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sábado, 12 de octubre de 2013

¿EXISTE LA MUJER?


Por Leonardo Parrini

Dos noticias sobre mujeres han marcado la tónica de la temática femenina en los medios informativos ecuatorianos estos últimos días: el Premio Nobel de literatura concedido a la escritora canadiense Alice Munro, y la presencia de un grupo de mujeres ecuatorianas protestando con sus torsos desnudos en el parlamento de su país en contra de la penalización del aborto. ¿Qué tienen en común estos dos hechos noticiosos? Pues, contar como protagonistas a mujeres, en distintos contextos obviamente, pero con un denominador común: expresar la condición femenina.

Pero, ¿es factible hablar de una sola condición de género, en otras palabras, existe la Mujer? Más allá de la indisimulada intencionalidad de la pregunta, la cuestión no es un mero ejercicio intelectual. Comporta la intención de dilucidar un viejo dilema: hasta dónde resulta válido absorber lo particular en lo general y lo concreto en lo abstracto, y pretender hablar a nombre de todos y todas, sin matizar diversidades y concreciones.

En esta preocupación de buscar lo particular y concreto en la espesura de las abstracciones generales, es que el premio Nobel de literatura otorgado a una mujer y los torsos desnudos de las mujeres reclamando la despenalización del aborto, muestran que lo femenino, si bien es la suma de las femineidades, no puede servir de cortina para esconder las diferencias dentro del propio género.

El sujeto femenino

¿Dónde está el sujeto femenino en la noticia de la protesta de torsos desnudos y del premio Nobel? Patrizia Violi –citada por Abdón Ubidia en su texto Referentes- sugiere la necesidad de establecer un “pensamiento de la diferencia y de la subjetividad femenina que siempre ha puesto como base un principio anti trascendental, una recuperación de lo sensible, de la sexualidad, del inconsciente”.   

La sugerencia de Violi nos acerca a un hecho singular en la noticia de los torsos desnudos: la presión ejercida por el Presidente Rafael Correa sobre todas y todos sus coidearios de la Asamblea Nacional para abandonar la idea de despenalizar el aborto,-con insinuación de renunciar incluso al cargo presidencial- es hecha desde la doble perspectiva de género y de poder. Una coacción imperativa y verticalizante de la autoridad, invocando lealtades partidistas, so pena de incurrir en traición, que inhibe la expresión concreta de la representatividad de un sector de mujeres en el ejercicio de sus derechos a decidir sobre aspectos de su sexualidad y maternidad particulares.

Este detalle de la noticia remite a lo señalado por Patrizia Violi en el sentido de que “el fundamento y la subjetividad masculinos han sido considerados como el fundamento universal de la teoría y la cultura”, en nombre del Hombre como sujeto universal y en desmedro del sujeto femenino.

Con toda pertinencia entonces, puesto que como señala Ubidia, el sujeto femenino no existe como paraguas bajo el cual cubrir y disimular las diversidades inherentes a su condición; es imperativo volver la mirada a las múltiples expresiones que manifiestan las mujeres en la contradictoria pluralidad de género.

Lo femenino y lo cotidiano

El premio universal de literatura otorgado a Alice Munro es un hecho singular porque la escritora canadiense está entre las trece mujeres que han sido galardonadas con el Nobel literario, en absoluta minoría respecto de los laureles que la Academia Sueca ha conferido a escritores hombres. Las razones esgrimidas para otorgar el premio sugieren la presencia del sujeto femenino que propone Violi: el reconocimiento a una literatura que pone énfasis en pequeñas realidades de la vida cotidiana, a través de minúsculos retratos hablados de personajes comunes y corrientes. He ahí la inclinación femenina por lo matricial, lo tangible y particular de la vida. ¿Será este un rasgo de una literatura exclusivamente femenina, o de lo exclusivamente femenino en la literatura, como alega Ubidia en su libro Referentes? 

Munro destaca por una literatura de diminutas historias habituales, plagadas de héroes que salen del anonimato de la mano de una narradora de convivencias particulares. Esta tendencia ha sido reconocida por la Academia sueca al conferir el Premio Nobel de Literatura a una escritora que ha trabajado, en silente persistencia, magistralmente el relato corto, la narrativa focalizada en minúsculas vivencias transversales que tienen lugar en el diario vivir. En referencia a la literatura de Munro sobre el mundo femenino, el escritor estadounidense Davil Homel dijo: “ella escribe sobre mujeres y para mujeres, pero no está demonizada por los hombres”

Las noticias del premio Nobel a Munro y de los torsos desnudos protestando contra la penalización del aborto, muestran a las mujeres en concomitancia de género. Y patentizan una mirada de mujer, con diversidad incluida, que da cuenta de realidades cotidianas en contraste con las utopías y las épicas del discurso propio del género masculino. A su vez, evidencian con dedo acusador la pretendida representatividad machista que actúa en nombre del Hombre como sujeto simbólico de la humanidad. En esa virtud femenina de valorar la diversidad humana en el día a día, enfatizamos como condición de la mujer y sujeto femenino actuante, a un ser polivalente y exquisito en su simultaneidad, sensibilidad y sentido práctico, ejercido con amoroso gesto vivencial y cotidiano desde su matricidad engendradora de vida.

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