaca el libro Armies of the Night que influye en Jim Morrison para la producción junto a The Doors. En su multifacética trayectoria, Mailer, incursiona como guionista del cine hollywoodense donde hace gala de su postura anti sistema que le valió el rechazo inicial de los editores, aislamiento que lo impulsa a crear, en 1955, el semanario neoyorkino The Village Voice. En constante búsqueda de historias, Mailer encuentra su vertiente narrativa con total acierto en las biografías de Marilyn Monroe, Pablo Picasso y Lee Harvey Oswald, el presunto asesino J. F. Kennedy. Su actividad periodística y literaria le hizo acreedor a dos Premios Pulitzer por Los ejércitos de la noche en 1968 y La canción del verdugo, en 1980. Su obra postrera es The Big Empaty, escrita en colaboración con su hijo John Búfalo Mailer.

Como periodista realizó coberturas de las convenciones nacionales de Republicanos y  Demócratas durante tres décadas, hasta convertirse en un editor político de renombre. Fue corresponsal en Vietnam y apoyó la lucha del pueblo vietnamita, postura que le significó en 1967 un arresto durante manifestaciones pacifistas. Adentrado firmemente en la lucha política se postula a la alcaldía de Nueva York, con la bandera programática de convertir a la ciudad en el estado número cincuenta y uno. Mailer no obtuvo el premio Nobel del que fue eterno candidato, pero la fama de provocador lo alejó de las listas de ganador. A cambio, mantuvo su estirpe de rebelde, poeta aficionado, bufón de incordios y agitador de lo políticamente incorrecto. Una afrenta para el feminismo extremo y piedra en el hígado de los ex presidentes norteamericanos Johnson, Bush Jr., Nixon y Carter.

Polémico a tiempo completo, sostuvo una inolvidable bronca durante décadas con Truman Capote, a quien fustigó como "el escritor perfecto de mi generación”. Con toda probabilidad su beligerancia proviene de su afición al boxeo. Norman Mailer concibió la vida como un interminable combate al que se enfrenta a diario. Como galardón a su deporte favorito escribió la célebre crónica del encuentro final entre Muhammad Ali y George Foreman, hoy considerada una pieza clásica del reporterismo deportivo.

Mailer, es un incorregible que dejó abierta una historia de sobrevivencia urbana contada con la piel desollada en cada esquina. En sus últimos libros escritos, antes de morir a sus 84 años por una insuficiencia renal, se atrevió a "sacar a la palestra a Cristo, a Hitler, a Dios y al mismísimo diablo", adversarios que él, quizá, consideraba a su altura.  

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