Foto Andes
Por Leonardo Parrini
Nada más tramposo que hablar
de certidumbre en un tiempo de incertezas. Que no es lo mismo incertidumbre que
incerteza. Lo primero alude a un desatino total, casi extravío. Lo segundo, a
la duda metódica, esa que lleva a la verdad. Pero uno lee editoriales de periódicos,
escucha a los opinaderos con inmunidad parlamentaria, o ve en la pantalla del
televisor a los agoreros del desastre y constata que sus aserciones están llenas
de certidumbres. Es decir, afirmaciones que no pasan por la duda metódica, que ni
la sospechan, sino que saltan al vacío desde las altas y borrascosas cumbres de
la ignorancia irresponsable al pozo de la presunción improbable, a la que se
llega, como diría Marx, por la vía de la fantasía desprovista de imaginación.
Está visto que se puede ser
imaginativo, reacomodador de semiverdades, constructor de artefactos parafrásticos
e instalar un oráculo en la zona más transitada de las incertidumbres, para
afirmar a pie juntilla como verdad aquello que no lo es. Es que esa fórmula sí funciona
en el universo de editorialistas, asambleístas inmunes, opinaderos sin responsabilidad
previa ni posterior, artífices de la sospecha, vaticinadores de lo imposible.
Por la boca muere el pez
Esta semana la jueza Lucy Blacio
sentenció “a prisión por el delito de injurias contra el presidente de la
República Rafael Correa al asambleísta Cléver Jiménez, el activista Carlos
Figueroa y el ex sindicalista Fernando Villavicencio”. Los tres sentenciados fueron acusados de injurias por llamar
"genocida" al presidente Correa, a quien acusaron de haber,
supuestamente, ordenado disparar contra ciudadanos el 30 de septiembre de 2010.
El dictamen dispone la suspensión de los derechos de
ciudadanía a los acusados por el tiempo que dure la pena y reconoce el derecho
del presidente Rafael Correa a la reparación integral. Esto significa que deberán ofrecer disculpas públicas al Presidente Correa, a
través de la prensa escrita, televisiva y radiofónica.
¿Puede la inmunidad parlamentaria
convertir en irresponsables jurídicos a los asambleístas ecuatorianos?
En este caso surgen voces
disonantes sobre “cómo se ejerce la inmunidad y cuándo un legislador
sobrepasa el ejercicio de sus funciones y lo convierte en un simple ciudadano”.
El antecedente creado por la sentencia de la jueza Blacio, según algunos parlamentarios,
supone un riesgo para la prerrogativa de ejercer sus funciones, sin presiones ni
cortapisas, en la tarea legislativa y fiscalizadora. El artículo 128 de la
Constitución y el 111 de la Ley de la Función Legislativa, establecen que los
asambleístas no serán civil ni penalmente responsables de sus pronunciamientos
ni de sus actos, en el ejercicio de sus funciones. No obstante, el fuero de
corte no puede significar “una luz verde para soltar la lengua e injuriar”, a
criterio del asambleísta Antonio Posso.
Es momento de exigir, no sólo
en términos académicos, sino prácticos, el respeto a los derechos del resto de ciudadanos
no inmunes y el uso responsable de los privilegios parlamentarios. No puede el país
contemplar como unos, en desmedro de otros, disponen de patente de corso como verdadera
licencia para injuriar, amparados en privilegios políticos. Los ciudadanos también
tenemos derecho a vivir protegidos de quienes creen tener chipe libre para
despotricar y afectar la credibilidad y honorabilidad de las personas, cualquiera
sea su envestidura, incluso la del ciudadano que nos representa como nación, el
Presidente.
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