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jueves, 1 de noviembre de 2012

SANDY Y EL HURACAN ELECTORAL


Por Leonardo Parrini

El primer huracán del mes lo padeció Barak Obama ante las cámaras de televisión en el primer debate que sostuvo con Mitt Rommey. En esa ocasión el candidato republicano, con arrolladora personalidad, arreció contra un Presidente que capeó el temporal mientras trataba de explicar las debilidades de su gobierno en materia de economía, política laboral y seguridad nacional. Tres ejes que Rommey machacó con vientos huracanados que provocaron ostensibles daños en la imagen de un Obama que actuó a la defensiva y en segundo plano de la cámara y no pudo, a momentos, contrarrestar el dominio escénico de su contrincante.

En el primero de la serie de tres debates, el aspirante republicano a la presidencia de EEUU llevó la iniciativa en temas tan sensibles como la política exterior del régimen demócrata, que no supo distinguir “entre una manifestación y un ataque terrorista, tras el atentado al consulado en Bengazi, Libia, que dejó cuatro muertos estadounidenses, entre ellos el embajador, el pasado 11 de septiembre”. Potente argumento empleó Rommy también contra la política económica de Obama, cuyo gobierno al cabo de tres años de gestión, aún no logra superar la crisis del país que mantiene un 8.5% desempleo, 15 millones de personas sin trabajo y 49 millones de habitantes bajo la línea de la pobreza.

Sandy en auxilio del presidente

Rommey, luego del segundo y tercer debate enfrentó a un Obama recompuesto en su rol presidencial, y cuando se disponía a dar el golpe de gracia a su oponente, recibió el impacto electoral del huracán que arrasó con sus planes de campaña. Sandy, considerado uno de los fenómenos naturales más destructivos de la historia, en cambió le cayó literalmente del cielo a Obama. El fogueado candidato-presidente supo interpretar el sentir de su vapuleado pueblo que reclamó y encontró en el mandatario una actitud sensible frente al desastre. Las encuestas así lo confirman y sitúan a un Obama, más “preocupado de los afectados que de la campaña”, con un 50% de aceptación, contra un Rommey que ostenta el 45% de intención de voto a pocos días de las elecciones del 6 de noviembre, según el New York Time.

Un factor determinante, sin duda, es esa reacción norteamericana de unirse ante las tragedias, lección aprendida el 11S de manera brutal. Sentimiento nacionalista y unitario que, obviamente, capitaliza quien tiene el poder de mostrarse protector de su pueblo en momentos de inseguridad nacional. La actitud de Obama de suspender su campaña para ocuparse de la emergencia fue bien recibida por los electores. Rommey en cambio, urgido por sumar votos, siguió en campaña bajo el sol de la Florida, lejos de los negros nubarrones del huracán.

Bemoles de la política norteamericana que exige de sus líderes una correcta lectura de los fenómenos naturales y sociales. Conocedor de su pueblo, Obama estuvo acertado y leyó con tino la señal de la tragedia cuando fue visto, en las últimas horas, en New Yérsey, la zona más afectada por el huracán, como un jefe de Estado que se pone a la cabeza de su nación para enfrentar la adversidad.

El abc del marketing político indica que cuando tu pueblo sonríe, ríe a carcajadas con él; cuando sufre, llora a mares con él, pero enséñale cómo superar el sufrimiento. Los mejores presidentes norteamericanos lo saben y practican esta fórmula desde siempre. El efecto del ciclón disminuye sobre el territorio norteamericano, pero aumenta sobre la elección presidencial. Y quién sabe si Sandy, de no haberse extinguido, hubiese dado un huracanado voto por el Presidente. 

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