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domingo, 2 de diciembre de 2012

LA (IN) SIGNIFICANCIA DEL ECUADOR ANTE EL MUNDO



Por Leonardo Parrini

Cuando Ferdinand de Saussure elaboró su célebre Teoría del Signo y estableció el triángulo de relación existente entre Referente, Significado y Significante, arrojó una luz potente sobre el mundo, esencialmente sobre el mundo de la comunicación. A partir de entonces supimos que un signo es aquello que nos representa, una estructura que está en lugar de la cosa significada. Por ejemplo, la bandera que simboliza a la patria, es un signo que está en lugar de ella, en su representación, por tanto significa patria cuando flamea en el mástil. En teoría, Saussure, nos enseñó que el Referente es la cosa significada (patria), el Significante es el signo que nos representa (bandera) y el Significado es el contenido de esa significación (ecuatorianidad).

Esta semana Julian Assange en entrevista con CNN dijo que Ecuador es insignificante, lo que en estricto rigor semiótico es imposible, porque todo referente tiene un significado: “Ecuador es insignificante (…), (Ecuador) es muy importante para mí y su gente ha sido muy generosa conmigo, pero no es un actor mundial importante”. ¿Qué quiso significar Assange con su afirmación? A simple vista es un menoscabo. Asumamos, literalmente, por un momento la afirmación de Assange: Ecuador tiene poca injerencia internacional, poco significado frente a otros asuntos de mayor relevancia mundial.  

¿Qué tan cierta es esta pura e incómoda verdad? ¿No han sido las potencias económicas, políticas y deportivas quienes nos han mirado siempre por encima del hombro? ¿No fueron las financieras internacionales que nos pusieron de rodilla, frente a sus acreencias económicas, obligándonos a pagar sin tregua una deuda externa  -ya pagada en intereses- bajo imposición del FMI en épocas anteriores? Acaso, en su momento no fuimos despectivamente catalogados, junto a otros países bananeros centroamericanos, como la banana republic? ¿Acaso no es la misma Inglaterra, que reclama a Assange, la que considera absolutamente viable, normal y plausible invadir nuestra embajada en Londres y sacarlo por la fuerza? Al fin y al cabo, somos otra insignificante nación sudaka que pueden avasallar, como lo hicieron con Argentina, supuestamente más significativa, durante la invasión británica a las Malvinas en los años ochenta.

¿No nos hemos encargado nosotros mismos de aparecer con un histórico complejo de inferioridad –y lo que es peor, sin vocación de futuro-, según la aseveración de Jorge Enrique Adoum, en referencia a una de nuestras señas particulares ecuatorianas? Ya lo había dicho antes el preclaro Benjamín Carrión: si no podemos ser una significativa potencia económica, militar y política, seamos una potencia cultural, es decir, culturalmente significativos ante el mundo.

La historia da razón a los tres personajes. Ecuador debió convencerse a sí mismo que sí se puede ser significativo como país deportivo. Debió transcurrir medio siglo para ser la potencia cultural que auguró Carrión, con exponentes de nivel mundial en pintura, patrimonios culturales y etnias ancestrales. Tuvieron que pasar varios siglos para descubrirnos como el país con la mayor biodiversidad del planeta, al punto que la región del Yasuní, en la Amazonía ecuatoriana, hoy es causa conservacionista mundial.

Tuvimos que vivir más de tres décadas de fallida democracia hasta darnos una Constitución que nos reconozca como un Estado plurinacional e intercultural, único en el mundo. Una nueva concepción que permite mirarnos como la nación del Sumak Kawsay, del buen vivir, con derechos sociales y naturales claramente expresados en una declaración de principios constitucionales que es ejemplo internacional.

Assange en contexto

Todo quiere decir entonces que el Ecuador de Assange es un país significativo ante sí y ante el planeta y que la ambigua y resbalosa afirmación suya, no tiene el significado que la reportera de la CNN quiso darle en la entrevista. La misma WikiLeak salió a decir que la afirmación de Julian Assange había sido sacada de contexto.

El diaro El Comercio, en opinión editorial, pone en contexto a Assange y escribe: Sí, porque decir que el Ecuador es insignificante -aunque en el contexto de injerencia mundial y si se lo compara con otros países de mayor influencia, aun con aquellos con los que él estableció tensiones como EE.UU. y Suecia- puede ser poco elegante y hasta ofensivo con el país que le dio acogida…La incisiva periodista le inquirió sobre la grave situación de libertad de prensa en el Ecuador. Assange dijo que en el mundo hay aspectos muchos más importantes. Es decir, según El Comercio, lo que quiso decir Assange es que la preocupación por la libertad de prensa en Ecuador no tiene mayor significancia para el mundo, porque hay cosas mucho más importantes.  

Si por el contrario, Assange quiso decir que internacionalmente no significamos nada, -lo cual es poco probable que quiera expresarse así del país que lo ampara- pues, sería un mayúsculo desatino. En cambio, en el supuesto no consentido, si quiso decir que los poderosos no nos valoran, es una realidad que estamos cambiando con una nueva actitud como país.

¿Cómo medir, entonces, nuestro significado ante el mundo? ¿Cuál es nuestro signo-país, como diría Saussure? ¿Qué nos invita a pensar la bandera patria, como signo que nos representa? Pues en nuestros derechos proclamados con inédita y significativa autoestima, con la dignidad y el orgullo de formar parte de esta comunidad que se proyecta al mundo con potente convicción de soberanía, prestancia diplomática y voluntad política para salir del estado de insignificancia internacional al cual, históricamente, nos han querido condenar las potencias colonialistas. Estos son los inequívocos sentimientos que nos debe provocar la tricolor - en la enseñanza de Saussure - cuando la veamos flamear en significativa y digna representación del Ecuador de hoy.     

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