Foto Revista Perspectiva
Por
Leonardo Parrini
¿A qué juega la oposición política en el Ecuador?
Esa es una pregunta clave de la realidad ecuatoriana hoy en día. Hoy tenemos en Ecuador una oscilante oposición que no se decide a
ejercer una política de choque o de diálogo con el Gobierno de la revolución
ciudadana. Esa oposición dio una primera señal al aceptar la invitación del anfitrión
de Carondelet, Rafael Correa, a un almuerzo protocolario y de relax político.
Según los resultados de las elecciones del 23
de febrero, dicha oposición al régimen de
Rafael Correa mostró “un repunte” en
al menos de 11 puntos en el país, incluido Quito Guayaquil, las ciudades de
Portoviejo y Manta, y Riobamba. Además se suman las prefecturas de Esmeraldas,
Cotopaxi, Orellana, Loja y Zamora Chinchipe. Finalmente, las prefecturas de
Azuay y Cuenca; así como la de El Oro y Machala”. De las plazas mencionadas,
con excepción de Jaime Nebot y Carlos Falquez, la mayoría de los candidatos triunfadores
almorzaron en Carondelet, atendiendo la invitación presidencial, como un síntoma
de conciliación política. En esa oportunidad hubo de todo, saludos protocolarios,
apretones de mano, brindis como el que hicieron Rafael Correa y Mauricio Rodas,
pese a la “absoluta independencia” que quiere marcar el Alcalde electo de Quito
respecto del Gobierno central.
Luego de la brega electoral los ánimos se han
calmado y hoy se vislumbra una oposición light
que responde a la visión ciudadana de trabajar en conjunto, Gobierno y alcaldías
y prefecturas, en diferentes plazas del país
donde esto sea posible, como un síntoma de madurez política o de recato, puesto
que aún no hay condiciones para una brega frontal al régimen de la revolución ciudadana. Esto responde a
una necesidad pragmática de “trabajo conjunto” por las ciudades y localidades
que requieren de atención prioritaria en materia de recursos y donde es posible
mayores entendimientos locales o domésticos.
Lucha por
el liderazgo opositor
La excepción sigue siendo Guayaquil que
quiere vender la idea de un "modelo exitoso", a espaldas del régimen de Rafael
Correa, incluso contra los propósitos del gobierno, con el fin de perfilar un
frente electoral de peso para las elecciones presidenciales del 2017. Esto
responde a la estrategia -no descartada- de impulsar una posible candidatura presidencial
del alcalde reelecto de Guayaquil, Jaime Nebot, el rostro duro de la oposición,
cuyo contrapeso lo hará Jimmy Jairala, reelecto Prefecto de línea oficial que no
dejará espacios posibles a su contraparte política local en el Guayas. En contraste, está la oposición light encabezada por Mauricio Rodas que concibe
entendimientos puntuales con el régimen para conseguir “un gana-gana para todos”,
en que no se abandona la oposición, pero se tiene en mente crecer haciendo política
opositora constructiva.
En contexto nacional hay la tendencia a “construir
partidos sólidos y tomarse en serio una alternativa de poder”, según observadores,
lo que supone construir frentes desde Quito, Guayaquil, Manta y Azuay, las plazas
fuertes donde el Gobierno tuvo esta vez retrocesos electorales. En este panorama se perfila un frente
opositor de “siete políticos de algunas partes del país”, con aspiraciones a
conformar un núcleo de unidad de las “tendencias que no están con la Revolución
Ciudadana”. Por lo pronto, dicho frente está auspiciado por sectores
socialcristianos con rostro presidenciable y podría estar integrado por personas de la
izquierda, la centroizquierda, la centroderecha y la derecha; ya que, según sus
auspiciantes, el país “necesita de líderes y está cansado de membretes”.
Este
frente se disputa la batuta opositora entre Jaime Nebot y Guillermo Lasso,
ambos auto considerados “legítimos líderes” candidatizables a la Presidencia.
El alumbramiento de dicho frente opositor, con miras al 2017, nació con siameses políticos, y aquello ya es una
merma que se puede profundizar. La derecha no tiene aún un líder único en
capacidad de convocar, aunar y triunfar frente al más que posible candidato oficial,
Rafael Correa, que aún hace de las suyas invitando a almorzar a sus opositores,
con un postre nada despreciable de apoyo oficial, edulcorado de diálogo político.
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