Por Leonardo Parrini
Un hombre alto de aspecto
saludable desciende del avión de Alitalia, viste una sotana blanca que se bate
al viento carioca. Camina por la pista aérea y saluda a la comitiva que le
brinda la recepción oficial: es Jorge Bergoglio, bonaerense, hoy Papa
Francisco, el evangelizador viajero que emprende la nueva cruzada católica en
América Latina.
En el Brand marketing esto se llama posicionamiento: la idea que se fija
en la mente del consumidor, a través de mensajes audiovisuales. Señales
ineludibles que forman parte de la cultura de la imagen que vivimos en la sociedad
posmoderna. Para que una recordación de marca, producto o slogan se fije en el ranking cerebral del consumidor, es preciso que la nueva marca
desplace a otra ya posicionada en la mente –que se expresa en el Top of Mind-, puesto que sólo recordamos
o retenemos siete nombres en la mente.
¿A quién pretende desplazar la imagen del nuevo Papa Viajero?
¿A quién pretende desplazar la imagen del nuevo Papa Viajero?
Los asesores del marketing
papal lo saben perfectamente, y, esta vez, su labor se muestra impecable: un Francisco
austero, posicionado como el Papa de los Pobres vista las favelas más miserables del mundo. Para algunos puede resultar
paternalista o populista la figura del nuevo Branding papal, pero efectiva al fin. Impronta creada a imagen y semejanza de los
requerimientos de una iglesia desgastada. Institución acusada de despilfarro,
abandono de las causas populares y de un oropel que opaca la austera imagen del
Cristo redentor de los humildes, desnaturalizado por sus propios seguidores. Ese
mismo Cristo de brazos abiertos sobre El Corcovado, recibió en Rio de Janeiro
al Papa Viajero.
El mensaje discursivo de Francisco es clarísimo: Río se convierte en el centro de la Iglesia en su corazón vivo y joven porque ustedes han respondido con entusiasmo a la invitación para ser amigo de Jesús. Desde El Corcovado el Cristo redentor nos bendice viendo este mar y la playa. Sus familias y comunidades locales les han transmitido el gran don de la fe, Cristo ha crecido en ustedes, hoy confirmamos la fe en Cristo vivo que habita en ustedes.
El mensaje discursivo de Francisco es clarísimo: Río se convierte en el centro de la Iglesia en su corazón vivo y joven porque ustedes han respondido con entusiasmo a la invitación para ser amigo de Jesús. Desde El Corcovado el Cristo redentor nos bendice viendo este mar y la playa. Sus familias y comunidades locales les han transmitido el gran don de la fe, Cristo ha crecido en ustedes, hoy confirmamos la fe en Cristo vivo que habita en ustedes.
El posicionamiento de la
imagen papal incluye otros elementos ya reiterados con anterioridad por las
Iglesia Católica, remozados hoy por la logística de la convocatoria a una nueva
cruzada: el ascendiente en la juventud. La organización eclesiástica apostólica
romana, organiza la visita papal a la 28 Jornada Mundial de la Juventud, evento
de características planetarias que se apropia de un concepto generacional y
habla a nombre de todos los jóvenes del planeta. No obstante que los católicos sólo
pueden representar alrededor del 20% de la población mundial. Según la Agencia Fides de los 6,698,353,000 habitantes del
planeta, solamente 1,165,714,000 son católicos, es decir, aproximadamente una
de cada seis personas ha sido
bautizada por la iglesia romana.
¿Qué significan estas cifras para la Iglesia Católica? Sin lugar a dudas, que la imperiosa invitación a renovar su espíritu misionero que a lo largo de dos milenios la ha impulsado a llevar el Evangelio hasta los lugares más recónditos de la tierra. El contraataque católico comenzó el pasado octubre del 2010, al concluir el Sínodo de los Obispos sobre el Medio Oriente, cuando el Papa Benedicto XVI anunció que la próxima Asamblea general ordinaria del Sínodo obispal, en 2012, “se dedicará al tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
¿Qué significan estas cifras para la Iglesia Católica? Sin lugar a dudas, que la imperiosa invitación a renovar su espíritu misionero que a lo largo de dos milenios la ha impulsado a llevar el Evangelio hasta los lugares más recónditos de la tierra. El contraataque católico comenzó el pasado octubre del 2010, al concluir el Sínodo de los Obispos sobre el Medio Oriente, cuando el Papa Benedicto XVI anunció que la próxima Asamblea general ordinaria del Sínodo obispal, en 2012, “se dedicará al tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
No por casualidad la nueva
cruzada se inicia en Brasil, país con la mayor cantidad de feligreses de
Latinoamérica, que se debate agobiado por el desencanto de una política gubernamental
populista en jornadas de violentas protestas sociales. Quien todavía tiene
dudas de los verdaderos motivos de la visita papal a Sudamérica, y en
particular Brasil, no tiene más que recordar los peregrinajes del Papa Viajero,
Karol Józef Wojtyla en la década de los años ochenta. Wojtyla, convertido
en el pontífice polaco Juan Pablo II, vistó en ese entonces Polonia, el más
débil aliado del bloque socialista europeo oriental, agitado por las
crecientes protestas del Sindicato Solidaridad que lideró Lech Wałęsa. Aupado por su compatriota, Wałęsa emprendió el
asalto al cielo y tumbó al régimen comunista polaco. Juan Pablo II sumó esta
cruzada a su prolífera labor proselitista: beatificó a 1.340 personas y
canonizó a 483 santos en sus peregrinajes por 129 países del planeta; no
obstante, su mayor logro evangelizador fue su contribución al derrumbamiento
del socialismo europeo del siglo XX.
Guardadas las proporciones, Francisco
tiene una misión análoga a la de su colega polaco: liderar un proceso de
recuperación del influjo ideológico de la Iglesia Católica en la región
latinoamericana que eligió el camino socialista del siglo XXI. La nueva cruzada
es inequívoca: disputar espacios a los regímenes populistas izquierdizantes que
hoy rigen los destinos de Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil y Venezuela. El paso
ya fue dado en Rio de Janeiro, la primera piedra como diría Cristo, ya fue
lanzada, así se construyen los grandes propósitos. Y de manera coherente,
estratégica y campante: convocando a las nuevas generaciones con un mensaje de
humildad y vocación redentora. Un
detalle anecdótico: el actual Papa Viajero, pese a su posicionamiento como el Papa de los
Pobres, no tuvo la suficiente humildad de besar el suelo latinoamericano a su arribo a Brasil, en un
gesto que evidencia su altiva disposición a evangelizar; un acto que nunca la Iglesia
Católica ha hecho con rebosante sumisión, sino más bien con la cristiana convicción de
quien sabe que ha rio revuelto siempre hay ganancia de pescadores.
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