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martes, 14 de septiembre de 2010

EL MODELO INSERVIBLE


 
 La Habana, Cuba 2006. Foto de  Paula Parrini

Por Leonardo Parrini

Las declaraciones de Fidel Castro al periodista Jeffrey Goldberg de la revista The Atlantic, aunque luego matizadas por su autor, no dejan lugar a dudas: El modelo cubano no sirve en la isla. Mea culpa, lucidez  política, como quiera que sea, el siempre vivo Fidel estremeció los últimos vestigios del fundamentalismo castrista con una premonición de corto plazo: renovación o muerte. Venceremos. Luego de la premonición vino la admonición castrista a un modelo, cuya realidad es transparente hacia fuera, pero difusa hacia los propios cubanos que, por mística o conveniencia, siguen esperando que un milagro refresque las estructuras de una revolución anquilosada en sus propias incapacidades de renovarse generacional y políticamente. 

Pero la inmovilidad del modelo también es económica en la isla de Fidel donde hasta los heladeros responden a la lógica de la proveeduría estatal.  Con 19 dólares de sueldo promedio mensual un sector de trabajadores cubanos agrupado en los “porcuentapropia”, vendedores independientes de cualquier cosa, sobrevive bajo el cuestionado modelo cubano. Comerciantes informales autorizados por el gobierno, que de algún modo disipan la tensión social, y que revenden reliquias en las calles, convirtiendo en mercancías transables desde un viejo libro hasta el combustible de obsoletos encendedores que solo hay en Cuba. Y no deja de ser irónico que el modelo que hace apología histórica al trabajo, al desarrollo de las fuerzas productivas, al culto al proletariado, mantenga un sueldo que es una afrenta a cualquier trabajador del mundo. 

La vida sobre ruedas

Hacia afuera la realidad del modelo inservible mantiene todavía el espejismo de la solidaridad social, que ni los propios aciertos cubanos en educación gratuita, deporte o medicina logran camuflar ante los extranjeros que son recibidos en hoteles reservados, a diferencia de los cubanos que viven, cada cual, según su necesidad y de cada quien según su capacidad. Un modelo inspirado en un principio teórico que no funciona en la práctica cubana, sino como un modelo que da espacio a la iniciativa privada bajo condiciones paupérrimas de vida. Ejemplo de ello es el excepcional documental La Vida sobre ruedas, de mis talentosos amigos Mikel Jorge Pascual y Miriam Gonzales Chirino, realizadores cubanos de una televisora de la Isla de la Juventud que narra la historia de una pareja de cubanos cincuentones que por falta de vivienda vive en la calle. Juan, el protagonista, transita las calles de Nueva Gerona junto a su mujer en un triciclo que trabaja como taxi a la cubana, donde pernoctan y comen a la intemperie. 

El documental es un símbolo vigente en Cuba porque relata el drama del cubano común, sublimado por una reveladora narrativa cinematográfica de un reportaje hecho en la isla por cubanos que no han desistido del modelo y que, de no ser por el grave trasfondo del asunto que trata, resulta hasta audiovisualmente poético. “Hay días buenos y otros días mejores” dice el protagonista que “vive luchando la vida diariamente”. Y a reglón seguido se pregunta:¿porque si trabajo mañana, tarde y noche incluyendo a las madrugadas, no tengo más cosas materiales?”. Un “porcuentapropia” que el día del cumpleaños de su mujer le regaló una noche en una habitación arrendada “donde fue la última vez que fuimos felices”, como confiesa ella con infinito amor y lealtad por su compañero de travesía callejera. 

¿Qué modelo es aquel que luego de conmemorar el cincuentenario socialista todavía exhibe a un ser humano viviendo en la calles de Cuba con su mujer a bordo de un triciclo? Es el modelo que Fidel, siempre lucido, transmutado desde la hibernación política donde permaneció varios meses, es capaz de reconocer en acto de valiente honestidad, que no sirve para un carajo, chico. Un modelo económico estatal regido por una teoría que lo concibe como el motor de la historia, pero que en Cuba se trabó en la incapacidad de generar bienes de consumo básicos, unido peligrosamente al control gubernamental que impide desatar las fuerzas vitales de los cubanos para desarrollar una economía de subsistencia o morir en la protesta contra un modelo inservible, producto de una revolución antropófaga, como dicen unos, que se traga a sus propios hijos. 
 
El compañero Fidel tiene valientes razones históricas hoy día para exculpar su responsabilidad en la concepción e implantación  del modelo. Trabajadores del mundo uníos, por un cambio en la Cuba del modelo inservible! Cambio o muerte. Ya veremos.  

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