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sábado, 1 de diciembre de 2012

PROSAVERSOS DE UN POETA QUE ANDA SUELTO



Por Leonardo Parrini


Si te topas en la calle con el poeta de los prosaversos que anda suelto, preferible cruzar a la vereda de enfrente. Juan José Rodríguez no te dará tiempo de huir de sus textos vertiginosos como ráfagas de viento. Certero de escritura sin pausa, de ritmo implacable, sin espacios donde fijar una imagen en la memoria. Poesía en tiempo real que no evoca, porque la evocación es un estado del presente al pretérito.

(De Segundo sueño final)

Ella corre por el pasillo y no mira.
Ella huye del asesino serial, del poeta serial, huye.
La muchacha sube a la terraza y dice:
¿Ves esa casa, Juanco?
Allí está el cielo y allá también estamos muertos.
Yo no veo la casa y estoy muerto,
pero  son palabras para elevar una casa y están muertas,
pero sólo dije que ella podía volar ese día sin morir.
Las campanas del amanecer crujen como papel quemado.
Todo el papel quemado no alcanza
para trazar un círculo sobre el amanecer.

Los prosaversos de Juan José Rodríguez tienen una temporalidad actual, un aquí y ahora, como imagen virtual que desplegamos al hacer click en el enlace perfecto de un espacio-tiempo congelado. En tono de libelo acusatorio, los prosaversos de Rodríguez sentencian, anuncian, declinan, proclaman, sin principio ni fin. Son en un al tiro gélido y definitivo.

(De Lugares del río imaginado)

No debe precisar sus orillas,
sino difuminarlas.
Al dibujarse un río, debiera ser portátil
porque sólo la mente conserva su sonido
al chocar en las rocas:
espuma como baba de plata,
como reposo lleno de mirlos.

No debe fijar sino diseminar,
pero no el sentido sino los colibríes,
las murallas y, desde luego, el río.

O quizás debe ser como la nube
que atraviesa otra nube,
tan insensatamente, sin preguntas.
Y así encontrar la espuma de lo blanco
en las aguas que bajan,
granizo y lluvia, para el río.

El autor: Juan José Rodríguez, (1979) ambateño, escritor y periodista. Las obras: Los Rastros (2006), Mansedumbre (2009) Barrido de Campo (2010) Música acuática y Estereozen (2012). En preparación Anhedonia, o la discapacidad de sentir placer. Íbamos a dar un link virtual de Rodríguez. Pero, si uno lo busca en Google aparecen homónimos de mil oficios. Hay que agregarle al nombre la palabra poeta.

(De Música acuática)

Las cosas que uno pudo sentir
fueron arrancadas del mundo
por alguien que ya no existe
no escucho el quien,
si balidos de una cabra que pasta
en un planeta agónico
de carne azul helada

Prosaversos libres, pero de libertad absoluta, no condicional. Artefactos de ritmo sostenido sobre un acorde de variantes progresivas. Los textos de Rodríguez pasan como en un scroll, no dan tiempo a nada. No hay el ejercicio de la retención estética, la fruición es apenas un parpadeo.

(De Este es mi único sueño)

Escucha esto.
Si exprimes tus tetas
encontrarás a tu hijo forrado en cuero. Entrégate.
Somos los que escuchan en sus cabezas en la oscuridad
círculos que giran sobre sí y balas en reversa
Todo regresa al revolver vacío
La Juanja escucha el bosque en polidimensiones
sobre una franja de niebla
Los que no existimos, no existimos
Sartori es una costra sobre los dientes de la oscuridad
La grulla sobrevoló el cerezo
¿A quién esperaba, y tan lejos, la muerte?

Interrogante suspendida como el sonido de una tecla, inquisidora. A su autor se lo puede encontrar a la vuelta de una esquina. Juan José Rodríguez anda suelto, de libertad absoluta, no condicional, como sus prosaversos.

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